Capítulo 3

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Era la noche del Viernes y los hermanos Bartroll se encontraban en su carro, rumbo al baile de Marymouth.

Al llegar, Dante se fijó en el abundante número de carruajes parados.

-Me sorprende ver tal cantidad de gente, pareciera que toda Inglaterra está aquí.

Y no se equivocaba, puesto que todos los invitados habían aceptado asistir al baile sin más intención que conocer a la nueva familia del pueblo.

Al entrar, los hermanos notaron que el señor Dinsell no se encontraba en la puerta para recibirlos, puesto que eran los últimos en llegar y nadie creyó que verdaderamente asistieran.

No importaba que tan fría y húmeda estuviera la noche en el exterior, pues dentro de la casa se sentía un calor humano intenso. La cena ya había concluido cuando los hermanos se presentaron, las mesas se habían recogido y ahora los invitados disfrutaban de la velada jugando cartas, conversando y principalmente bailando.

Entonces, el señor Bartroll pudo divisar entre la multitud a una frágil señorita, quien se encontraba sentada y completamente sola.

-Mira hermana, observa quién se encuentra ahí!- exclamó el señor Bartroll, invadido por la emoción, haciendo que su hermana mirara justo a la joven indicada. -Oh, es una oportunidad perfecta y única en la vida la que se presenta ahora ante mí. Debo invitar a la señorita Hudges a bailar o alguien se presentará antes de mí.

-No hermano, debemos ir a saludar al dueño de la casa primero. O es que quieres que duden de nuestros escrúpulos y nuestra fina educación?

-Nunca desearía tal cosa!- contestó el señor Bartroll, horrorizado ante la idea. - Vallamos con Dinsell.

Los hermanos pasearon por la sala sin poder encontrar al señor William Dinsell, pero en su camino se toparon con el señor y la señora Graslick.

Los Graslick formaban parte del cerrado círculo social del señor Bartroll. Eran viejos amigos, ya que la señora Graslick  (en ese tiempo la señorita Chamber) había sido, durante muchos años, la institutriz de los hermanos Bartroll. Luego desposó al señor Graslick y se mudó a Brunsweek Hall.

-Señora Graslick, pero qué alegría verla aquí! Señor Graslick, que elegante se ve hoy.- Se abenturó a decir Philomenna mientras se acercaba a la feliz pareja.

-Todo un placer verla, señorita Chamber.- Dijo el señor Dante, pues solía seguir llamando a la señorita Graslick con su nombre de soltera ya que no le hacía mucha gracia la idea de que hace siete años se hubiera casado con Martin Graslick y los hubiera abandonado a él y a su hermana.

-Oh, mis niños! Cómo han estado? Que placer que hallan llegado. Supongo que ya han saludado al señor Dinsell.

-Me temo que no, aún no hemos podido encontrarlo. No estaba en la puerta cuando llegamos. - Explicó Philomenna.

-Oh, por supuesto, mi niña. Él se encuentra justo ahí, al fondo del salón.

Los hermanos le dieron las gracias a la señora Graslick y se alejaron, no sin antes prometer que regresarían a conversar con ella en cuanto lo hubieran saludado.

Al aproximarse, los hermanos pudieron observar que el señor Dinsell conversaba entretenidamente con alguin más, alguien a quien no pudieron divisar, pero parecía tener distraído a Dinsell hasta el punto de no haber notado la presencia de los Bartroll hasta que ellos ya se encontraban muy cerca. En cuanto los divisó, el señor Dinsell se excusó con su acompañante y se acercó a los hermanos. Después de saludarlos rápidamente los condujo hacia donde estaba su acompañante, a quien ahora pudieron observar claramente.

La Nueva Residente de Reynalds AbbeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora