Capitulo 30: "Ejem... espacio personal, Ethan"

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El anden 9 3/4 de la estacion King's Cross estaba tan abarrotado como de costumbre. Todos iban de aqui para alla, buscando reencontrarse con sus amigos o despedirse de sus familiares.

Tamara miro a su madre, quien se hayaba a su lado mirando todo con admiracion, y sonrio enternecida.

-Hubiese sido genial ser una bruja, ¿sabes?- comento la mujer, volteandose hacia ella para tomar su rostro entre las manos;- Cuidate mucho, en especial con todo ese asunto de ya-tu-sabes-quien, es muy extraño que haya desaparecido durante todo un año...

-Si, mamá- la corto la chica- Yo se que te preocupas, pero en verdad se los riesgos que corro y es mi decision volver a Hogwarts y no quedarme en el campamento. Ya lo hable contigo, con Quiron, ¡hasta James insistio en que tal vez deberia quedarme alli! Esto es por mi, y por Julianne. Debemos hacer frente a este asunto.

-Lo se...- dijo la mujer, con lagrimas en los ojos- Solo quiero que estes a salvo, y estoy muy orgullosa de ti y de que tomes todo esto con tanta responsabilidad- la abrazo unos segundos- Solo que a veces pienso que tal vez es demasiado peso para tus pequeños hombros...

-No voy a mentirte, es demasiado peso- aseguro- Pero es lo que me toca vivir, y debo solucionarlo. Una vez acabe con esto, vendran tiempos mejores, te lo aseguro.

Su madre asintio y la abrazo nuevamente- Es mejor que vayas subiendo al tren- dijo, limpiandose las lagrimas y señalando a la humeante locomotora con la cabeza.

La beso en la mejilla y obedecio. Su madre tenia razon; solo tenian trece años y estaban soportando el peso de tres mundos sobre ellas. Era demasiado. Y los problemas nuna se acabarian, porque tal vez lograran vencer a Bellatrix, pero los monstruos eran eternos.

Sintiendose horriblemente mal, subio su equipaje y a Dark al tren. Ocupo el primer compartimiento vacio que encontro, sin siquiera preocuparse por buscar a sus amigas o a su hermana. Necesitaba estar sola porque nadie, ni siquiera Julianne, comprenderia como se sentia ella en esos momentos.

Estaba debastada, sola, habia crecido en una mentira. Cuando creia que comenzaba a encontrar la verdad, todo se habia esfumado nuevamente y habian comenzado a reconstruir otra historia que nadie completamente cuerdo seria capaz de creer. Y lo peor de todo era que sus seres queridos habian quedado involucrados.

¿Que mas daba si la asesinaba una mujer serpiente? ¿Si un minutauro la tomaba del cuello hasta dejarla sin aire para respirar? Ella seria la causante de su muerte. Ella, por haber nacido de un amor prohibido para ambos de sus padres biologicos. Ella, por haber irrumpido en la vida feliz y tranquila de una mujer soltera y sin preocupaciones que la habia adoptado como su hija. ¿Pero ver a alguien que no tenia nada que ver con todo eso sufrir por su causa? No, eso no podria soportarlo.

Se dio cuenta de que habia comenzado a llorar cuando una de sus lagrimas resbalo por su mejilla y cayo en el dorso de su mano. Apenas habian pasado unos minutos desde que el tren habia dejado la estacion, y ella ni siquiera habia asomado la cabeza para darle un ultimo adios a su madre.

Estaba en otro mundo, pensando en las posibilidades que tenia para dejar al mundo en paz sin su presencia despues de haberlos sacado de otro de los innumerables aprietos en los que lo habia metido.

¿Irse a vivir con su padre, Poseidon, a las profundidades? Tal vez.

¿Conseguir una mision suicida como semidiosa? Tal vez demasiado drastico.

¿Unirse a las cazadoras de Artemisa? Pues... no sonaba tan mal.

¿Hacer algo tan genial que le ofrecieran inmortalidad y algun tipo de don? Muy poco probable, pero tentador.

Las Mellizas Nott [EN EDICION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora