Capitulo 43 [El asalto]

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Vamos casi a mitad de pasillo cuando Elizabeth nos obliga a detenernos, coloca su dedo índice en sus labios y mira hacia al frente esperado a que algo o alguien llegue por esta. Pero solo se aparece un pequeño gato perro. Recuerdo que a Joshua le encantaban los perros de caza, una vez que estuve en Xantho me llevo de caza, yo horrorizada por semejante barbaridad cure al animal con poderes que jamás le vi a alguna hada. El solo sonrió y me dijo que sería una buena reina, creo que las apariencias engañan.

Seguimos caminando dejando al animal recorrer su camino y nos encaminamos ahora a las escaleras del servicio, bajamos rápido pero en silencio hasta la primera planta. Un fuerte estallido proveniente de la batalla de afuera llega a nuestros oídos, miro a Elizabeth quien me toma de la mano y asiente.

Seguimos caminando hasta que otro duro golpe da contra el castillo.

― Catapultas ―comenta Rohan en susurro.

― ¿A caso quieren destruir el castillo? ―digo más que todo indignada.

― No, solo están matando más fácil a los soldados ―niega Elizabeth

― Tenemos que ir a donde el rey. Hay que quitarle las dos llaves, en cualquier comento podrá llamar a el mundo de las sombras― dice Rohan mirándonos de reojo.

― ¿Cómo lo mataremos? ―pregunto más que todo confundida.

― Para eso tenemos un Laila y a ti ―responde con una sonrisa en sus labios.

― Pero como cojones vamos a llegar y meternos a la sala real ―insisto nerviosa.

― a ver ―se detiene de repente Rohan provocando que choque contra su espalda― ¿Te recuerdas las entradas en la parte superior de la sala real?

― Si, siempre me escabullía en ellas para oír sus... ―comienzo a decir mientras este alza una ceja y me mira serio― ay vamos, eso fue hace mucho...

― Esta bien ―niega este y sonríe bajando la mirada― ok bueno, entonces asaltare por ahí. Elizabeth tú al otro extremo y tu ―me señala y de sus labios se forma una sonría maliciosa― entraras a tu a la sala como la dueña que eres de este castillo.

― Estas loco ―niego sintiendo como el hormigueo comienza a crecer en mis manos.

― Claro que lo está ―concuerda Elizabeth― pero es la mejor manera ―asiente y me mira tomándome de los hombros― estaremos con tigo y tu vencerás este día, no vas a estar sola mi querida princesa

...

Mi cuerpo se tensa mientras camino hacia la sala del trono, sostengo con fuerza la espada de Rohan tratando de mantenerme segura. No sé cómo demonios hare esto, digo... apenas y tengo la fuerza de sostener esta arma, ¿cómo carajos podré enfrentarlo? Ok calma, me detengo en la puerta respiro profundamente y la empujo.

Lo primero que observo son siete guardias protegiendo el trono, el rey emperador está sentado en el trono que con una enorme corona en su cabeza. Su cabeza reposa en su mano derecha y se puede notar la aburrición en su rostro. Lo miro fijamente mientras comienzo mi entrada, este sigue con la misma expresión.

― Te recordaba más alta ―dijo este sin siquiera enderezar su cuerpo.

― Debe ser porque soy humana ―respondo arrastrando las palabras.

― Tal y como yo ―asiente con una medio sonrisa.

― Yo no soy como tú, yo jamás mataría a los míos ―respondo con asco sin dejar de caminar y verlo fijamente.

― ¿Cómo es que re viviste? ―comenta sin mover ni un solo musculo.

― Creo que eso se lo puedes preguntar a Aleson ¿no?

― Ah tu hada del oeste ―comenta levantándose y sonriendo― una gran guerrera, sabe. Creo que ese ser ha matados más hadas que ni yo mismo.

― Bueno, tú siempre dejas el trabajo sucio a los demás ¿no? ―mi talismán comienza a vibrar sobre mi pecho, pero aun así sigo moviéndome hasta quedar a tres metros de los guardias quienes están observando a la puerta.

― Pues, soy el rey de Frydah y Xantho y no debo ensuciarme las manos con criaturas insignificantes ―responde mirando los anillos negros de sus dedos. Mi talismán comienza a vibrar con mayor intensidad. Esas deben de ser las llaves restantes.

― Claro, como usted es todo un hombre de bien, quizás cuando se muera se convierta en un dios ―le sigo el juego sonriéndole con carisma esto me enferma.

― Déjate de palabrerías y termina lo que has comenzado.

― Con gusto.

El suelo comienza a rugir, tomo con fuerzas la espada lista para que los guardias se me lancen a atacar, pero en vez de ello veo como una de las paredes de la sala del trono comienza a resplandecer. La pared tiene un circulo de unos 5 metro de alto y ancho el cual lo traza una extrañas runas que jamás había visto. Desvió mi mirada al rey y noto como su sonrisa macabra se despliega, los guardas se alejan de la estancia dejándome totalmente sola con esta; ayúdame, Rohan.

Una fina capa negra rodea el círculo, el Igor a demonio se desprende por toda la sala pero me niego a mostrar desagrado. Coloco la espada en posición, lista para que el demonio de la oscuridad salga, pero... Lo primero que veo es la larga espada de oro blanco con la incrustación de zafiro en la empuñadura, seguida de su cuerpo. ¡Es Calabai!

Mis brazos pierden la fuerza dejando caer el escudo y la espada, siento como todo el cuerpo se me relaja y se tensa al mismo tiempo, el cosquilleo crece desde columna vertebral y rodea todo mi cuerpo comprimiéndome el corazón. Su mirada esta fija en mí, sus hermosos ojos azules me miran con esa intensidad con la que solía darme en las épocas de oro en mi vida.



Earth of glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora