Capítulo 1

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Tomo fuertemente la maleta cargada de dinero y la coloco frente a Cox, sonrío maléficamente a sus guardas espaldas y tomo el cambio de este que ha sido depositado ya en la mesa del trueque. La abro verificando la cantidad exacta de billetes encargados y me giro para asentir a Brian, este asiente del mismo modo en respuesta, cierro la maleta y camino hasta el, los demás bajan sus armas mientras Brian y Cox empiezan a revisar el dinero en silencio.

Brian abre la maleta y sus ojos grises se concentran en el dinero. A diferencia de Cox es joven y sus ideas son frescas, el anterior ronda en una edad de quizás cuarenta y dos años, cabe decir que siempre asiste a todos sus canjes, contrario a Chad, nuestro jefe que prefiere que los jóvenes sean los que se ensucien las manos.

Me pongo en posición mientras sigo inspeccionando el estacionamiento de doble planta donde solo se escucha la respiración de los quince hombres que permanecemos a la espera de la señal de nuestros jefes, las miradas entre los guardias son turbias y vacías, debo admitir que es exactamente la descripción de nuestra vida.

Mientras mi mirada escanea las aceras hacia el ascensor una delgada sombra en el segundo piso llama mi atención, cargo mi arma y empiezo a caminar cauteloso hacia la misteriosa presencia, mi compañero George niega, pero le ignoro luego de que bufe resignado, veo de reojo como los guardias se ven entre sí negando quizás también por mi poco interés hacia lo que ellos llaman trabajo.

Subo despacio y con sigilo la rampa para llegar al segundo piso, una risa ahogada sale de mi pecho al ver a una pequeña chica contemplando el trueque, el silencio del amplio estacionamiento es interrumpido por los comentarios satisfechos de ambos mafiosos que se alejan poco a poco. Aprovecho la curiosidad de aquella chica viendo a los hombres armados y camino decidido hasta ella cuelgo mi arma en la parte de atrás de mi pantalón y aprovecho sacando de este un pequeño pañuelo ya cargado de cloroformo. Se gira y al mirarme veo como abre su boca lista para gritar —o no lo harás— en un rápido y poco brusco movimiento, estoy con el pañuelo en su boca, la chica forcejea por unos diez segundos hasta que el cloroformo hace su efecto y se desmaya en mis brazos, me quejo al ver sus uñas marcadas en mis manos, pero ignoro mi dolor y levanto la vista hasta su rostro.

Admiro unos segundos sus finas pestañas y sus labios rojos, mi mirada baja hasta su cuerpo, quizás la chica sea de unos dieciocho o diecinueve años, es realmente joven, su cabello negro cae por su espalda en pequeñas ondas, admiro su delgada figura y al meditar cuanto le doy mi atención bufo. Vuelvo mi vista a la planta baja, verificando ya la ausencia de los hombres tomo a la chica en brazos caminando hasta el coche, lo menos que quiero es un alboroto por esta pequeña cotilla.

Al llegar al coche, coloco a la chica en la cajuela, mi vista se clava en su rostro nuevamente, sus pestañas se notan húmedas quizás la inquietud y el pánico la hizo derramar algunas lágrimas, sus mejillas se ven rojas debido a que su tez es muy blanca.

— ¿Qué haces Bradley? —Me giro al escuchar mi nombre mientras mis manos aún siguen en la tapa de la cajuela, Brian mi compañero me ve con curiosidad, al no mencionar palabra, este se acerca a la cajuela y al ver a la chica se porta inquieto.

— ¿Dónde estaba?

—La encontré espiando —cierro la cajuela con desinterés y me giro para darle la cara, él cruza sus brazos indicando que ahora tenemos un problema.

—A Chad no le gustará esto Bradley.

—No lo sabrá, además no tengo la culpa de que estuviese allí— murmuro en mi defensa para dar la vuelta y subir al coche.

Brian me sigue detrás serio pero nervioso, lo noto en su manera de caminar.

—Debes deshacerte de ella Bradley, no quiero que luego debas hacer caza por su causa, consíguete una prostituta si es que quieres acostarte con ella, pero amigo, no dejes cabos sueltos— me subo en el coche mostrando desinterés, soy consciente de los problemas que ella me causaría más no necesito que Brian lo repita constantemente.

Amor deséame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora