Capitulo 44 [ Cumpliendo el trato]

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Mis brazos pierden la fuerza dejando caer el escudo y la espada, siento como todo el cuerpo se me relaja y se tensa al mismo tiempo, el cosquilleo crece desde columna vertebral y rodea todo mi cuerpo comprimiéndome el corazón. Su mirada esta fija en mí, sus hermosos ojos azules me miran con esa intensidad con la que solía darme en las épocas de oro en mi vida.

― Calabai ―Digo casi en susurro mientras este se acerca a mí con una enorme sonrisa, me siento hipnotizada por ella, me pierdo en ese profundo mar.

El levanta su mano para tomar la mía y como puedo lo hago tratando de tomarla pero el fuerte golpe de la mano de Rohan me retira del trance, lo miro desconcertada recuperando la movilidad de mi cuerpo. El niega y se lanza a Calabai, pero... ya no es el. Digo, jamás fue Calabai. Es un príncipe de los demonios.

Rohan se arremete contra el pero este sujeto es extremadamente ágil y lo esquiva con gran facilidad, tomo la espada y el escudo rápidamente y me dispongo a pelear contra el pero el rugido proveniente del círculo me hiela la piel presintiendo lo que va a salir de ese maldito lugar.

Lo siguiente es como si estuviéramos en una película de terror nivel Odin. Un enorme perro de dos cabezas sale por el agujero negro. Sus dos cabezas tiene infinitos dientes filosos y la lengua le descuelga por un lado, el cabello es gris y parece casi púas en lugar de pelo, las enormes pata tiene garras que hace rechinar en el piso de piedra; esto es horrible. Miro a Elizabeth quien esta recitando algo en una lengua que jamás en mi vida había oído, desvió la mirada y veo el rostro de Rohan, este no de nuestra miedo alguno. Solo una insaciable sed de venganza. Tomo con mayor fuerza mi espada lista para que el animal arremeta pero Elizabeth se coloca en frente de nosotros impidiéndonos el paso.

― Rohan encárgate del demonio, yo acabare con este ser y con los demás que salgan, Galatea ―comienza a decir mientras sus manos comienza a desprender pequeñas llamas color escarlata― Cumple con tu misión.

Asiento y me volteo hacia el rey, este sonríe como idiota mientras ve que me le acerco.

― En serio ¿crees que una simple humana me puede ganar? ―dice este en forma de burla mientras se quita el abrigo de piel y queda en un fina capa de lucha junto con su armadura.

― Una hada te va a mandar al mismísimo infierno ―le corrijo con odio.

― Bueno, no veo el hada. Pero bueno, será divertido matarte

― Sin magia ―le reprocho mirándolo fijamente, este me mira y toma su espada y se quita los anillos y los deja en el trono.

― Como quiera, su majestad ―hijo de puta, la sangre me hierve por todo el cuerpo. Comienzo a temblar casi de odio hacia este ser despreciable y asqueroso que tengo en frente, todo el sufrimiento que padeció mi pueblo por culpa de la ambición de un solo hombre, todo eso, lo va a pagar hoy con su muerte.

― te estoy esperando, Galatea ―me dice levantando la espada y bajando del estrado yo me quedo en el lugar mientras oigo los chillidos del animal y la espada de Rohan resonar contra el demonio.

Sostengo la espada con fuerza y arremeto contra él, este me esquiva y me devuelve el golpe pero soy o suficiente mente rápida y lo atajo con la espada haciéndolo perder un poco el equilibrio, este me mira desconcertado, pero toma la espada con ambas manos y se dispone a golpear una y otra vez con todas sus fuerzas. No voy a mentir; tiene una fuerza increíble. Cada golpe que atajo y respondo me parte la espada en miles de pedazos, pero aún sigo dándole y respondiendo sus ataques.

Duramos así por los siguientes minutos golpeándonos y esquivando la espada, hasta que por fin logro hacerle un corte en la rodilla, donde su armadura no protege su cuerpo, este da in respingo de dolor y se va hacia atrás lo miro por un segundo y luego siento el fuerte puño en mi cara, caigo al suelo como una rana aplastada, con la vista borrosa y miles de estrellas. Parpadeo varias veces tratando de recuperar la visión, pero el golpe fue certero.

― No eres tan fuerte, Galatea ―me dice riéndose fuerte mientras tomo la espada de nuevo y me levanto con dificultad, siento algo en el traje. Bajo la vista y veo el mundo de sangre que tengo. Genial, ahora tengo la maldita nariz rota.

― Soy más fuerte que tu imbécil ―le contesto limpiando con cuidado la sangre de mi boca sintiendo el sabor agridulce de mi sangre.

― te caíste con el primer golpe.

― Tienes pero la rodilla ―respondo con una sonrisa macabra. Este cambia las facciones de su rostro y comienza a atacar, lo detengo y rápidamente contra ataco golpeándolo en la espada como una forma de burla.

Este se devuelve y comienza a dar tajo tras tajo, lo único que puedo hacer es defenderme, parar cada golpe con la espada mientras el acorrala contra la pared. ¡Tengo que salir de su juego! Pero es demasiado tarde ciento la fría pared en mi espalda y con un giro de su espada me tira la mía al otro extremo. Estoy desarmada.

― Sera muy divertido matarte.

― Vas a perder ―le respondo escupiéndole en la cara dejándolo manchado de sangre y saliva este se limpia y me pone la espada en el cuello.

― ¿Así? Y dime, ¿Quién es el que sostiene la espada?

― No significa que vayas a ganar ―respondo mirándolo fijamente― podrás acabar con mi vida pero jamás podrás acabar con la sed de venganza... Eso jamás se va a morir... La esperanza los mantendrá vivos... Vivos en mi honor ―digo entre cortado ya que la presión que hace en mi cuello con el mango de la espada me está dificultando respirar.

― Que palabras más inspiradoras, pero sabes. Será todo un desperdicio porque nadie las oyó.

― No hay necesidad de que lo oigan, ellos ya lo saben.

― Si, ya lo creo ―asiente con voz quedada pero rápidamente alza su espada para dar el golpe final. Lo miro fijamente, desafiando su acto. Si voy a morir hoy, moriré con orgullo. Siento como su cuerpo se tensa para dar el golpe.

― Gaort, espero que no te vayas olvidado de mi ―oigo la voz de la bruja Demitra detrás de él. Este se queda quieto y voltea a verla, la bruja tiene una ropa diferente a la última vez que nos vimos― espero no haber llegado tarde, majestad ―responde mirándome fijamente.




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