Capitulo 39 [Una muerte a traición]

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― Tenemos que ir a organizar las armas para la batalla ―ordena Breiant mirando a sus compañeros. Estos asienten y salen menos Calabai y Ceriali. La mujer se acerca a este con cautela, podía sentir la incomodidad del momento pero aun así se sentó a su lado y coloco su mano derecha en el hombro del abatido chico.

― debo de verme bien jodido para que me tengas compasión, Ceriali ―le dice el chico con una medio sonrisa, la mujer solo suspiro y lo miro fijamente.

― sabes a la perfección que yo te estimo... ―responde algo avergonzada bajando la mirada.

― Ceriali ―dice el chico mientras trata de tomarle la mano a la chica pero esta se levanta y se va dejándolo solo.

...

El camino se hace cada vez más estrecho a medida que avanzamos, tomo a Rohan de la mano para ayudarme a sostener ya que la poca comida que hemos tenido en estos últimos 5 días estamos muy mal físicamente; o por lo menos yo.

Miro a Elizabeth quien es la que lleva la marcha no se adonde, este lugar está en ruinas y mi memoria falla en varios detalles, volteo a ver a Karl y puedo notar la tensión en su cuerpo.

― ¿todo bien? ―le pregunto y ella solo alza la mirada y asiente.

― este es el lugar ―informa Elizabeth deteniéndose en la entrada, un arco de piedra de alza sobre su cabeza y en seguida siento que el alma se me cae al piso.

Esta tan cual lo recuerdo; aunque en realidad solo vine aquí una vez. La laguna rodea las sepultura de piedra, una fina capa de hierba rodea el suelo de concreto, corro a Rohan y a Elizabeth y entro al lugar, aquí hay as de 500 años de historia de mi pueblo.

Camino con cuidado con temor de ser expulsada de este terreno sagrado, pero tal parece que aun siendo humana puedo entrar, miro las sepulturas de mis ancestros pero me desvió en dos que no estaban la última vez que había venido acá.

El corazón se me comprime al leer los nombres de mis padres en las lapidas, caigo de rodillas con las lágrimas cayendo de mis ojos. Al fin y al cabo sí pudieron recuperar sus cuerpos. Comienzo a gatear hasta las tumbas y me caigo sobre estas, y libero todo lo que he retenido desde que recupere mi memoria.

― lo siento... ―les digo en voz baja sin para de llorar― fui débil.

― no eres débil ―oigo que me reconforta Rohan colocando su mano sobre mi hombro.

― Rohan ―me levanto y me aferro a sus brazos, en lo único que me he sentido segura en esta nueva vida.

― Galatea... ―oigo que me llama Elizabeth con cuidado, alzo la mirada y veo una cara llena de amor y compasión― tienes que tomar el traje de tu Ancestro.

― ¿Quieres que habrá la tumba? ―le digo secándome las lágrimas.

― Cuando enfrentes tu destino, deberás tener el traje de la primera Hada en Frydah ―Asiente extendiéndome la mano, la tomo y me levanto.

― Está bien ―asiento y miro fijamente la tumba de centro.

Sobre esta está una gran estatua de Galatea I. rodeo la tumba de mis padres para llegar a su tumba, miro el suelo.... ¿Cómo demonios lo voy a romper? Es una enorme piedra. Miro a Aaron quien asiente, suspiro y me inclino, cierro los ojos y coloco mi mano sobre la piedra y dejo que mi poder fluya por mi cuerpo. Siento como la poca magia que tengo dentro de mí sale de mi columna vertebral y recorre todo mi cuerpo hasta llegar a mi mano derecha.

¡Pack! Abro los ojos rápidamente y miro la piedra rota justo por la mitad. Sonrió y miro a Elizabeth, ella se acerca rápidamente y con sus poderes corre un poco la inmensa piedra. Una fina de nube de polvo se desprende del hueco, la retiro con la mano e introduzco la otra. Comienzo a palpar pero no siento nada, así que comienzo a moverme hacia arriba y siento algo; tiro de esta y saco la ropa de Galatea I.

― este es el traje ―anuncio colocándome de pie y tomando la gruesa tela color verde oscuro, Elizabeth y Rohan sonrientes.

¡Slish! Oigo el sonido de la espada desvainándose y seguido de ello el grito de dolor de Aaron. Elizabeth y Rohan se voltean rápidamente y yo me abalanzo sobre ellos para ver cómo termina de salir la espada de Karle de la espalda de Mi hermano Aaron.

― lo siento, pero no puedo dejar que pase ―dice con los ojos llorosos, empujando el cuerpo inerte de Aaron a las profundas aguas.

G~o


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