Prólogo 2: Mercenaria de negro

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Había una cabaña en el reino de Hyrule, muy lejos de los poblados, apartada en los prados, y allí vivían dos niñas sin más familia. Una chica de blanco, con aguamarinos ojos y cabello largo ondulado, de orejas redondas y portando en su espalda una espada blanca. Una chica de negro, con ojos ambarinos y cabello corto, el flequillo hacia la derecha, orejas en punta, una cinta roja atada a un mechón, y su espada negra en la cintura.

Solas vivían y muy felices eran estando juntas. Mas era una época de oscuridad, el Rey de las Tinieblas era dueño del trono, el reino se volvió corrupto, pero no había nada que hacer.

"El héroe vendrá algún día y nos salvará a todos" Decía la de blanco, la de negro jamás estaba convencida. Y después de la última vez que dijo tal frase, la de negro prefirió ir a hacer las compras en el poblado Kakariko, por lo menos allá todavía había un poco de libertad. La de blanco quedó esperando en casa.

...

¿Y si no se hubiera ido? Quizás no hubiese diferencia. La cabaña está ardiendo en llamas.

La de blanco intenta huir del fuego, pero poco se puede cuando la flama sube en el marco de la puerta, ¿cómo salir? ¿Tiene tiempo de pensarlo? No. Es tarde para pensar, un filo vuela hasta su nuca, ha atravesado su garganta enseguida.

...

Por el campo corre la de negro en pánico, sabiendo el aislamiento con el que vivían, su casa era la única de la cual podría emanar humo y fuego. Su mayor preocupación, sin duda era su mejor amiga.

Desgraciadamente estaba en lo cierto y su casa estaba ardiendo en un incendio. No dudó ni un instante en querer entrar, pero apenas dar un paso, la inercia la dejó a merced de una daga que iba hacia su frente...

Mas esta fue detenida por la mano de alguien. La de negro cayó de rodillas viendo hacia la puerta, pero no había nadie que pudiese atacar. Dirigió su mirada a quien la salvó, y resultaba ser un miembro de la misteriosa tribu Sheikah.

"¿Quién...? ¿Sheik?" Fue lo que ella pudo decir.

"Sinda..." Fue la respuesta del que aún sostenía la daga, aún cuando de su mano caían gotas de sangre.

Ella se puso de pie, con las piernas temblando, tan sólo corrió adentro, llevándose quemaduras que no le importaban, gritando a todo pulmón el nombre de su amiga, Naikaria.

La encontró, pero encontró el cuerpo inerte de ella, con una daga atravesando su cuello, una imagen perturbadora que rompió con su fortaleza. Con el corazón hecho pedazos se arrodilló tomando a su amiga en brazos, llorando a gritos, desgastando toda su voz.

...

"Descansa Naikaria, que las diosas cuiden tu sueño por siempre"

Tachado en la lápida de aquella solitaria tumba, en medio de la nada, de aquel prado, sin un funeral ni más que su único ser querido frente a la tumba que fue puesta hace dos años.

Sinda: Naikaria... Yo... Me convertí en mercenaria, así que no he pasado hambre... Pero no sé que más hacer desde ahora... No vendrá ningún héroe a ayudarnos, los héroes no... No son más que nombres que ya no se usan...

En su cintura portaba la espada blanca de su amiga, esa era su promesa, para que siempre tuviese la ilusión de estar junto a ella, aún si era una ilusión vacía. ¿Su espada negra? En la tumba de la de blanco, para descansar junto a ella.

Sin animos, sin sueños, sin rumbo, la de negro cubrió su cabeza con la capucha negra que siempre llevaba.

Sinda: ¿Qué puedo hacer? Sin ti...

???: Puedes hacer algo.

Habló una voz femenina a su espalda. La de negro volteó, pero al instante cayó hacia abajo, a un portal bajo sus pies, sin darle tiempo a reaccionar sólo se la llevó.

The Heroes of AikamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora