Capítulo 9

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A la mañana siguiente, puntualmente estuve a las 06:30 am frente a la casa Galler. El señor Steven fue a trabajar y mientras él salía, yo había llegado. Camille se encontraba en la puerta principal y me invitó a pasar.

El hogar estaba en silencio, todos dormían aun y tanto silencio hizo que me ponga incluso más nerviosa. No iba a hacer nada malo y me encontraba en ese estado. Ni me imagino si debería disculparme por haber besado a su hijo aquel día o las veces que lo había visto semidesnudo.

Me ofreció desayuno, pero con el estómago revuelto no podía ni quería ingerir algo, así que rechacé amablemente.

-Estoy de vacaciones. He pedido unas cuantas semanas libre. Podemos salir con los chicos estos días, Gianna. Ah, y mañana es el cumpleaños de Noah. –comentó mientras se servía café.

¡El cumpleaños de Noah!

-Sí, estoy al pendiente de ello. –le sonreí apenas, mintiendo. Ella ni se imaginaba que renunciaría a ser la compañía de su hijo, del cual me encontraba terrible y locamente enamorada.

-Vamos al despacho para hablar. –dijo caminando hacia la puerta. Asentí siguiéndola.

Atravesamos una puerta después del vestíbulo; Camille tomó asiento detrás del escritorio de mesa blanca y me ofreció tomar asiento frente a ella en una de las sillas grises.

-Antes que nada, Gianna. –comenzó. Vi como movía un cajón a su lado y me ofreció otro pedazo de papel. –Tu paga completa. –finalizó. Miraba fijamente su mano extendida.

No podía hacer esto, no iba a aceptar más dinero por pasar tiempo con Noah. Negué con los ojos cerrados y luego los abrí para tener a Camille mirándome confundida.

-No puedo aceptarlo. Como tampoco puedo aceptar el cheque anterior. No lo retiré nunca, señora y no lo haré. –comenté rápidamente. Saqué el primer cheque de mi bolsillo y se lo puse en la mesa.

-¿Qué estás diciendo? –preguntó confundida aun. – Es por tu trabajo, Gianna.

-Ya no más. –susurré mirando mis dedos entrelazados nerviosos sobre mis piernas.

-¿Qué? –la escuché susurrar.

Respiré hondo, a ver si así venía más coraje.

-Señora Camille, renuncio. –solté. Hubo un silencio entre nosotras por un corto tiempo.

-No sé por qué sabía que dirías algo así. – primeramente fue una voz llena de resignación. Pero continuó: -No puedes irte, Gianna. Noah te necesita. Yo te necesito. Mi hijo es otra persona desde que estás aquí. Le diste vida, Gianna. ¿Por qué te vas? –preguntó alarmada.

Tragué saliva sin saber que decir.

-Te enamoraste, ¿no? –sus palabras me tomaron desprevenida haciendo que algo en mi pecho doliera. ¿Era tan obvia? – Él está sumido en la oscuridad desde los nueve años, Gianna. Tú llegaste como un ángel y lo iluminaste todo. –contaba nostálgica. Eso hizo que mis ojos se empañaran, porque yo quería a Noah.

-No puedo seguir aquí. No hasta que resuelva mis problemas. No quiero ilusionarme con algo que tal vez no pueda tener.

-Él te quiere.

-Yo lo sé pero... alguien importante para mí está de por medio. –proseguí.

-¿Es otro chico? –preguntó. Negué sonriendo con pena.

-Es mi mejor amiga. La sobrina de tía Carlota. Creo que a ella también gusta de Noah y...

-Pero como si...

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora