El Comienzo de la Guerra

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Hacía tiempo que no los veía en carne y hueso. Hacía tiempo que no sentía tantas ganas de matarlos a todos. De extinguirlos. De hacerles sufrir como ellos hicieron conmigo y con otros. Pero sobretodo... hacia tiempo que no presenciaba aquel oscuro sentimiento que pensé que dejé atrás. El miedo. Miedo de mi peor enemigo. El dragón rojo.

Dias antes...

Hoy vendrían gente importante al palacio de Fiore en Magnolia. Desconocía la razón pero tenía que estar presentable.

Me levanté de la cama, me di una ducha rápida, me lavé los dientes y la cara y me puse el uniforme de soldado.

Hace poco me convertí en el general del pelotón de la elite.

Existen tres niveles para los soldados: Asesinos de Dragones era donde pertenecía ahora, Los Corta Alas son los segundos mas fuertes y a los novatos los llamaban Almas de Fuego. Todos muy buenos nombres para cada rango nombrados por nuestro antiguo rey, Makarov Dreyar.

Cuando yo pertenecía a los Almas de Fuego, hubo una incasión en el que causaron destrozos y se llevaron a parte al rey Makarov.

Tenía muchos motivod para pertenecer al ejercito, pero ahora no puedo pensar en eso, tengo que reunirme en la gran sala con los demás generales.

Fui a paso ligero hacia la gran sala y vi que uno de los generales ya habia llegado.

- General Dragneel. - en este sitio tenemos la costumbre de llamarnos por nuestro apodo o apellido.

- General Strauss. - a quien tenía delante me doblaba el tamaño y la musculatura, pero nunca llegó a ganarme. No obstante, era un fuerte y noble guerrero.

- Me temo que tendremos que esperar un poco más al general de los Alma de Fuego. - dije yo con cierto fastidio dado que era la milesima vez que llegaba tarde.

- Estan a punto de llegar, espero que Marvel llegue a tiempo. - me comento el general de Los Corta Alas.

De repente, por la puerta, apareció la guerrera de mayor categoría del país. La llamaban Erza Scarlet, pero aqui la llamabamos Capitana.

- ¡Generales, firmes!

Obedecimos al instante y enseguida oimos unos pasos y una respiración entrecortada.

- Si... siento llegar... - tropezó y cayó al suelo justo detras de nosotros.

- ¡Marvel! ¡Firme, ya! - volvió a gritar la capitana.

- Sí... sí.

Una vez que los tres generales estabamos reunidos, Erza habló.

- Generales, hoy a nuestro castillo vendran la familia Heartfilia del reino Matsukabe. Como bien sabreis es una familia de la realeza, muy adinerada y diplomatica y se alojaran aqui.

Seguimos en silencio y ella continuó.

- Seran tres miembros de la familia Heartfilia, y cada uno de vosotros tendrá que ser guardaespaldas de quien se os asigne. Ya lo tengo pensado.

Se quedó en silencio un momento y luego dijo.

- Marvel, tú con la reina Laila. Strauss tú con el principe Sting y tú Dragneel con la princesa Lucy. ¿Ha quedado claro?

- Sí, capitana. - todos asentimos al unisono y nos retiramos.

Me pareció raro que nos pusieran como guardaespaldas pero enseguida le quité importancia.

Conbolt, uno de los mejores soldados de Alma de Fuego y ayudante de la generala Marvel, me avisó que los invitados llegarían en dos minutos así que me apresuré y me dirigi a la entrada para recibirles.

No encontré a Elfman ni a Wendy asi que tendría que hacerlo solo. Menudo fastidio. Esperé pacientemente en la entrada hasta que el portón se abrió por completo.

Allí delante aparecieron dos muheres que podrían ser gemelas y a un chico de mi edad (19 años) con una cicatriz en la ceja derecha.

- Altezas, bienvenidos al palacio de Fiore Fairy Tail. - sí, nuestro ejercito/palacio se llamaba Cola de Hada. Sí suena algo cursi y gay en mi opinión, pero bueno este lugar lleva 3 generaciones funcionando asi que no volvi a burlarme del nombre. (Tranquis yo no pienso asi del nombre jajaja)

- General Dragneel, muchas gracias estamos encantados de estar aqui, son muy amables por dejar que nos quedemos aqui mientras la guerra sigue su curso. - dijo la madre amablemente.

- Mi hermana menor y yo igualmemte le damos las gracias señor Dragneel. - se inclinó al igual que su madre.

- Gracias a vuestra dedicación en la batalla y en la diplomacia de este pueblo, una nueva esperanza de vivir en paz asoma por nuestros corazones. Gracias de nuevo general.

No se porque, pero las palabras de esa chica especificamente, hizo que mi corazón temblara de emoción. Todos eran muy cultos y educados, dignos de la realeza. Esa chica se inclinó al igual que su madre y su hermano y vi como se levantó de nuevo. De repente un rayo de sol iliminó uno de sus lindos ojos color chocolate y posó en mi mirada una pose tierna y sincera. Y una hermosa y dulce sonrisa...

Me quedé inmovil por un tiempo pero me recompuse enseguida. No podía dejar de ser profesional.

Acompañé a la familia Heartfilia a sus respectivas habitaciones y les comuniqué que cada general seria su guardaespaldas, y que entre ellos estaba yo.

- No se preocupe por nada reina Heartfilia, protegeré de cualquier peligro a su hija incluso si me cuesta la vida. Le doy mi promesa de caballero. - le dije haciendo una reverencia.

Ella sonrió y me devolvió la reverencia. Era muy modesta tal y como dicen en su reino.

Todo parecía estar bien, normal, hasta que la capitana Scarlet nos pidió que nos reunieramos en la gran sala del trono donde nos encontramos a... ¿La reina Laila? ¿Que está pasando aqui?

- Lo cierto es que nuestros invitados no han venido aqui sólo a ser aislados de la guerras lejanas contra los dragones. - explicó tan severa como siempre, la comandante Yukino aunque también la llamabamos por su apellido (si no me acuerdo del apellido ya lo buscaré)

- ¿A que se refiere comadante? - preguntó el general Strauss.

- Me refiero a que la reina se ofreció voluntaria a ser miembro y líder de este reino con la única excepción de que su hijo perteneciera a la armada real, para luchar contra los dragones.

- ¿Y quien le enseñara, comandante? - pregunté yo.

- Hacia ahí queria llegar yo. Reina Laila, cuando quiera.

- Mil gracias Comandante Yukino. - le hizo una reverencia y se dirigió a Elfman y a mí.

- General Strauss, dado que usted quedará igual dependiente que yo a mi hijo Sting, quisiera que fuese usted quien lo entrenase, por supuesto si os es posible.

- ¡Por supuesto majestad, como ordene! - dijo poniendose firme como en el batallón.

"No te pongas tan serio hombre" queria decirle, pero entonces vi que la reina Laila dirigió su mirada hacia mí, con mas determinación que con Elfman.

- General Dragneel. Quisiera pedirle un enorme favor.

- Como mande majestad, digame.

- Me gustaria que usted fuera el compañero de guerra de mi hijo.

El Caballero de La Armadura de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora