Prefacio

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Athene aterrizó en la rama mas baja del que une a la tierra con los cielos. Único de su especie. El árbol de la sabiduría, ahora a punto de morir ahogado en el vasto océano.  Se sentó a contemplar el atardecer. Observaba como los rayos del sol tornaban el horizonte de miles de colores. Las olas del mar brillaban intensamente reflejando el cielo, el cual se encontraba lleno de explosiones blancas y anaranjadas. Un espectáculo viviente. Cerro sus ojos y una lagrima escapó haciéndose camino en su mejilla. Su corazón latía esperanza, aunque aun sentía tristeza y dolor. Removió de su faja un paquete envuelto en cuero. Desamarro la cinta que lo abrazaba y abrió la manta, revelando su contenido. Dos espadas.

La primer espada tenia en la empuñadura dos plumas tricolor, azul, amarillo y rojo, cubiertas de un cristal transparente. La vaina era completamente roja.  El pomo parecía un ojo, la parte de afuera tallada en oro y en el iris un rubí. En la guarda, un ave tallada también en oro. El ave, vista de frente y hacia los lados dos alas extendidas. Sus plumas talladas con finas ralladuras en su inicio.  En su fin, lisas como llamas de fuego.

La  vaina de la otra espada estaba cubierta de escamas verdes. En su puño se encontraba una pluma del mismo color protegida por un cristal transparente. Su guarda de platino, tallaba una serpiente emplumada, vista desde lo largo. Los detalles de las escamas y plumas, evidentes en cada rincón. El pomo también de platino, tenia forma de ojo escamado.  En el iris una esmeralda.

Athene las observaba con asombro.  Perdida en mil pensamientos de grandeza y admiración. No tuvo el valor de desenvainar ninguna de las espadas.  Aunque su propia espada asimilaba ambas.  De un lado era verde y del el otro roja.  Combinaba ambas plumas, ambos ojos y ambas aves.  Después de unos segundos, tan largos como la eternidad, salio de su ensimismamiento, cubrió las espadas y silbó una melodía. Era la música que cantan los pajaros carpinteros. Momentos después en el tronco central del árbol se abrió un agujero. Metio las espadas cuidadosamente. Luego volvió con su sinfonía y la abertura se cerro.

A lo lejos el sol se escondia detrás del mar. Las explosiones anaranjadas, tornaban a un rosado grisáceo. La luna y las estrellas empezaban a bañar el mundo con su luz blanca y tenue. Un relámpago resonó en la dirección de la cual se escondia el sol.

Viene una tormenta del Oeste. pensó la Ornit.  Es momento de partir.

Revisó su maleta, habiasuficiente alimento.  Seria un largo viaje.  Sujetó bien su faja y con ello apretó fuertemente su hermosa espada. Sin mirar atrás tomo vuelo mientras pitaba unamelancólica melodía, la del ruiseñor.       


AnayanzinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora