"¿Me estás diciendo que has sido invitada a un baile de los Bartroll?, preguntó Charlotte mientras tomaba la carta que Fabianne tenía en las manos y la leía.
La carta había llegado aquella misma mañana, estaba escrita con el puño y letra del señor Dante, y dirigida a los McBerry. La primera cuartilla era una invitación al baile navideño del que Fabianne ya estaba enterada. La segunda misiva, por el contrario, era una misiva especial para la joven, en la que el joven Dante inquiría sobre sus platillos favoritos. Así como gustos y opiniones en cuanto al arte. Todo aquello, claro, con la excusa de que en realidad le gustaría conocerla mejor.
Al ser la segunda cuartilla extrañamente importante y especial para la señorita Fabianne, decidió que lo mejor era esconderla entre sus libros y sólo entregar la primera cuartilla a sus padres. Y tiempo después, tomado su sombrilla, se aventuró bajo la lluvia torrencial por el camino hacia Grossert Hall para mostrar la misiva a su querida amiga y organizar con ella un plan para entrar juntas al baile.
"Explícate, querida Charlotte, ¿Es que no has recibido una invitación tú también?" Exigió Fabianne, mientras veía desvanecerse su plan ideal para una noche de baile.
"¡Por supuesto que no! Amiga mía, eres muy cercana y querida para mí, así que me sería una gran pena tener que dejarte sola. ¡Y mucho más en un baile! El dilema es que, a mi parecer, los Bartroll son de as más aborrecibles familias con las que podrías relacionarte."
"En efecto," tomó la palabra Margaret, la segunda hija de los Rosellton. Solo 2 años más joven que Fabianne, pero cuya hermana Charlotte le llevaba 5 años de diferencia. "Los Bartroll, amor mío, son una familia de muy malos gustos. En extremo grosera y entrometida. Se mantienen al pendiente de cada simple cosa que suceda en el pueblo, por más mínima que sea."
"¡Margaret, pero si tú siempre te estás al pendiente de los rumores también!" le reprochó su joven hermana Jane, quien apenas entrando al salón intentaba formar parte de la tan activa conversación. "No tienes el derecho de juzgarlos mientras hagas lo mismo."
"Te equivocas al pensar tan mal de mí, hermanita. Mis circunstancias son completamente diferentes a las de los Bartroll. Yo en cambio me intereso por el bienestar de todos en el pueblo, por eso busco que se desahoguen contándome sus pesares y secretos. Aquellos sentimientos que no podrían contar a nadie más y que saben serán guardadas con añoranza por su compasiva amiga Margaret. Además, yo nunca voy a restregarle a nadie en la cara lo que alguien más ha dicho de ella, como esos Bartroll."
"No directamente. Pero no hay algo, una simple cosa, que alguien pueda contarte sin que en menos de un día ya se haya difundido por media Inglaterra." Reclamó Norah defendiendo a su hermana más joven.
"¡Cállate, Norah! Eso sólo lo dices porque te ayudé con lo de el señor Jackson que venía de las colonias y al final regresó a casarse con su amiga de la infancia."
"Bueno, mis niñas, cálmense," El señor Rosellton, con su lento caminar y delicada salud, se aproximó al salón apoyado en su bastón para sentarse con sus queridas hijas. "No necesitamos empezar una discusión aquí. Y menos en presencia de una invitada tan especial. Sin embargo, debo decirle, señorita McBerry, que coincido con las niñas. No puedo encontrar un buen motivo para que gente tan desagradable con los Bartroll gocen de su presencia en el baile navideño. Yo recomendaría que procurara no formar una relación tan cercana con ellos."
Después de aquella visita a Grossert Hall, Fabianne no podía sentirse más que confundida. ¡Debería seguir los consejos de sus amigas, o tomar en consideración las advertencias de tan misterioso caballero sobre ya no ver más a los Rosellton? ¡En qué dilema se hallaba atrapada ahora! Con cada día se acercaba la fecha del baile, y era imposible que sus padres le hubieran permitido rechazar la invitación.
La lluvia por fin había cesado, pero los habitantes de Derby sólo habían tenido unos escasos agradables días de sola antes de que el frío del invierno los azotara. Las nevadas habían comenzado y parecían no tener misericordia, por lo que tan solo 3 días antes de la fecha del baile, los Bartroll se dedicaron a enviar mensajes a todos los invitados excusándose por no poder recibirlos en Sunglare Park. Al parecer el camino hacia la alejada residencia se había cubierto de una espesa masa de nieve que no permitiría pasar a los carruajes. Por esto el baile fue transferido a una pequeña pero agradable taberna en el centro del pueblo. La taberna de Joe.
Aunque le alegraba saber que el baile no se cancelaría, Fabianne no puedo evitar sentirse decepcionada por las noticias. Nunca antes había sido invitada a Sunglare Park, aunque toda la gente hablaba maravillas de la casa. "Sunglare Park," había escuchado decir alguna vez a la vendedora de flores del pueblo. "el palacio que siempre está bañado por el sol. Nunca he visto, ni veré rosas más hermosas y deslumbrantes que las que tienen los Bartroll en Sunglare Park."
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