Capitulo II

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- Ya se porqué papá se fue, no le dejaste elección-dije- ¡Tú fuiste quién lo obligó a hacerlo!

-¿Qué cosas dices?- dijo con la voz apagada y me soltó. Inmediatamente salí corriendo como alma que lleva el diablo, tomé a Sebas y me metí a mi habitación.

-¿ Sabes qué? Quédate con ese pequeño bastardo, hoy iba a ser su último día de vida y lo has salvado, pero una cosa debes tener clara- dijo con una voz amenazadora- Si los llego a ver a ambos me la pagarán muy caro- dijo en la puerta de mi habitación y luego se escucharon sus pasos alejándose.

Me quede unos minutos pensando en sus palabras pero un sollozo me trajo de vuelta a la realidad, voltee y vi a Sebas llorando y me dirigí hacia él quién levantó la vista al sentir mi presencia y me senté a su lado en esa esquina de mi habitación.

- ¿Por qué me odia tanto?- dijo con tristeza el pequeño, esto es demasiado para un niño de cinco años.

- Porque está loca, no existe explicación alguna para que una persona llegue a odiarte.-le dije tratando de mostrar le mi mejor sonrisa que salió más como una mueca- Pero estoy segura que en el fondo ella no te odia.

El me sonrió tristemente. Ésta vez si que se pasó ¿Dónde ha quedado mi hermana? La mujer amable que amaba con todo su corazón a su hijo. Puse de un lado mis pensamientos y fui al baño por él botiquín. Levanté a Sebas y lo subí a mi cama, comencé a limpiar la sangre de sus pequeños labios, le puse crema en sus moretones y le di un jarabe para el dolor, lo acosté a mi lado y se durmió acurrucado a mi, en lo que él se dormía y yo le cantaba la canción que siempre me cantaban a mi, pensaba en qué iba a pasar con mi vida.

Recogí todas mis ropas y cogí todas mis pertenencias, todo lo que estaba en mi baño: mi alfombra, mis pequeños pero delicados muebles negros, mi neverita, -si, lo sé tengo de todo en mi habitación pero es que yo soy algo así como la incomprendida de esta casa , no me gustaba pasar mucho tiempo en familia, por que sabia que mi padre se juntaba con nosotros con hipocresía- mis sabanas, recogí todo lo que es mio y cuando digo todo es todo, lo hice lo mas rápido posible, en cuanto terminé ya eran las 12 de la media noche, y llamé a mi padre.

(llamada telefónica)
- Hija ya no te comunicas conmigo- dijo mi padre al otro lado de la línea como saludo.

- Tú tampoco haces nada para comunicarte conmigo, pero no estoy para resentimientos, iré al grano, te llamo porque necesito que nos salves la vida a mi y a Sebas.

-¿Cómo está mi tesoro?

-¿Ahora te importa?-dije y se escucho un bufido, ni siquiera me pregunta porqué llamo tan tarde o porqué quiero que nos salve- Bien, si no nos sacas puede que algo muy malo nos suceda a mi y...-y él señor no me dejo vterminar, que emocionante.

-¡Qué! ¿Porqué? ¿Que ha pasado?-dijo eso en menos de dos segundos y tuve que concentrarme en sus palabras para poder entenderlo, no sabia que Sebas le importaba tanto.

- Mira a las  2 de la madrugada vienes con dos camionetas y un hombre que te ayude ¿si? No hagas ruidos cuando llegues, pasaré la noche en tu casa y en él camino te explico, tienes que ser puntual, bien adios tengo que terminar de recoger.
(Fin de la llamada)

StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora