Cuando el corazón manda...

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Esa mañana me levanté temprano, pues teníamos muchas cosas que hacer; esa tarde sería el cumpleaños de Johanna, cumplía quince años y su fiesta sería en la tarde, así que teníamos que ir a terminar de arreglar para la tarde.

Como Johanna y yo nos llevábamos muy bien, ella me escogió como su dama y cmo toda dama, obviamente necesitaba un caballero. Y quien mejor que uno de mis queridisimos primos, mas especificamente: Javier.

Nunca supe quién le pidió que salga conmigo, pero el día de la fiesta ahí estaba. Parado junto a mis tíos y vestido con un elegantísimo traje negro, camisa blanca que dejaba bien marcado su delgado cuerpo y unos muy bonitos zapatos negros. Estaba tan guapo, y como siempre con su enorme sonrisa de oreja a oreja.

Solo de verlo me daba un enorme cosquilleo que recorría desde mi cabello hasta la punta de mis pies, me sonrojé un poco al verlo ahí parado esperandome. Yo, yo vestía un lindo vestido rojo que llegaba hasta un poco mas arriba de mis rodillas, el alto perfecto segun yo, odiaba ponerme vestidos pero lo hice solo por Johanna, unos zapatos altos y el cabello recogido a los costados para que se pudiese ver mi rostro.

Cuando nos miramos todo fue tan lento, el sonreía y yo solo bajaba la mirada, cuando me di cuenta ya todos estaban adentro esperandonos y a Johanna para empezar con el festejo.

Javier me extendió su brazo y yo me agarré de él, asi entramos juntos al local, y asi mismo salimos cuando se había terminado la ceremonia religiosa. Afuera nos subimos al auto para ir al salon donde sería la recepción y el baile.

El salón era cerca y llegamos enseguida, y cuando bajamos nos volvimos a juntar, la verdad es que no nos hablamos mucho pero sí que nos veíamos, y con cada mirada se nos escapaba una risita medio coqueta.

Todo el inicio salió de maravilla, pero no contaba con el detalle de que siendo su dama obviamente tenía que bailar con él, y lo que ibamos bailar era lento, muy lento diría yo, era un vals bastante romántico.

Johanna y su padrino se pararon y comenzaron a bailar ellos mientras ella soplaba algunas velas, una vez que terminó teníamos que hacer lo mismo Javier y yo. Creo que ninguno de los dos sabía como se bailaba eso, y tampoco habíamos practicado antes, así que corriendo el riesgo de que me pise los pies me tomó de la mano y se paró frente a mí para dirigirme en el baile.

Comenzamos a bailar, los dos juntos y al mismo ritmo, era perfecto!, ninguno de los dos se equivocaba,pero luego olvidandome de eso noté algo raro; la forma en que sostenía mi mano al bailar.

Regresé a ver a Johanna y sus manos estaban cogidas de otra manera, Javier había entrelazado su mano con la mía en lugar de solo sostenerla, era tan tierno!.

El baile lento, nuestras manos, nuestros cuerpos moviendose al mismo ritmo, sus ojos mirando fijamente a los mios, su sonrisa tan coqueta, su sonrisa de niño inocente, la forma en que me tenía de la cintura tan suavemente. Todo era perfecto, ese momento simplemente fue inolvidable, único, mágico.

Una vez que terminamos con todo el baile nos fuimos a sentra en la mesa central junto a Johanna, y poco despues de que sirvieron la comida todos salieron a bailar, yo bailaba con uno de mis primos pero no podía dejar de ver a Javier allí sentado, con su mirada perdida, lo observé durante unos momentos y luego lo perdí de vista. Para cuando me di cuenta ya estaba en otra mesa, mas alejada del ruido.

Pasó ahí sentado casi toda la noche, hasta que casi al final decidí que como él era el único con el que aun no bailaba lo sacaría a bailar conmigo; y así lo hice. Bailamos por masomenos una hora, hasta que la fiesta ya se había terminado, de ves en cuando cruzabamos una que otra palabra y reíamos a ratos.

Todos, o casi todos ya se habían ido de ahí, solo quedaban unas 10 personas, pero como el local era cerca de mi casa los que quedaban fueron para allá a "terminar" el festejo, entre los que bajaron estaba Javier y sus padres.

Ambos estabamos muy cansados así que cuando llegamos subimos al cuarto junto con Cris, Stephy, Johanna y su hermana; Dayana. Al poco tiempo los niños mas pequeños se quedaron dormidos y mientras hablaba con Javier, Joha tambien quedó profundamente dormida.

Yo estaba muy cansada, y por lo que noté Javier tambien lo estaba pero ninguno de los dos quería dormir, nos quedamos conversando hasta casi las 6 de la mañana, hablamos de todo un poco; familia, amigos, colegio, amores pasados, animales. Llegué a conocer mucho acerca de él y de igual manera él conoció mucho de mí.

Mientras, hablábamos muy cerca, tan cerca que podía sentir su respiración, despues sostuve su mano durante algun tiempo,pensé que él iba a retirarla, pero solo entrelazó su mano con la mía, seguido de eso me miró y sonrió con su sonrisita coqueta; luego siguió hablando como si nada.

Eran casi las 6 y media así que se recostó en la cama de mi mami y yo me acosté junto a él, casi ni nos tocábamos, de hecho a penas y nuestra ropa se rozaba, estabamos lejos del otro y él se quedó dormido, estaba cansada así que decidí hacer lo mismo. Poco a poco lo sentía mas cerca de mí y en un momento no lo resistí y lo abrazé, él solo abrió bien los brazos para que me acomode bien.

Cuando despertamos eran ya las 8 de la mañana, no nos dijimos nada y nos levantamos de la cama, bajamos a ver mis tíos y a mis padres, desayunamos algo ligero y poco despues él se fue a su casa, no sin antes haberse despedido tierna y dulcemente de mí como en tantas ocasiones anteriores lo había hecho, dejandome con varias dudas y el corazón a mil por hora.

Como siempre, me miraba directamente a los ojos y sonreía, se acercaba a mí dirigiendose a mi boca, pero a ultimo segundo giraba su cabeza un poco y besaba mi mejilla, muy cerca de la boca y lenta, muy lentamente, como para torturarme un poco, luego se separaba de mi, sonreía levemente y me decía un bajito "Chao chiquita" al oído.

Varias veces había literalmente muerto con eso, nunca nadie antes me había hecho algo igual, ni tampoco me había sentido así con nadie, por alguna razón Javier tenía un enorme poder sobre mí, y eso empezaba a asustarme.

Cuando el corazón manda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora