El viento rugía con fuerza provocando que cientos de hojas se precipitaran, haciéndolas bailar en círculos imperfectos sobre el río. Cada vez que caían sobre la superficie, deformaban la imagen de una chica que mecía sus piernas sobre una de las ramas más altas de aquel árbol.
Estaba mirando desde arriba y de vez en cuando cerraba los ojos para poder fusionarse con el paisaje, la brisa le alborotaba el pelo y le llenaba los pulmones de vida... Justo lo que a ella le faltaba.
Una sonrisa triste tiñó sus labios.
Sin dificultad se puso en pié vacilando a la gravedad, sus pies desnudos se clavaban en el tronco ignorando el daño que se estaba haciendo. Se sujetó a una rama que tenía sobre la cabeza y paseando sus manos sobre ella comenzó a caminar hasta la parte más fina e insegura.
El agua del río chocaba contra las piedrecitas, consiguiendo escapar de ellas y llevándose consigo pequeñas hojas viajeras.
Por un momento pensó en la posibilidad de dejarse caer, cederse a la naturaleza, manchar de rojo esas piedras y viajar con esas hojas hasta desembocar en el mar. Nadie la encontraría, pues nadie la buscaba nunca.
La rama crujió.
Debería haberle recorrido un escalofrío por todo el cuerpo, debería haberse bajado inmediatamente del árbol, pero no lo hizo.
La rama volvió a crujir.
El viento rugía por sus ojos, por su pelo desordenado, por su alma más pura que ese agua transparente que le llamaba a gritos y al mismo tiempo le advertía de lo que estaba a punto de suceder, pero ella hizo caso omiso y cerró los ojos de nuevo.
Un último crujido hizo que se despertara, y, como un rayo de luz, millones de imágenes y pensamientos cruzaron su mente ruidosa: Su familia, sus amigos, sus logros más merecidos, sus secretos más profundos, sus fracasos nunca superados, los besos que nunca habría dado, las canciones que nunca compondría, las melodías que nunca tararearía, las personas a las que nunca habría perdonado, las calles que nunca habría caminado, las sensaciones que nunca habría experimentado, las risas que nunca habría tenido, los miedos nunca enfrentados, sus sueños nunca cumplidos, la vida que nunca habría vivido de no ser porque ya era demasiado tarde, el tronco cedía y estaba apunto de formar parte del paisaje.
Entonces, se sujetó de la rama que estaba sobre ella y con esa destreza natural que la había llevado a trepar hasta lo más alto, bajó del árbol a tiempo.
Ahora tenía una segunda oportunidad.
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Trocitos de mí
Short Story"Trocitos de mí" es una recolección de microrelatos, relatos sin terminar, reflexiones y escritos que emanan de mi alma, espero que os guste.