Capítulo 4

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-No estoy de acuerdo.

Michael no estaba muy contento con la decisión que había tomado, al parecer.

-Lo sé, pero es mi decisión.

-Después de lo que te dijo…

Yo no decía nada más, solo estaba esperando a que se desahogara.

-Erin, sabes que te amo, eres mi mejor amiga y no voy a permitir que un estúpido como él te vuelva a herir. Quiero que seas feliz y sé que es tu decisión, pero nada más te voy a avisar que si te llega a hacer lo mismo que la vez pasada ya no lo verás más.

-Gracias por entenderme y créeme que se lo que estoy haciendo. Además solo tratare de conocerlo y de en verdad darme cuenta de cómo es en realidad.

-No te mientas a ti misma, por favor.

-¿Por qué lo dices?

-Porque ambos sabemos que te gusta… Y mucho.

No dije nada.

-Solo ten cuidado, ¿sí?

-De acuerdo.

-Y después de que me contarás lo que paso en la biblioteca y lo que te dijo, es obvio que quiere algo. Tal vez si este arrepentido, pero de todas maneras lo voy a tener en la mira.

-Te quiero, Michael.

-Y yo a ti, amiga –me dio un beso en la mejilla.

Justo en ese momento llegó Blake.

-¡Hola! –exclama alegremente.

No podía decirle a él nada de esto aún, no tenía el valor. Desde lo nuestro él había tenido novias, pero yo no había estado en ninguna relación y por alguna extraña razón sentía que no debía decírselo a pesar de que todo estuviera aclarado desde hacía ya muchísimo tiempo.

-¿Qué hacían? –prosiguió Blake.

-Hablando –respondí con extremada calma.

-Yo ya me voy –agregó Michael- Tengo algunas cosas que hacer.

Sabía a qué se refería, iría por Josh y quien sabe que le fuera a decir.

-¿Le dirás? –susurro cuando se acerco a mí para despedirse.

Negué con la cabeza mientras Blake nos veía con sospecha.

-¿Qué ocurre? –preguntó Blake cuando Michael se fue.

-Nada.

-Si –sonreí- ¿Quieres ir por un café o algo?

-O algo.

Los dos nos sonreímos y salimos a dar un paseo por las hermosas calles de Nueva York.

Olvidé por completo el otro asunto y me concentre en divertirnos. Hacía mucho que no hablábamos como lo estábamos haciendo ahora, en parte porque yo estaba lejos de la ciudad, para ser más específica en otro continente.

Hablamos de absolutamente todo, de mi tiempo en Inglaterra, de su tiempo aquí en Nueva York, de su familia, de la universidad y en un momento inesperado me preguntó sobre mi vida amorosa…

-No hay mucho que contar en ese aspecto, realmente. –dije.

-No te creo.

-¿Por qué no? –le sonreí.

-Porque eres demasiado hermosa para que eso sea verdad.

Me ruboricé y se dio cuenta.

-Quiero intentarlo de nuevo.

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