Déjame morir.

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Estaba demasiado destrozado,
apenas me mantenía en pie.
Las drogas, los problemas,
habían envenenado mi alma,
también habían jugado sucio con mi cuerpo, pero eso no importaba.
Ya no tenía por lo que vivir,
y así porque sí, apareces tú y desordenas mi sistema, dejándome caer [otra vez],
caí presa en sus garras, mentirosa, puta, pero bella, dolía en las entrañas.
Usado como un viejo condón,
me querían de recuerdo, yo sólo quería morir y no me dejaban,
no me dejaba.
Nací esclavo de mentes cerradas,
y no se acepta la necrofilia, por eso sigo vivo, dejadme morir,
aunque sea por instantes que sean el reflejo de lo eterno.
¡Qué frío hace hoy!

Sin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora