El sonido del despertador rompió la tranquilidad de la mañana. Mei entrecerró los ojos, acostumbrándose a la luz que entraba por la ventana. No estaba en su departamento, sino en la casa de los Asahina.
Respiró hondo y se sentó en la cama. Su uniforme escolar estaba doblado sobre una silla, listo para su primer día de clases. Otro cambio en su vida.
Se vistió con movimientos automáticos, revisó su bolso y bajó las escaleras.
—Buenos días —saludó al llegar al comedor.
—Buenos días, Mei —respondió Ukyo con su tono sereno de siempre. Luego frunció levemente el ceño al notar su ropa—. Ese uniforme...
—Es el mismo que usa Iori-san —murmuró Ema, quien estaba sentada en la mesa con un gesto amable, aunque su sonrisa no le pareció del todo genuina.
—Así es, asistiré a su escuela —explicó Mei con calma—. Tú debes de ser Ema, ¿verdad? Es un gusto conocerte.
Ema asintió con entusiasmo.
—¡Sí! Me emociona tener una nueva hermana.
Mei le devolvió la sonrisa, aunque algo en el tono de Ema le hizo sentir que ese entusiasmo era más una cortesía que una emoción genuina.
—Deberías esperar a Iori —sugirió Ukyo—. Será mejor que vayan juntos.
Mei asintió y terminó su desayuno en silencio.
El camino a la escuela fue tranquilo, aunque la atmósfera se sentía pesada. Iori no era exactamente una persona conversadora. Su expresión, siempre serena, tenía un matiz de melancolía difícil de ignorar.
Mei desvió la mirada, tratando de encontrar algo de qué hablar, cuando de repente tropezó con un desnivel en la acera.
—¡Ah!
Antes de que pudiera caer, sintió una mano firme sujetándola del brazo. Iori la sostuvo con facilidad, evitando que se lastimara.
—Ten más cuidado —le dijo con voz tranquila.
Mei parpadeó, un poco avergonzada.
—Gracias... No suelo caerme, fue un descuido.
Iori asintió sin decir más, y el silencio volvió a instalarse entre ellos. Mei suspiró internamente. Definitivamente no era fácil entablar conversación con él.
Cuando Mei regresó a la casa, se encontró con Tsubaki y Azusa conversando en la sala.
—¡Bienvenida! —dijo Tsubaki con energía—. ¿Qué tal tu primer día?
—No estuvo mal —respondió Mei—. Fue... interesante.
Antes de que pudiera seguir, una voz familiar interrumpió la conversación.
—¿Mei?
Mei giró rápidamente hacia la entrada. No podía ser...
—¡Futo! —exclamó sorprendida al ver al joven de cabello rubio.
Futo la observó con una mezcla de confusión y arrogancia.
—¿Qué haces aquí?
—Viviré aquí a partir de ahora.
Antes de que Futo pudiera responder, Ukyo intervino con calma.
—¿Se conocen?
Mei asintió, pero antes de que pudiera explicarlo, Futo lo hizo por ella con una sonrisa ladina.
—Claro, después de todo, Mei es mi novia.
El aire pareció congelarse en la habitación.
—¡¿Qué?! —exclamaron al unísono Azusa y Tsubaki.
Mei rodó los ojos y cruzó los brazos.
—No exageres, es solo por trabajo. Nuestra agencia nos emparejó como la "pareja perfecta de idols" para aumentar la popularidad.
—Eso no cambia el hecho de que deberías llamarme "senpai" —añadió Futo con diversión.
Mei entrecerró los ojos.
—Eso solo es frente a las cámaras, mocoso engreído.
—Oh, ¿eso crees? —Futo sonrió con burla.
En un segundo, Mei se lanzó sobre él, despeinándolo intencionalmente.
—¡Mi cabello! —exclamó Futo, tratando de arreglárselo desesperadamente.
—¡Mi celular! —Mei frunció el ceño al ver que su teléfono había caído al suelo en el forcejeo.
Tsubaki aplaudió divertido.
—Vamos, Mei, ¡acaba con él!
Ukyo suspiró y masajeó su sien.
—¿Es mucho pedir que no conviertan la sala en un campo de batalla?
Mei soltó un resoplido y dejó ir a Futo. Su cabello estaba completamente revuelto, pero aún así mantenía su arrogante sonrisa.
Definitivamente, la vida en la casa Asahina iba a ser más caótica de lo que había imaginado.
Y apenas estaba comenzando.
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Amada Hermana •Brothers conflict•
RandomMei Asahina, hijastra de la hermana de Miwa, ve su vida dar un giro drástico tras una terrible tragedia que la deja sin el apoyo de sus padres. Al enterarse de su situación, Miwa, madre de trece hermanos, decide acogerla en su hogar para que no enfr...