Bloody queen

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AUTORA: Natalia / @NatCullenMeyer

La reina hundió sus largos dedos en el cuello de su víctima. El hombre entre sus brazos miraba con sus ojos abiertos presos del pánico a los ojos rojos como la mismísima sangre del hermoso demonio que acababa con su vida. Cuando todo hubo acabado para el hombre, la Reina bebió de su cuello todo el líquido rojo que corría por sus venas.

Gimió de gusto después de haber acabado de beber.

-Laurent, Izael- Llamó, los ángeles caídos, vestidos solamente por un pantalón negro, llegaron hasta ella. Sus rostros aunque hermosos se veían consternados, sus alas negras extendidas tras sus espaldas-Que no queden huellas, recolecten más víctimas para mí.

Los ángeles miraron como la reina hizo salir humo negro de sus manos y tras un espiral del mismo humo desapareció. Tomaron el cuerpo del hombre y le prendieron fuego, a él y al resto del pueblo que la Reina había aniquilado.

Laurent e Izael eran los Guardianes de la Reina. Dos almas que habían hecho un pacto con ella a cambio de distintos favores. Laurent había sido un explorador, durante su vida trató de convencer a todo el mundo de que era un gran explorador pero nunca había conseguido encontrar nada. En una caverna hizo el pacto, desesperado por encontrar algo que cambiara su vida. Izael, mientras tanto, había tenido una buena vida, era un buen hombre, cristiano. La menor de sus hijas había caído enferma y su enfermedad era terminal. Aterrado de perder a su hija le pidió a la Reina sangrienta, patrona de los infiernos, que le salvara.

Quienes quieren pactar con la Reina tienen que tener una copa de plata, cortarse la muñeca izquierda y dejar caer su sangre en ella. La Reina se aparecerá frente a ellos, vestida de rojo con sus morenos cabellos enmarcando su rostro de porcelana y junto a sus guardianes, los ángeles caídos. Es entonces cuando las almas, desesperadas por salvación, pronuncian su ruego: "Reina sangrienta me inclino ante ti". Ella se adentra en sus mentes en busca de su necesidad más profunda, ella sonríe, sumerge su mano en la copa de sangre, la bebe y desaparece, junto con la herida en sus muñecas que ahora es una cicatriz en forma de medialuna. Estas marcado y por siempre, tu alma ahora le pertenece a la Reina Sangrienta. A tu muerte, llegarás al castillo de la Reina de los infiernos con la que pactaste y le servirás allí eternamente, atrayendo más víctimas, cosechando almas para su colección.

Nada se interponía en el camino de la Reina, mataba pueblos enteros por su sed de sangre. Se bañaba con la sangre de sus víctimas. A cualquier ángel caído que osase contradecirla le arrancaba el corazón y lo devoraba en frente de sus ojos, luego bebía el resto de su sangre. Las plumas de sus alas las hacia convertir en abrigos y su cuerpo era expuesto a todos los ángeles oscuros como advertencia de lo que ocurriría al próximo que le contradijera.

Cuando llegó a su castillo pidió a sus sirvientes llenar su bañera con la sangre que le trajeran Laurent e Izael apenas ellos llegaran. La tardanza era un lujo que sus guardianes no se podían permitir bajo ningún punto a no ser que quisiesen ser castigados y nadie en todo el infierno querría siquiera pensar en ello.

Mientras esperaba, la Reina fue a ver a la única persona que le importaba en el universo entero, a la única que amaba.

La mujer frente a ella se mostraba orgullosa, altiva, majestuosa. Joyas rojas, repletas de sangre, el secreto de su eterna juventud, adornaban su vestido negro. Su piel blanca, su sonrisa macabra que le iluminaba los sangrientos ojos. El reflejo en el espejo le sonrió, pues no había amor más grande para ella que su amor propio.

Cuando su baño estuvo preparado, la Reina se desnudó y se sumergió en la sangre que aun estaba caliente. Tomó una copa plateada y la sumergió en el espeso líquido para luego llevar la copa a sus labios. Podía sentir desde sus labios hasta la punta de sus pies como la sangre fresca la iba rejuveneciendo.

Concurso Halloween 2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora