Capitulo 34

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MARATON 2/3


- ¿Cómo?- me pregunta.

- Así, que un hayamos pasado la noche juntos y que ahora me trates como si nada- le digo al borde de las lágrimas.

- Yo...- empieza a decir.

- ¿Yayo... te importo?- le contesto intentando no llorar.

Él se levanta de la cama y va hacia mí, me toca la mejilla, yo agacho la cara y me aparto.

- Respóndeme- le digo- Porque si no te importo haremos lo que me dijiste ayer, nos olvidaremos.

Yayome mira a los ojos, yo le miro, intento descifrar su mirada.

- Claro que me importas- me empieza a decir- Pero...

- ¿Pero? ¿Siempre hay peros?

Yayose muerde el labio, pero no seduciéndome, si no como si no estuviera seguro de lo que iba a decir.

- Creo que lo mejor será que nos olvidemos.

Me empiezan a escocer los ojos, tengo un nudo en la garganta, hago un esfuerzo por hablar.

- Vale, perfecto- miro al suelo- Si así lo deseas.

- No es lo que yo desee, es lo que veo mejor.

- No intentes quedar bien Yayo.

Voy hacia su puerta, la abro y salgo. A los segundos se vuelve a abrir, me giro, quizás se arrepienta y me pida perdón.

- Toma, vas demasiado de fiesta - me da su chupa de cuero, la que siempre lleva.

- No, gracias.

- Toma- me la lanza

La cojo para que no callera al suelo.

- No, toma.

Pero Yayoya había cerrado su puerta. Salí corriendo de la residencia de los chicos, lo que me dejaban los tacones, tenía dos ríos de lágrimas en mi cara. Sentía como si mi vida ya no tuviera sentido y odiaba sentirme así, odiaba mi vida, odiaba a  Yayo... No, no lo odio, lo amo y por eso estoy así.

Llegue a mi habitación destrozada, solo tenía ganas de tirarme en la cama y llorar. Me quite su chaqueta, ahora tenía su aroma más presente, unas cuantas lagrimas cayeron de mis ojos. Lo quería olvidar, hala, decidido, no más dolor, no más Yayo, pero bueno, me tirare a la cama a llorar... PERO SERAN LAS ÚLTIMAS LÁGRIMAS.

Me tiro a la cama-dejando las gafas en la mesa-, no me quito ni los tacones, la resaca sigue en mi cabeza y si a eso le añadimos el dolor que siento en el corazón, para mi es el fin del mundo. Agarro las sabanas de algodón y empiezo a llorar desconsoladamente, esto era muy grande para mí... Los parpados se volvieron pensados y se me cerraban los ojos sin yo quererlo.

Me despertó una odiosa sirena, mire mi reloj que tenía en la mesita, esta alarma decía que se acababan las clases. Pasaron un cuarto de hora, yo seguía en mi cama llorando. Tengo que tener la cara echa una mierda, siento los ojos rojos y el rimen esta por todas mis mejillas. Pegaron a la puerta.

- ¿____?- preguntaron.

- Dejadme- grite con la poca voz que tenía.

Pero escuche como el pomo daba unas vueltas. Y aparecía Nathan tras la puerta, me miraba asustado. Me pregunto cómo es que los chicos se cuelan en nuestras residencia... ¿Dónde están los profesores que se supone que hacen de guardia para que ningún chico entre? Escondí mi cabeza en las sabanas.

Mundos Opuestos (YayoGutierrez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora