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Hace 3 días que paso la mayor parte del tiempo bajo los efectos de tranquilizantes. Ni bien se me había ido el efecto de aquel pinchazo que me dió la enfermera en presencia de Jimin, intenté matarme y lo hubiera hecho, de no ser porque Jimin llegó justo a tiempo. No merezco tener su corazón latiendo dentro de mi. Araño mi pecho, con la esperanza de traspasar mi piel, los músculos, las costillas y llegar hasta él para quitarlo de allí y devolvérselo a Leto para que viva de nuevo. La culpa no me deja respirar, no me deja sentir otra cosa que no sea dolor, no me deja vivir. 

Eres un estúpido, Leto. ¿Cómo pudiste malgastar tu vida de esta forma con alguien tan insignificante como yo? El mundo no cambiaría ni me extrañaría si yo faltáse. ¿Por qué tuviste que hacerlo? ¿Por qué me dejaste sola? 

Los ojos ya no me arden por las lágrimas. Éstas llevan 3 días completos saliendo y no parecen querer detenerse. Ojalá el tranquilizante que me dan, me dejara completamente inconsciente y con la mente en blanco.

La puerta de la habitación se abre y Jimin aparece. Inmediatamente aparto la vista de él; no puedo verlo a los ojos. No puedo ver ese odio que tiene hacia mi que sentí cuando desperté. Ese odio disimulado con alegría porque finalmente había despertado. Aunque intentó ocultarlo, lo sentí y, a pesar de que me duela, no lo juzgo porque yo en su lugar sentiría lo mismo. 

La enfermera trajó el almuerzo hace unos minutos pero sigue intacto en la mesa al lado de la cama. A Jimin se le escapa un suspiro, frustración y cansancio, mientras toma la mesa y la aproxima a la cama.

— Maki, debes comer algo —.

Volteo hacia el lado opuesto de donde está él  y siento una pesada lágrima que cae por mi mejilla como efecto de mi movimiento brusco. Cierro los ojos para evitar que más salgan pero éstas se abren camino y salen de todas maneras.

Sólo quiero que esto sea mentira, un mal sueño; que Leto esté vivo. 

Pego un salto en la cama cuando escucho que los cubiertos chocan violentamente contra el recipiente de metal que contiene la comida y antes de que pueda voltear a ver qué sucedió, tengo las manos de Jimin en mis mejillas apretándolas fuerte y obligándome a verlo.

— ¿Piensas que eres la única que sufre? ¿La única que la está pasando mal? — siento como sus dedos se entierran en mi piel y se interponen en el camino de mis lágrimas. Tiene los ojos brillosos y negros. Me parece un extraño, no el Park Jimin que conozco. — Tu hermano te dió una segunda oportunidad sin pedir nada a cambio, ¿y así se lo agradeces? ¿Llorando sin parar en lugar de disfrutar la vida? —.

Esta vez no se molesta en disimular sus verdaderos sentimientos.

Quisiera que tú estuvieses muerta y que Leto estuviese vivo. Eso es lo que sus ojos dicen y  no se atreve a decir en voz alta. También noto el dolor que siente por haber perdido a su amigo. Y enojo, porque yo soy la causante de que él ya no esté más con nosotros.

Sus palabras, las que dice y las que no, su mirada, el modo en que sostiene mis mejillas, me hacen dar cuenta de que sólo he estado pensando en mi dolor. Olvidé el suyo y el de Helen. Permanezco en silencio, con los ojos puestos en los suyos y repitiendo cada palabra que me dice, una y otra vez en mi cabeza. 

Leto me dió una segunda oportunidad.

Jimin aleja sus manos de mi rostro lentamente pero sigo sintiendo sus dedos presionando mi piel. Baja la mirada y sólo se escucha su respiración, inhalaciones y exhalaciones profundas, como si estuviese recuperando fuerzas. O tal vez sea la mía, no sé. Se ve tan vulnerable y débil, como un niño tratando de encontrar a su madre. Estiro el brazo para poder tocarlo pero no me atrevo a apoyar mi mano en la suya porque tengo miedo que la aparte.

|| Just One More Day || Jimin ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora