Sentir la lluvia sobre mi piel otra vez me hace sentir como si me hubiera sacado un peso de encima. Está fría, si pero eso solo resalta lo cálida que es la mano de Jimin que me lleva a paso rápido por la calle a Dios sabrá donde. No debería moverme tan rápido pero no quiero agrandar la distancia entre los dos por caminar más despacio. Trato de regular mi respiración como mi padre me enseñó mientras le sigo el paso pero por más intento que hago, mi corazón empieza a latir muy rápido y debo detenerme unas cuantas veces.
No sé cuantas calles recorrimos, porque las gotas gruesas de lluvia que me dan de lleno en el rostro me hacen tener los ojos entrecerrados, hasta que subimos dos escalones frente a una casa y nos refugiamos de la lluvia.
— Ven, entra — estoy de espaldas a él contemplando los ríos que se forman a la orilla de las veredas por la lluvia que cae con tanta bronca como si quisiese golpear al suelo y provocarle heridas. Entro a la casa y la diferencia de temperatura con el afuera es muy notoria. Afuera hará menos de 10°C y acá adentro, me arriesgaría a decir que parece un día pleno de primavera con unos 23°C más o menos. Jimin arroja su mochila a un costado de la puerta, luego toma la mía de mi hombro y la tira sobre la suya. Hace unos pasos hacia adentro y se va sacando las zapatillas. Desaparece unos segundos por un pasillo y me quedo observando mi alrededor. Se nota muy bien la ausencia femenina porque todo es relativamente sencillo: colores opacos, no hay ningún color vivo, ni siquiera proveniente de una salpicadura de comida; hay algunos cuadros con fotos de paisajes y una foto de quien creo que es Jimin y su padre colgada en la pared junto a donde empieza la cocina. Lo más raro es que no parece haber desorden de ningún tipo. Por lo general los hombres no son muy ordenados pero se ve que ellos sí. También algo que llama mi atención es una mini biblioteca al lado de la TV con todos libros con títulos de medicina o relacionados con ésta. Y entonces recuerdo que su padre es médico. Asiento para mi misma como aprobación por haberme acordado.
— Como aquí no vive ninguna mujer, esto es lo único que pude conseguir — la voz de Jimin me hace dar un giro rápido y casi trastabillo con mis propios pies. Se cambió de ropa: tiene unos shorts negros que le llegan a la rodilla y una remera blanca lisa unos dos talles más grande aunque aún tiene el cabello húmedo. En la mano sostiene otra muda de ropa de colores parecidos a la que lleva puesta.
— Puedes cambiarte en el baño, la segunda puerta a la izquierda — me indica por el pasillo. Aunque la temperatura está templada, mis ropas húmedas me dan escalofríos y son incómodas, así que no digo nada y me dirigo hacia el baño.
¿Estás serán suyas? Y si, ¿de quién más? ¿De su padre? Me pongo el short, que me llega casi a los tobillos, haciéndome sentir un hobbit.
Se supone que debe ser un short.
Destiendo la remera y me la pongo. Tiene su olor. Definitivamente es suya. Me miro en el espejo y me doy cuenta que mi brasier se transparenta y es un poco visible a través de ésta. ¿Por qué de todos los días hoy tenía que ponerme un brasier negro? ¿Será visible con la luz de la sala también? No puedo pasarme todo el rato con los brazos cruzados sobre mi pecho, sería raro.
¿Salgo? ¿No salgo? ¿Salgo? ¿No salgo?
Ver mi brasier visible en mi reflejo en el espejo me hace dudar y me pone nerviosa.
— Maki, ¿estás bien? — la voz de Jimin suena bastante amortiguada con la puerta de por medio.
No me puedo quedar aquí encerrada para siempre. De repente, se me ocurre algo. Pego la oreja a la puerta y logro escuchar la respiración de Jimin.
— Eh... ¿podrías darme otra remera? Ésta es muy grande — trato de no sonar vacilante. — De algún color oscuro — agrego casi gritando.
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|| Just One More Day || Jimin ||
Fanfiction¿Qué es el tiempo para ti? Para Han Maki es algo que ella no tiene. Vive cada día esperando que su tiempo acabe, hasta que alguien aparece en su vida y le hace desear por primera vez en toda su existencia, que su tiempo no se acabe nunca. © eunh...