Capítulo 23

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No podía creer que hoy me graduaba del instituto, no podía creer que esto sucedía; había esperado esto desde que tengo razón y memoria y por fin se hacía realidad. Este año se había pasado volando y ni cuenta me había dado. Es que... ¿Quién se da cuenta del transcurso del tiempo cuando lo pasas tan felizmente con el amor de tu vida?

Hace exactamente un año me encontraba perturbada porque creía que me estaba enamorando de un chico que posiblemente a mi mejor amiga también le gustase, pero no, me encontraba enamorándome del hombre de mis sueños.

Ahora me hallaba en la peluquería, produciéndome para la gran noche y no podía dejar de sonreír a causa de Cupido, o mejor dicho, Noah. Él se encontraba atascado en mis pensamientos, transportándome en otro mundo las 24/7 sin interrupciones.

Hace ya más de un año que mi mejor amiga me había dado un consejo: "Procura controlar tus hormonas" ¿Seguí el consejo? Obviamente no, ya sabrán los motivos, por supuesto. Gracias a la mujer que tengo a lado, había dado con un maravilloso hombre.

Tarah también se graduaba y ambas nos atinábamos maquillando y peinando. La miré a través del espejo sin dejar de sonreír.

-Estoy tan emocionada. –soltó mientras una peluquera ponía apliques sobre su cabello recogido.

-Yo también. –le dije. Mi peinado había finalizado hace unos minutos, se trataba de un pequeño recogido al costado, con algunas mechas caídas apropósito y una de esas coronillas reales lo adornaban como vinchas, y ahora procedían con maquillarme el rostro.

Me reí por lo bajo, recordando la primera vez que había ido a trabajar a la casa Galler. Me topé con un Noah en bóxer. Aquella vez me había convertido en tomate por la vergüenza, pero admito que estaba como para lamerlo con algunos packs, el vientre plano y la bendita V que se le forma perdiéndose más allá de la tela. Agradezco a los dioses porque ahora puedo tocarlo cuando se me antoje.

También él me había llamado "niñera", cosa que no era cierta. No era una niñera, él tenía dieciocho años cuando eso, ¡Jesús!. Recordé también la cosa de veinte preguntas que terminamos haciéndolo en dos días, era increíble cómo podía recordarlo, fue hace ya bastante tiempo.

-Gianna... -llamó la chica que me atendía, Annie.

-¿Sí? –hablé.

-Deja de reír. Te mueves y no puedo ponerte bien el polvo de ojo. –reprochó.

-Está bien. –me sonrojé, porque ella notó que reía sola. Seguro piensa que ya estoy loca. Volví a cerrar los ojos.

¡Y también ya va hacer un año que aprendí braille de verdad! Esto es tan increíble. Los primeros días que pasaba con mi actual novio ya eran 365 días de pasado y aun todo parecía que fue hace poco.

Apenas había pasado cinco días del último mes del año y mi novio me lo recordaba a cada rato, porque según él, este mes es su favorito, ya que fue cuando llegué a su vida. Él definitivamente sabe cómo hacer que me derrita con tanta dulzura y me encantaba. Pero resulta ser que también este mes trae recuerdos dolorosos para su familia y obvio para él.

Iban a ser once años que Noah había perdido la vista y me daba cuenta cuando lo conmemoraba últimamente, ya que él recordaba a la par que decía que nos dimos nuestros primeros flirteos y que yo lo conocí por completo; no dejaba que sus malos recuerdos lo atormentaran por mucho rato. Yo le había dicho que haría que el mundo cambie para él, y lo hacía.

Además en aquella fecha tan fea hicimos nuestra primera salida juntos por más que haya sido unos cien metros fuera de su casa y fue para comprar pizza; donde también nos tuvimos la confianza suficiente para saber lo que se estaba formando entre nosotros.

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora