Capítulo 11

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Ni crean que todo sea color de rosa en una relación. ¡Nunca! Y estoy más que furiosa por algunas razones.

1- Porque van a terminar mis vacaciones.

2- Noah no ha querido salir conmigo más que de su casa a la mía y viceversa.

3- No me ha pedido para ser su novia.

Me ha pasado por la cabeza que sueno como una mujer histérica y patética, de esas que son maniáticas por el chico que les gusta, pero es Noah y lo quiero. He tratado por más de un mes que salga y ya me cansé.

Todas las veces que Tarah quería salir conmigo, él no quería, entonces yo no iba por más que insistiera en que vaya sola pero quería estar también junto a él. Discutimos porque supuestamente él estaba obstaculizando mis vacaciones pero no era así. Yo me divertía con él, ya sea en su casa o en la mía porque nos pasábamos riendo de cualquier cosa, jugando en el pasto, en la sala, en el piso, en donde sea.

Noah era muy divertido, ¡pero no salía al mundo!

Estaba a una semana de comenzar las clases y ahí sí que no iba a pasar mucho tiempo con él, por eso rechazaba las salidas de mis amigas o familiares, por querer pasar tiempo con él. Y hoy sería la última vez que le pediría salir, porque mi mejor amiga me suplicó para hacer una salida, y otra vez en pareja. Ya le estaba cayendo algo mal mí no-novio ya que no quería salir y no entendía que era yo la que me quedaba con él.

Hoy estaba decidida que iría con o sin Noah donde fuera que vayamos. Ian nos buscaría en su auto y saldríamos. Tenía permiso de mis padres y me quedaría en la casa de Tarah a dormir, porque la salida era por la tarde-noche.

-Ya me he traído mis cosas. –señalé mi bolso color crema con flores blancas.

-¡Genial! –Tarah dio saltitos de felicidad en cuanto me vio entrar en su casa. – Espero que Noah si vaya. Pero da igual de todos modos. –rodó los ojos.

-No es mi culpa que no quiera salir. No hables mal de él. –pedí haciendo un puchero.

-Pero, Gianna... Está siendo algo incomprensible que porque él no sale tú tampoco. –reprochó.

-Prometo que hoy le hablaré sobre ello.

Fuimos a su habitación, donde dejé mi bolso a un lado de su cama matrimonial. Sí, ella tenía una cama matrimonial.

Tarah ha sido en los últimos meses más sociable que yo. Ha tenido más salidas que yo y hasta hizo nuevas amistades con relación a su novio, de la cual me ponía un poco celosa. Pero ese no era el problema. Me gustaba que saliera mucho con Ian y se notaba que se amaban. ¡Ya tenía novio oficial! Su madre estaba tan feliz por ella, al igual que toda su familia. Tarah no era de las chicas que salían hace como tres meses, pero ahora es diferente, se ve enérgica, feliz y enamorada.

En cambio yo... bueno, soy feliz con Noah, lo amo pero la cosa se está complicando. Fui a su casa en cuanto mi amiga salió a abrir su tienda en el turno tarde, y volvería más tarde, avisé.

-¿Buenas? –saludé dudosa en cuanto entré a la casa Galler.

-¡Estamos en el patio! –escuché una voz a lo lejos.

Caminé alegremente con mi vestido veraniego amarillo, que había comprado de la tienda de mi amiga, y mis sandalias griegas, cruzando la sala y luego a la cocina. Había más de las tres personas que acostumbraba ver en casa, y entendí el por qué había una moto algo grande estacionada en el jardín del frente.

-¡Gianna, cariño! Que suerte que llegas. –Amanda se giró de la mesada a saludarme. –Mira, te presento a la hermana de Camille, Vanessa. –presenta la mujer mayor.

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora