Capitulo 38 [ Preparando el armamento]

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― estáa dos metros, yo no puedo tomarlo, me volvería a quemar las manos como aquellavez.

― Lo tomare ―asiento caminando hacia el agujero, levanto mi mano y cierro los ojos en búsqueda de su presencia, al final la noto. Esta frio... abro los ojos y hago que este se eleve hasta llegar a mis manos, veo que la muchacha se aleja de mí con temor a que este la queme.

― quiero que olvides todo lo que paso, olvida que robaste el medallón de la princesa Galatea ―le ordeno mientras muevo mis manos penetrando su mente y creando nuevos recuerdos― quiero que salgas de aquí y cumplas con tu misión, cumple tu destino. Ayuda a la princesa de Frydah a recuperar su trono y tu gente será recompensada por ello.

― Hare lo que usted me ordene ―responde saliendo de la casa, sostengo con fuerza el talismán sintiendo la energía de la última llave.

...

Pov Galatea.

― es ella ―digo en voz baja mientras veo salir a la bruja. ¿Dónde está Elizabeth?

― ¿y Lizz? ―pregunta Aaron levantándose de golpe y corriendo hacia la casa.

― ¡Hermano! ―le grito y salgo detrás de él, no sin antes esquivar la mano de Karle.

― algo paso ―me responde sin dejar de correr, para cuando estamos enfrente de la casa Rohan y Karle ya están detrás de nosotros.

Elizabeth sale tranquila de la casa con el talismán en su mano, ¡Mi talismán! Corro hacia ella y esta me detiene levantando su mano y colocándola sobre mi pecho.

― Aun no ―dice seria, levanto una ceja y miro a Aaron― las tropas ya vienen, tenemos que prepararnos para la batalla.

― ¿pero qué mierda estas diciendo? ―le pregunta alterada Karle.

― el rey sabe que estas acá ―responde tranquila tomándome de la mano― tenemos que ir a un lugar primero.

― ¿Cómo que la guerra ya está por comenzar? ―le pregunta confundido Rohan.

― todos saben que estas viva ―responde Elizabeth― yo fui la que difundió el rumor, y lo voy a confirmar con aquella bruja.

― ¿Por qué? ―le pregunto con dolor, es casi como una traición...

― porque es el tiempo de que recuperes lo que es tuyo por derecho.

"un día antes"

La tensión se sentía en el centro de la ciudadela de Cáliz los cinco grandes guerreros de Frydah habían recuperado ese terreno y tenían un pequeño grupo de guerreros hadas y humanos dispuestos a luchar.

― Esto es ridículo ―niega Nathaniel moviendo sus manos con nerviosismo― no podemos guiarnos por un sueño.

― es lo único real que tenemos en años ―le replica Ceriali― yo confió en las Lailas.

― Igual que yo ― responde con un gruñido― pero...

― tenemos que confiar en el sueño de Calabai ―asiente Apol mirando el mapa de guerra que tenía sobre la mesa.

― es ridícula una guerra en este momento ―insiste Nathaniel― somos un millón de soldados contra mil millones.

― la mitad de ellos son hadas ―responde Ceriali con confianza― entrenados por nosotros, confió en nuestra capacidad.

― Estas temiblemente callado Calabai ―interviene Breiant mirando fijamente al muchacho, este solo alza la mirada. Su cabello negro cae con delicadeza sobre sus hombros, los hombros están afligidos en su fuerte cuerpo.

― Algo me inquieta ―responde este mirando a sus amigos― es que...

― ¿Qué más viste? ―lo interrumpe Ceriali acercándose al muchacho.

― Vía a Galatea... ―responde en susurro, todos se quedan callados y mirándolo fijamente. Calabai niega y se levanta.

― Calabai ―le dice Ceriali con voz calma y tierna― ella esta....

― Muerta lo sé ―responde por ella, enojado. Todos se quedan pasmado ante su reacción, era la primera vez que este hablaba de lo que había pasado aquella noche― peo les juro que era ella, era Galatea... pero... en otro cuerpo.

― ¿Cómo que otro cuerpo? ―Agrega rápidamente Breiant― eso es ridículo

― No sé el por qué, solo sé que era ella ―niega colocando su mano en su cuello― sé que lo era niega mirándolos inquieto pero vuelve a sentarse colocando sus codos en sus rodillas y tomando sus manos― Jamás olvidaría sus ojos... es ella. Está viva.

― yo creo que la soledad ya lo afecto ―responde en susurro Apol a Nathaniel.

― Tenemos que ir a organizar las armas para la batalla ―ordena Breiant mirando a sus compañeros. Estos asienten y salen menos Calabai y Ceriali. La mujer se acerca a este con cautela, podía sentir la incomodidad del momento pero aun así se sentó a su lado y coloco su mano derecha en el hombro del abatido chico.

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