Capítulo 1

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Coloco mi mano en la manija de la gran puerta, mientras escucho decir un último "Que tenga un buen día señorita Woodley". Abro la puerta, veo a la gente de afuera trabajando, concentrada. Suspiro pesadamente. No podía creer lo que estaba haciendo. No podía pensar en que tenía que volver al lugar del que huí, no quería revivir los momentos más tristes de mi vida. No quería recordar. Salí de la oficina y tome mis cosas que se encontraban en el escritorio. Alessandra, la chica de la cual me hice amiga desde que llegue, me esperaba con un vaso de café. Le sonreí mientras me acercaba.

-¿Ya te vas?-pregunto con una mirada triste, ella era una de las mejores maquillistas del estudio.

-Si, mi vuelo sale en dos horas-contesté.

-¿Ya le dijiste a Jackson?-me pregunto

-Si ya lo hice-contesté

-¿Y?-pregunto ansiosa.

-Ahorita te cuento. ¿Vamos por donas?-pregunté

-Si me parece bien-dijo, caminamos al estacionamiento. Llegamos donde se encontraba aparcado mi auto. Deje las cosas en la cajuela, me subí al auto al mismo tiempo que Ale. El ambiente estaba sumido en un abrumador silencio. Me coloque el cinturón de seguridad y puse en marcha el auto.

-¿A la cafetería de Betty?-preguntó Ale.

-Si, esta bien-dije, me dirigí a la cafetería. En el camino me platicó a quienes le toca maquillar para el nuevo proyecto del estudio. Durante la charla de ida a la cafetería me tomé el café. Llegamos a la cafetería y aparque el coche enfrente de ella. Entramos al local, no estaba tan lleno ya que eran las once de la mañana. Nos sentamos en una mesa cerca del ventanal. Siempre venimos a desayunar aquí. Zoe, una de las camareras se acercó a pedir nuestra orden.

-Hola chicas. ¿Qué van a pedir?-dijo con una radiante sonrisa.

-Yo quiero una malteada de vainilla y una dona con glaseado rosa con chispas de colores-dije, ella lo anotó rápido, luego miro a Ale.

-Yo quiero un café y unos churros-dijo Ale

-Bien en unos momentos se los traigo-dijo y se fue.

-¿Y bien?-dijo Ale-¿qué te dijo?

-Que estaba bien, que lo necesitaba. Qué era todas las vacaciones que en los tres años de trabajar ahí, no me las había tomado. Y que era algo repentino dado el caso de que se lo dije el mismo día en que me voy.

-Tiene razón, tres años de no querer vacaciones te iba a volver loca.

-Si, pero prefiero quedarme aquí a tomar mis vacaciones que regresar a Italia.

-¿Es por lo que paso?

-Si.

-¿Es tan malo?

-No, es triste.

-Aquí esta su orden-dijo la camarera dejando nuestros pedidos en la mesa. Le di un sorbo a mi malteada y una mordida a mi dona. Ale se preparó su café y se comió un churro. 

-¿Y Roosevelt?-pregunto. Roosevelt era mi gato, la mejor compañía que pude tener.

-Se va a ir conmigo.

Mientras Ale comía sus churros, revisé los correos del trabajo que me esperaba. A pesar de irme a Italia por un tiempo, iba a continuar trabajando a distancia. Mi celular comenzó a sonar, era mi hermana, Alice. Tome la llamada.

-Hola Alice-dije sin muchos ánimos.

-Hola, Shai.

-¿Qué pasa?

-¿Dónde estas?

-¿Para qué llamas?

-¿Ya llegaste al aeropuerto?

-¿Qué hora es?

-¿A qué hora dices que sale tu vuelo?

-A la una de la tarde

-¡Sí! Gane- hice una mueca de fastidio. Era un juego que hacíamos desde niñas que se convirtió en costumbre.

-¿Para qué me hablas?-pregunté disgustada.

-Sólo quería ver si tu vuelo ya había salido.

-No aún no.

-No oigo ruido. ¿En dónde estas?

-En una cafetería.

-A una hora de abordar. Shai si no te vas ahora perderás el vuelo.

-Lo sé, sería lo mejor.

-¿Qué acaso no te preocupo? -aquí viene toda la sensibilidad que detesto.

-Por supuesto. Por eso estoy haciendo el esfuerzo

-Han pasado diez años Shai.

-Pero no quiero recordarlo. No entiendo como vives allá.

-Porque todo me recuerda a ellos y es hermoso sentir que siguen vivos. Deberías intentarlo.

-Bueno me tengo que ir.

-Tienes que desaho......-colgué.

No me gustaba hablar del tema, no me gustaba enfrentarlo.

-Bueno me tengo que ir.-dije poniéndome de pie. Ale hizo lo mismo y se acercó a darme un abrazo, ella era más alta que yo por cinco centímetros.

-No dejes que tu pasado te atormente ni que te persiga-susurro en mi oído. Ella ha sido de las pocas amistades que desarrolle en Los Angeles y a pesar de que nunca le  he comentado porque no regresaba a Italia o todo lo que pasó allá, siempre me ha apoyado.

-Gracias, lo tendré en cuenta-dije ansiosa, ya no podría seguir huyendo- Perdón por no llevarte de regreso al estudio.

-No te preocupes necesito caminar. Te voy a extrañar.

-No es mucho tiempo.

-Cuídate

-Si, hasta luego.

-Bye-tome mi celular y las llaves del coche de la mesa. Este va a ser un largo viaje. 

Volverte a encontrar- sheoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora