Era una noche oscura y lluviosa, los caminos estaban inundados y la atmósfera cubierta por una densa niebla.
El señor Dante Bartroll se encontraba cómodo en su casa, pero aburrido. Era mediados de Septiembre y el lluvioso y frío clima otoñal no le permitía salir a pasear, en cambio, hacía que se enfermara constantemente. El clima le desagradaba profundamente, y pasaba las tardes sentado en la sala de su hogar ( la hermosa propiedad de Sunglare Park) intentando encontrar un buen libro para entretenerse y quejándose del clima, pues no había otra cosa que pudiera hacer.Fue entonces cuando su criado le anunció que había llegado el señor Dinsell, al cual gratamente dejó pasar.
-Pero si es mi querido amigo el señor Dinsell, que sorpresa. Qué lo ha traído por aquí esta vez, señor? Qué lo ha obligado a abandonar Marymouth en este desagradable y lluvioso día?-Oh, señor Bartroll. Estoy seguro de que aún no ha olvidado a la anciana señora McBerry, la viuda que vivía completamente sola en Reynallds Abbey. Recordará usted que lamentablemente ha fallecido hace poco tiempo, hace tres meses si somos exactos. Pues, al estar la casa sola, su hijo, el señor Mc Berry, ha decidido mudarse con su familia.
-No me había enterado!- reclamó el señor Bartroll desconcertado. - Cómo puede ser? Yo suelo saber siempre todas las noticias del pueblo antes que nadie. Debe ser por el clima y mis constantes enfermedades, sí eso debe ser. Cuándo dices que se mudarán?
-El Miércoles se espera que lleguen, pero considerando que vienen de Kent es probable que lleguen terriblemente cansados de su travesía. Creo que el Jueves sería el día más propicio para ir a visitarlos. Claro, si es que está pensando en hacerlo.
-Pero señor, si hoy es Martes! Pero que apresurado estará todo. Bueno, cuente con la visita de Philomenna a Reynallds Abbey el Jueves por la mañana para darles la bienvenida a Derbyshire. Yo no pretendo presentarme, por supuesto, pues usted sabe mi querido y viejo amigo, que no he logrado liberarme de mis enfermedades como consecuencia del clima y que me desagrada salir de Sunglare Park. Además no suelo hablar con personas que no conozco.
-Pues no hay de qué preocuparse, justo venía a invitarlo al baile que organizaré este viernes en mi residencia con motivo de la llegada de los McBerry. Estoy seguro de que así tendrá usted la oportunidad de conocer y convivir con nuestros nuevos vecinos. -comentó inmediatamente el señor Dinsell, quien aparentemente estaba ansioso por el baile.
-un baile en Marymouth?- dijo Dante Bartroll en un tono burlón. - Ya era hora, hace mucho tiempo que sólo se hacen bailes en mi casa. Aunque claro que una baile en Marymouth nunca llamará tanto la atención como uno en Sunglare Park. Aún así, cuente con mi presencia y la de mi hermana, pues sospecho que ya estaré completamente recuperado de este terrible resfriado para el Viernes.
-Bueno, los esperaré ahí. Todo el pueblo asistirá, todos quieren conocer a los McBerry.
Al terminar esta conversación, los señores se despidieron y el señor Dinsell se retiró rápidamente, pues sabía muy bien que los días nublados atormentaban irracionalmente al señor Bartroll y lo hacía tener poco ánimo. Si él, aún siendo su más íntimo amigo, se quedaba por más tiempo con Dante, este empezaría a perder la paciencia, a sentirse incómodamente observado y discutiría con él hasta pedirle que se marchara.
Ya que el señor Dinsell se había retirado, Philomenna bajó de su recamara y se encontró con su hermano sentado en uno de los finos sillones de la sala, quien le contó sobre la visita de William Dinsell y el baile de Marymouth. Ella accedió inmediatamente a asistir al baile y hacer una visita previa a Reynallds Abbey para dar la bienvenida a la nueva familia, como era de esperarse.
Philomenna Bartroll no era para nada parecida a su hermano, ella prefería los días cálidos y radiantes y amaba salir a pasear por el pueblo, pero los días fríos y lluviosos no le afectaban en lo más mínimo, pues le gustaba quedarse en casa y leer a Shakespeare. Todos los días tenía cosas que hacer, era una persona enérgica y desbordante de alegría, no dejaba que nada se interpusiera entre ella y su felicidad. Era muy amable y cortés, siempre salía al pueblo en busca de amigos a quienes visitar y le encantaba conocer gente nueva, esto la convertía en una dama muy querida y admirada por todos.
Por el contrario, Dante Bartroll, su hermano tres años menor, era cerrado y arrogante. Le gustaba pasear, pero sólo lo hacía por los jardines de Sunglare Park. No le agradaba convivir mucho con las personas del pueblo, tenía un círculo social excesivamente cerrado y era quien mandaba en la casa. Se pasaba las horas regañando a los criados si no hacían lo que él quería, cuando él quería y como él quería. Creía que no sólo dictaba en su casa, sino que también en todo el pueblo y que toda la gente debía hacer caso a sus órdenes y admirarlo. Además era una persona enfermiza, sus males llegaban justo cuando los necesitaba y no le permitían ir a las reuniones del pueblo o cenar en alguna casa ajena a la suya, pero mágicamente parecía curarse cuando se celebraban grandes bailes.
Los bailes de Sunglare Park eran organizados por la señorita Bartroll, pero era el señor Bartroll quien se encargaba de seleccionar a los invitados y decirles qué hacer durante la fiesta y cómo ir vestidos. Pero cuando se celebraban bailes ajenos a Sunglare Park la dictadura de Dante no duraba mucho, pues él era siempre el último en llegar y el primero en irse.
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