AUTOR: José / @JakemulLeozGareth
Tefy Allen solo era capaz de recordar una fiesta; amigas saltando al ritmo de la música electrónica; luces coloridas yendo y viniendo; el ambiente perfecto para un viernes en la noche. Después de eso solo nubarrones obscuros, golpes consecutivos en los dedos de sus pies y dolor en todo su cuerpo. Un olor a oríny humedad que le brindaba frio a lo largo del cuerpo.
Levantando sus parpados dejando a su vista difuminada al principio, ve una pared gris agrietada con manchas de color verde pertenecientes al moho, rueda los ojos de a poco deteniéndose en una puerta metálica negra invadida por el óxido. Sin fuerzas para ponerse de pie solo se sienta sobre sus piernas con la cabeza baja, viendo su reflejo en un charco que es impactado por una gota del techo.
En su cara tenía el rostro demacrado; el rímel corrido pareciendo lágrimas de alquitrán; su labial como si hubiera devorado carne fresca, recién muerta la res. Todo su cabello era un desastre; su ahora pelo rojo anteriormente era rubio. Acariciándolo con sus manos encuentra sus uñas finamente decoradas con esmalte ya quebradas; solo unos trozos seguían en su lugar mientras que otros ya no estaban renunciando a la carne viva.
Apoyando sus manos en el suelo helado para verse mejor en el charco, de su boca sale cual mosca del estiércol, su lengua rosada cortada sin simetría ondeando su reflejo. Aterrada se lanza hacia atrás gateando en reversa liberando cualquier rastro somnoliento en ella hasta golpearse la cabeza con algo acolchonado. Llevando sus manos a su boca abierta, palmea con temblor dentro de ella encontrando líquido aun tibio en el lugar donde correspondía su lengua y más atrás el resto que no había sido amputado.
Gritando y sacando sonidos guturales su piel se eriza al escucharse, tanto que el escalofrió clásico quedaba muy por debajo del horror que sentía en el momento. Acobardada es el turno de que sus lágrimas salieran pero un intenso dolor en los lagrimales la hace tallarse los ojos, sin embargo continuaba, ahora sintiéndolos a estallar similar a un globo que se infla demasiado.
Abandona su intento y en un movimiento desesperado opta por tranquilizarse aunque pareciera imposible en la situación que se encontraba. Nuevamente siente lo que quedaba de su lengua y escupiendo al suelo luego de ver sus dedos pintados, embarra de sangre el suelo. Recargando su espalda recuerda el golpe acolchonado, voltea de inmediato descubriendo un antropomórfico delfín sentado en una banca vieja, observándola con sus ojos relucientes de plástico y sonriéndole con su hocico mal cosido.
La botarga del delfín estaba toda sucia por colores y olores desconocidos, el único que resultaba familiar era el rojo sangre que lo salpicaba en todo el cuerpo, pero una gran cantidad del estaba en su mano derecha en donde sostenía una aguja larga con un carrete de hilo oxidados con el mismo tono de color. Se levanta y retrocede pisando su lengua hasta llegar a la puerta que había visto con anterioridad.
Recorre la superficie metálica con sus palmas consiguiendo encontrar la cerradura, agarra la perilla y tira del seguro abriendo el cuarto hacia el exterior, resultando en un largo pasillo sombrío con más puertas y un rectángulo de luz hasta el final del mismo.
-¿A dónde vamos Tefy?
La voz era tan cercana que se gira a la derecha por si la persona que había hablado se ocultara detrás de la puerta, la cierra encontrando la pared solamente. Rápidamente es invadida por el miedo al origen de la voz, a pesar de lo descubierto en el cuarto, el escalofrió regresa obteniendo su lugar de nuevo en el escalón de las sensaciones perturbadoras.
Miraba cada rincón del largo pasillo viendo solamente concreto y acero, por un momento su inferencia era un desvarió pero se acabó al escuchar de nuevo aquella voz infantil y satírica sobre su hombro izquierdo. Sentía como lentamente algo se movía bajo su pelo haciendo contacto con su blusa y más tarde con su piel sensible. Tenía que voltear y lo sabía pero no lo quería.
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Concurso Halloween 2015
General FictionEn Octubre, la pared que separa nuestro mundo del de los horrores inenarrables se fisura y deja la puerta abierta a toda clase de espantos hacia nuestro plano, siendo el 31 del mismo mes el punto en el que la brecha se hace mas delgada. ¿Qué mejor a...