Hola a todos! Sé que han pasado años (literalmente, AÑOS) desde la última vez que publiqué un capítulo. Pero bueno, al parecer les ha gustado la historia, así que aquí estoy de nuevo!
1k de personas han leído esto, wow! De verdad se los agradezco!
Me encantaría que dejaran comentarios sobre si les está gustando o no, y qué piensan de cómo se va desarrollando la historia. 😏
De verdad, muchas gracias! Nunca pensé llegar a tanto.
-Fa 😘💜
------------------------------------"Pero que astuto es el señor Bartroll," decidió Fabianne, inmersa en sus pensamientos. Había pasado toda la noche encerrada en su habitación, tratando de conciliar el sueño. Pero simplemente no podía.
No podía sacarse al señor Bartroll de la cabeza.
Simplemente no podía!
La señorita McBerry simplemente no era capaz de olvidar aquél cambio tan drástico en el tono de voz del señor Bartroll. Aquella voz tan burlona se había convertido en una dulce y encantadora melodía.
Era simplemente el tono más irresistible que había escuchado en su vida!
Sin embargo, ella estaba segura de que era una farsa y nada más. Era uno de los trucos que tenía en mente aquel astuto caballero para poder persuadirla de que lo acompañara a sus visitas, tratando así de cambiar la mala opinión que la joven dama tenía de él. Las acciones tan gentiles del caballero habían sido un engaño, y ella lo sabía. Ahora lo sabía, pues en su momento su mente se había bloqueado, simplemente dejándose llevar por sus impulsos. Absorta en la hermosura del momento.
La señorita McBerry se encontraba ahora desesperada y rodeada de remordimientos por haber caído otra vez en la trampa de un hombre.
Los días pasaron, y Fabianne sólo se dignaba a salira al pueblo por encargos de su madre. Actividad que no le parecía nada placentera, sino que por el contrario, era más una desgracia. Esto, claro, ya que en el pueblo tenía que evitar que su mirada se cruzara con la del señor Bartroll (quien iba seguido al pueblo, acompañado de la señorita Hudges).
La vida de la joven señorita McBerry se volvió solitaria y tediosa, pues no tenía nada qué hacer mas que pasar las horas dentro de su recámara, sentada en un pequeño banquito junto a la ventana, sumergida en las románticas aventuras de un buen libro. De vez en cuanto, levantaba su cabeza para mirar a través de la ventana, llenando sus ojos del maravilloso espectáculo natural que presentaba el campo inglés.
Y así se iba la mayor parte del día, con la dama apreciando el movimiento del Sol y la majestuosidad de las nubes que siempre parecían mezclarse para crear nuevas formas. Siempre presentándole una perspectiva diferente.
Sin embargo, ya entrada la noche, la joven se disponía a salir de su habitación y bajar a la sala para calentarse con las brasas de la chimenea. Admirando la lluvia caer.
Así se fueron los días de casi dos semanas, hasta que un día, finalmente, algo inesperado agitó su aburrida rutina. Incitada por su madre, la señorita McBerry se vio obligada a salir a dar una vuelta por el pueblo. Fue ahí donde Fabianne tuvo l mala fortuna de encontrarse con aquello que tanto había temido. En un instante, y sin poder recordar perfectamente cómo había pasado, el señor Dante Bartroll estaba justo frente a ella, llevando a la señorita Hudges del brazo como normalmente lo hacía.
Sin embargo, al pasar junto a ella, el caballero fingió no haberse percatado de la presencia de la joven McBerry y siguió su camino. Al haber sido tan descaradamente ignorada, Fabianne no pudo más que quedarse helada en su lugar. Y así, resentida y dolida, decidió alejarse.
"Diso mío! Pero si es mi más querida miga, la señorita McBerry!" exclamó una enérgica y traviesa voz que provenía de detrás de Fabianne.
"Charlotte!" se volteó la joven rápidamente para encontrarse con su amiga. Sin embrgo, notó que ésta se encontraba en compañía de algunas otras jóvenes.
Todas las damas fueron presentadas ante Fabianne por la señorita Charlotte, qien también comentó que eran sus amigas, y que se encontraban precisamente regresando de haber pasado una esprléndida mañana dando un paseo por el campo. En ese momento, el grupo de damas se disponía ir a Grossert Hall para comer, y Fabianne no dudó en aceptar la invitación de unírseles.
En cuanto las jóvenes estaban a punto de emprender su camino de regreso a Grossert Hall, Fabianne no pudo resistir la tentación de voltear un momento detrás de ella. Fue así como su mirada se topó con la de Dante que, desde lo lejos, no dejaba de mirrla fijamente. Haciendo caso omiso del parloteo de Ariana Hudges.
Parece necesario mencionar que, aunque Fabianne se encontraba levemente desconcertada por la extraña manera en la que encontró al señor Bartroll mirándola, este pensamiento no le evitó disfrutar de la velada al máximo. Esta fue su oportunidad de conocer a varias otras jóvenes del pueblo con las cuales relacionarse, pues todas parecían estar dispuestas a ofrecerle su amistad. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, Fabianne estaba completamente confiada de que ninguna de aquellas agradables damas, ni la sonriente y parlanchina Karla Liu, o la extremadamente dulce y risueña Elizabeth James, podría reemplazar a su fantástica Charlotte.
En ese momento, supo que Charlotte siempre quedaría en sus recuerdos como su más cercana y querida amiga. Hasta la muerte.
Ante esta revelación, la señorita McBerry decidió reanudar sus visitas a Grossert Hall. Sin embargo, siempre que salía no olvidaba llevarse una buena sombrilla, pues en las tardes los caminos se inundaban por las lluvias tan fuertes que solían caer en aquella época del año.
Y qué tal? Cómo les pareció este capítulo, cheries?
Por favor no olviden dejar sus comentarios, y me gustaría hacerles una pregunta.
Les gusta la portada? No lo sé, estoy pensando en cambiarla y me gustaría una sabia opinión.
Muchas gracias por leer, à bientôt! 😉💜