Capítulo 10.

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No supieron cuánto tiempo más estuvieron probando los labios del otro, pero fue algún instante que para ellos fue demasiado corto, se separaron y se miraron a los ojos. Hermione bajó la mirada avergonzada y se separó inmediatamente de él. Avergonzada entró a la casa dejando atrás a un rubio que le miraba marcharse mientras sonreía con suficiencia y se mordía el labio superior. Después de todo Granger no era como él se pensaba, Aunque a estas alturas de la vida nada le sorprendía.

Luego de unos minutos en el que rememoraba los labios de la chica, entró también y con disimulo buscó a Hermione, pero no se encontraba por allí. Quizá hubiese ido a su habitación (O por lo menos intentar llegar a ella), al ver que no sabía que hacer se metió en su oficina.

La castaña mientras tanto estaba dando muchas vueltas en su habitación, de repente, cuando entró en la casa se acordó del recorrido hasta su cuarto y se encerró en él. Ya sabía porque el rubio tenía todo tipo de apodos en Hogwarts, decían que era un Dios en referencia a lo sexual y ella pudo comprobar por unos instantes que era cierto. La manera en la que rodeaba su cintura con los brazos, y los escalofríos y cosquilleos que sintió cuando el rubio juntó los labios con los suyos, y como su aroma tan varonil entraba por sus fosas nasales. No podía negar que era uno de los mejores besos que había dado en su vida, aunque tampoco es que hubiese besado mucho.

Estaba demasiado nerviosa así que se metió en el Jacuzzi con unas sales aromáticas para poder relajarse, aunque fuese sólo un rato. Pero las preguntas le invadieron de todas formas. ¿Y ahora? ¿Ahora que pasaría? ¿podría siquiera mirarle a los ojos?, ¿Cómo sería su relación de ahí en adelante? La verdad era que no tenía ni idea, pero suponía que las cosas no serían iguales. No sabía cuál era la confusión que sentía con el blondo, primero sus celos con la supuesta boda con Greengrass y ahora había sentido algo con él que no había sentido con nadie más. Una de esas sensaciones que sólo se sienten una vez en la vida. Desde que se reencontraron en el callejón Diagón no podía evitar mirarle con otros ojos. No podía negarse a sí misma que el blondo había cambiado para demasiado bien. Demasiado para gusto de Hermione, no quería buscar más atributos con los que halagarle mentalmente. Había ganado altura, masa muscular, y rasgos masculinos. Ya no tenía esa apariencia de niño del colegio.

Ahora Draco Malfoy era simplemente irresistible, incluso para ella.

Aunque Hermione no se quedaba muy atrás y el rubio se había dado cuenta de ello. Aunque ella no se diera cuenta tenía cientos de hombres detrás de ella. Hermione ya no era tan... mojigata. Sus rasgos eran simplemente adorables, ahora tenía unas curvas envidiables por muchas chicas y que lucía con la ropa ajustada que ahora se ponía. Draco no podía evitar sonreí al pensar en eso.

Ahora Hermione Granger era simplemente irresistible, incluso para él.

Draco Malfoy no pudo evitar soltar una risita irónica con su copa de Whiskey de fuego en la mano al darse cuenta de sus pensamientos. Pero no lo negaría, realmente pensaba eso, y exactamente él no sabía que le pasaba con la castaña. Se daba cuenta de que últimamente la tenía muy presente, y si no estaba con ella se sentía raro, una especie de vacío en el pecho, que no se llenaba hasta que le volvía a ver. No era todo un experto en ese tema, pero sabía lo suficiente como para darse cuenta de que la castaña para él no era como las demás. Ella tenía algo que las demás chicas no. Perfección. Ella simplemente era Hermione Granger, una chica que siempre se enfrentaba a él sin temor a nada, que le ponía los puntos sobre las Is como nadie lo hacía y que se convirtió de un día a otro una guerrera que se enfrentó a muchas cosas en su vida. Una de ellas, la muerte de sus padres. Esa era una de las cosas que admiraba en secreto de ella, admiraba que a pesar de haber pasado por muchas cosas horribles en su vida siempre tenía una enorme sonrisa en el rostro, ayudando a que tu día fuese un poco mejor, siempre ayudándote y estando contigo dándote ánimos cuando ella estaba igual o incluso peor que tú.

Ambos pensaban que no podían sentir algo así... quizá ambos no eran el uno para el otro y las cosas no saldrían bien ¿O sí? No lo sabían, pero no querían pensar en la posibilidad.

Draco tenía la teoría de que sólo admiraba a Granger y sus cambios por haber estado mucho tiempo sin ver a la chica. Le encajaba eso con lo que le pasaba o eso era lo que quería creer. Y Hermione... no sabía nada, quizá lo que le atraía era el gran cambio del chico, eso de pasar a ser el chico malo de la historia a una persona que consideraba un gran amigo. Ambos terriblemente equivocados sin saberlo...

Cuando el blondo se dio cuenta, su Whiskey era inservible. El hielo ya era inexistente y la bebida estaba caliente. Se levantó de su asiento y se posó en el gran ventanal que llenaba su oficina de luz y divisó el paisaje que se veía hermoso gracias a una castaña que se encontraba sentada en el césped rodeada de flores de muchos colores, mientras su cabello se ondeaba al compás del viento. Él no pudo evitar sonreír al verla, reprochándose a sí mismo haber sonreído, pero sin dejar de hacerlo. Sería sincero consigo mismo al menos.

Hermione notó una mirada en su nuca y se giró. Cuando vio que el rubio le miraba sonrió tímidamente y se volvió a poner de espaldas sintiendo un terrible ardor en las mejillas ¿Cómo haría ahora para mirarle a la cara sin ponerse tan colorada?

No lo sabía.






My Guardian AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora