Capitulo 45 La batalla final

41 5 1
                                    


La bruja me mira con una sonrisa radiante mientras el rey afloja su agarre y aprovecho para pegarle un fuerte puño en su cara. Este pierde estabilidad y cae al suelo, dejándome completamente libre.

― Colócate los anillos ―me ordena la bruja colocando un pie sobre el pecho del rey― y destruye el campo de energía que tiene gobernado a tu país.

― Gracias ―asiento y tomo mi espada.

― No me lo agradezcas, más bien págame el doble ―responde moviendo su cabeza hacia la estancia, no había notado la gran cantidad de seres oscuros peleando contra... ¡las brujas del clan de dientes de hierro!

Corro por el gran lugar esquivando uno que otro golpe y ayudando a apuñalar a algún ser, diviso a lo lejos el trono. Esta solo, genial. Corro con todas mis fuerzas mientras mi talismán golpea contra mi pecho. Ya está, por fin voy a liberar a mi pueblo y a Xantho. Ya estoy a casi a dos metros de los anillos pero el resplandor oscuro de Alison me hace detener en seco.

No la había visto desde que me mandaron a la casa de campo. Su cuerpo está más fuerte, su cabello es corto ahora, pero sus ojos... Ya no son los mismos ahora es un mar negro.

― Deja eso ―le ordeno acercándome con cautela.

― Vaya, Galatea ―dice mirándome con una enorme sonrisa― que gusto verte viva... bueno seamos sinceros, odio verte con vida.

― Sabes, lo mismo digo ―le respondo con profundo odio.

― Ya, lo imagino ―responde mirándolos anillos― son hermosos no.

― Déjalos en su lugar ―le ordeno de nuevo con el miedo de que alguien me ataque por detrás.

― Sabes, siempre quise sentir el poder de la oscuridad.

― Es un poder que jamás pobras controlar ―le advierto acercándome más a ella.

― Y tu tampoco, eres una simple humana.

― No, soy tu princesa y me debes lealtad a mi.

― A ti, al rey de Xantho... a las diosas ―responde meneando la cabeza con desgana― que aburrido no crees ―ok no estoy para palabrerías, estamos en medio de una maldita guerra. Asi que me pongo en frente de ella con la espada en guardiana.

― Déjalos por una maldita vez Aleson, no quiero tener que lastimarte.

― No te mientas ―responde levantando su espada de hierro puro― quieres atravesarme con esa espada y vengar todo lo que les hice.

― No sería ni tan mala idea ―asiento con una sonrisa― mataría dos pájaros de un solo tiro.

― Jamás mataría a uno de los tuyos.

― Tú lo has dicho, uno de los míos. Pero tú, ya no eres de los míos ―y con esto me lanzo con todas mis fuerzas hacia su estómago, tomándola desprevenida por completo. Le entierro la hoja de hierro hasta que me detiene el mango de la espada.

Sus ojos se agrandan y me mira totalmente desconcertada yo suelto la espada y la dejo caer, la sangre comienza a brotar por todas partes. Me enderezo y le quito los anillos de las manos. Estos reaccionan automáticamente en mis manos, me coloco un anillo en cada mano desplegando una gran corriente por todo mi ser. Comienzo a oír voces de mujeres pidiéndome órdenes. Deben ser las diosas.

― Acaba con toda la oscuridad del planeta ―Digo con voz fuerte cerrando mis ojos con fuerza mientras la sala de ilumina por completo, la paz se apodera de mi cuerpo, la fuerte luz blanca me ciega y me priva de todo hecho.

Vuelvo a oír las voces pero esta vez me quedo con una sola. Es mamá.

― Que valiente has sido mi niña ―el sentimiento es enorme, es como si su presencia estuviera dentro de mí― has peleado fuerte, y ahora la paz volverá a tu pueblo y a los demás, la maldad fue reprimida y llevada a su lugar de origen, las diosas te deben un favor a cambio de tu ayuda a acabar con el mal.

― ¿Un favor? ―repito a la luz blanca.

― Así es, puedes pedir lo que quieras hija ―responde con una sonrisa en su tono― pero hija, no pidas nuestras vidas.

― ¿Por qué? Yo quiero que vuelvan a estar mi lado.

― Nosotros igual, pero hay cosas que jamás podrán ser repuestas. Y era designo de las diosas que ese día muriéramos.

― Mamá ―respondo con un nudo en la garganta.

― Anda, pide lo que tu corazón te dicte.

― Quiero que todas las personas inocentes que murieron vuelvan a la vida ―digo con voz fuerte mientras la fuerte luz blanca comienza a desvanecer, hay alguien enfrente de mi pero... la luz aun es muy fuerte como para reconocerlo.

Esta baja y por fin puedo verla, es mi madre. Corro hacia ella y me sorprende el hecho de no traspasarla como en mi recuerdo, no. La tengo en mis brazos ¡realmente la tengo! Las lagrimas escapan de mis ojos sin permiso y me permito llorar en sus brazos ella me acuna con los suyos y comienza a besar mi cabeza con amor.

― Mi pequeña.

― Te he extrañado tanto ma ―le digo con dificultad― no sabes cuándo te amo.


Earth of glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora