Capitulo XV

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Me quedé mirando el camino por el que ella se había ido, cuando una señora se me acercó y me dijo:

-¿En qué le puedo ayudar joven?

-Quiero unas rosas rojas- le respondí.

-¿Puedo preguntar para qué Ocasión?- me preguntó amablemente.

-Oh si, son para mi sobrino, se las quiere regalar a una chica- dije riéndome un poco al igual que la señora.

-Aquí están- dijo entregándome las- Son tres dólares.

-Aquí tiene- dije entregándole el dinero.

-Gracias, vaya con cuidado bella joven- dijo aún con una sonrisa amable y yo le respondí con otra sonrisa y un pequeño ''Gracias''.

Seguí mi camino pensando en lo que esa chica había dicho, como porqué razón alguien tendría  que morir por mí, creo que me está confundiendo, pero se sabía mi nombre, y yo aún no me sé el de ella, por cierto ni siquiera le di las gracias, o ¿si lo hice? Ya ni me acuerdo. Iba tan sumida en mis pensamientos que me di cuenta que había llegado a la biblioteca sólo cuando Maggy me habló .

-Amel, mi pequeña Aslan, has llegado- dijo acunando mi cara entre sus arrugadas manos para darme un beso en la frente.

-Hola Mag-dije abrazándola.

-¿Cómo te fue en la escuela hoy ?-dijo tomando mi mochila y poniéndola en el perchero, con cuidado de no arruinar las rosas.

-Bien-dije mirando al frente mientras ponía mis brazos en el mostrador- Supongo.

-¿Supones?-dijo ella mirándome por encima de sus lentes.

-Hoy ha sido un día un poco- me interrumpí a mi misma porque no sabía la palabra exacta para definirlo- Raro, muy raro- ella rió por lo bajo.

-Lo raro es interesante-me dijo mientras ordenaba unos papeles, nos quedamos en silencio por unos largos minutos, ella arreglaba esos papeles y yo me quedé pensando en las palabras que me dijo la chica sin nombre.

-Ésta es para ti- dije dándole su flor favorita.

-Oh gracias pequeña- dijo tomándola en sus manos mientras me lanzaba un beso al aire.

-Me puedes explicar ¿porqué te gusta tanto esa flor? Ya ni recuerdo el nombre- le pregunte.

-La flor de loto, crece en fango y no se contamina de esas impurezas, al contrario purifica y refresca el agua- me explicó sabiamente le respondí un simple ''ahh'' y volví a centrarme en mis pensamientos.

-Sabes- le dije a Mag que me miró con una sonrisa como si ya sabía que le iba a decir algo que me preocupaba- Hoy cuando venía para acá, me encontré a una chica, la misma que me salvó de ser golpeada por una puerta el otro día, me dijo que sus padres murieron para salvarme la vida.

-¿Quién fue esa chica?- me preguntó con curiosidad.

-No sé su nombre, pero tiene el pelo negro, ojos azules y siempre viste de negro-le dije.

-Debes estar hablando de Andrea, es la hermana de tu directora, solían venir mucho aquí-me dijo.

-Hermana de la directora-dije extrañada y ella asintió con la cabeza- También me dijo que me alejara de la chica nueva en el vecindario.

-Entonces hazlo, sin que ella lo note claro, si te lo dijo es por una razón y seguro que pronto sabrás cuál es, ¿no has escuchado el dicho ''El que se lleva de consejo muere de viejo''?- me respondió sin decir nada al respeto de lo que le habia dicho anteriormente.

-Ok, pero ¿que me dices de lo otro?-le respondí, ella volvió a alzar la cabeza.

-No sé lo que ella quiso haber dicho Amel, pero la vida tiene muchos secretos y verdades ocultas que no deberían ser encontradas, y si tienen que ser encontradas; ellas te encontraran a ti, así que no te preocupes por lo que te dijo, y ve a saludar a Sebas, que te estaba esperando ansioso desde temprano.

-Oka, gracias por los consejos Mag, Te quiero- dije lanzándole besos al aire mientras me daba la vuelta para ir al lugar en donde se sentaba Sebas, al lado de la ventana que daba a la casa que esta al lado de la biblioteca, al sentir mis pasos miró hacia mi dirección y se paró como un cohete.

-Por fin te dignas de llegar, has tardado mucho-dijo tomando las flores.

-Se dice gracias-le dije recriminatoriamente.

-Si si como sea, ¿Cómo estoy?-dijo peinándose el pelo hacia atrás.

-Yo te veo igual que todos los días, enano, con buches comestibles- iba a seguir hablando pero el enano me interrumpió.

-Bien tu opinión no me sirve, necesito la opinión de un macho, necesito a Dylan o Adalberto o Albert, necesito a alguien- dijo dando vueltas por el salón como un pavo yo solo rodé los ojos.

-Venga ya, tranquilízate me pondrás nerviosa- el se paró y respiró profundo varias veces.

-Ok Sebastian, aquí vamos, eres hermosamente irresistible-cuando dijo esto yo alzé una ceja sin creerme lo que oía.

-Y a ti ¿quién te ha dicho eso?-le pregunté.

-Dylan, me ha dicho que debo decirmelo a mí mismo antes de ir a hablar con una chica- me respondió mientras seguía respirando hondo y yo negaba con la cabeza mientras sonreía.

-Dejarás de juntarte con Dylan si sigues creyendo todas las locuras que dice- ignoró mi comentario y volvió a respirar hondo.

-Deseame suerte.

-¡Suerte!- grité/susurré mientras me sentaba cerca de la ventana para ver qué iba a suceder.

StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora