Cautiverio en pleno vuelo,
soy un águila atacante.
Monocromancia y otros lugares,
me enseñas cada átomo de mi existencia e irregularidades: empiezo a comprenderme.
Suspiras, grito.
Vivimos en milisegundos toda una distorsión caótica, me gusta.
Cauterizante y volátil;
invariable y catatónica,
también canónica y otras muchas.
Os cuento cómo una noche, en pleno invierno, conseguí cazar mi primera presa.
Ser más bello e imponente, estúpido por naturaleza y egocéntrico, destructor de tierras y otros planetas y satélites.
Me arranqué una de mis plumas plateadas y acabó directa en su garganta, dejándolo sin luz ni voz y todo a su alrededor gritaba,
y cómo me reía.
Un cuerpo tan traslucido como la noche y más.
Le beso tan desnudo y muerto como una resurrección y menuda desgracia.