21 de agosto de 2015
—Ya se fue. — murmuro a Johana por el teléfono. Suelto una sonrisa malvada y enciendo el teléfono de Giulio. —Le robé su teléfono.
—Que hiciste qué?
—Es que estaba roncando ayer por la noche en mi sofá y ya no lo aguantaba más. Me levanté y le quité su teléfono para tener algo que hacer. Y no tiene contraseña! Cuando se levantó, lo escondí en mi colchón y se fue porque dijo que estaba apurado y que si veía su teléfono que le avisara con un mensaje.
—Wow... Eres rara, Mary Anne. De primero lo odias por molestarte y ahora lo quieres de vuelta?
—No lo quiero de vuelta.
—Pero tienes su teléfono. Y él regresará a traerlo.
La ignoro y abro los mensajes.
Lara Jean: Evan ha desaparecido y no puedo ir a comprar al súper! Quieres venir a ayudarme con los niños?
Lara Jean: Okay, si no quieres, está bien. Acabo de recibir una llamada de Evan. Dijo que se fue con Michelle a una sesión de fotos.
Lara Jean: Vendrás a visitarnos pronto?
Lara Jean: Giulio, estás molesto?
—Es una...— comienzo
—Mary Anne...— me regaña Johana.
Suspiro y asiento. Feliz dulce día para mí.22 de agosto de 2011
No puedo soportarlo más. Ya no me duele el cuello y ya no puedo aguantar estar aquí en casa, sola, hablando conmigo misma más de la cuenta y riéndome de algunos mensajes de Lara Jean y otra chica llamada Sue. A veces me siento como la chica cruel.
—Mira! Pasta, rica pasta de Giulio...
Agarro con un tenedor la pasta y la como fría, mis dientes quejándose por el frío. Llamo a Johana por quinta vez en el día y le pregunto cómo van las compras. Ella me alega diciendo que es suficiente y me corta el teléfono. Pequeña traviesa. Enciendo mi laptop y escribo la invitación. Entonces recuerdo la cosa más importante de todo. El vestido. Lo siento tanto, pero de esto no puede encargarse Johana.
—Llama a Evangeline Cara de Pudín.
Busco su numero en mi teléfono y la llamo, suenan cinco timbres antes de que me conteste Giulio.
—Hola?
Silencio.
—Hola?
Alejo el teléfono de mi oreja y lo observó como si fuera la causa de todos mis males. Levanto el dedo con elegancia y presionó la pantalla para colgar. Entonces me doy cuenta de lo estúpida que he sido y vuelvo a llamar.
—Hola? — contesta Giulio, molesto esta vez.
—Hola, lo siento, no me entraba señal. Es Mary Anne, de Your Perfect Wedding... Quería hablar con Evangeline.
—Evie! — se escucha que grita Giulio y yo juro que mi ojo acaba de convulsionar.
—Qué!?
—Te llama Mary Anne!
—Quién!?
Okay, suficiente.
—La organizadora de la boda.
—Hola? — el fuerte acento de Evangeline me saluda.
O Evie, como prefieras.
—Hola, señora Poésy... —Sí. Señora.—Quería saber si estás libre hoy a las dos de la tarde para ir a revisar cuál sería el vestido perfecto para tu boda.
—Um... Giulio, haremos algo hoy?
—Aparte de ver tele? No creo.
—Bueno, iré. A qué hora? Y en donde?
—A las dos y...— le doy la dirección y cuelgo el teléfono.
—Tenemos algo que hacer, Lunua?
El gato me mira confundido y maúlla. —Bien. Entonces sí puedo ir. Te veo a las dos de la tarde, presumida!
—Miau...
Gruño y me levanto para ir a bañarme. Escojo un simple vestido celeste claro y me meto a la bañera. Salgo más rápido de lo que me gustaría y me pongo la ropa. Entonces me hago un moño en el pelo, me maquillo ligeramente, sólo las pestañas que siempre están hacia abajo y son bastante escasas y me peino las pobladas cejas. Agarro mi bolso y mis llaves y me dirijo a mi tienda favorita de vestidos. Cuando llego, un carro rojo extravagante ya está parqueado y desde aquí logro ver la oscura cabeza de Giulio y a su lado, una pequeña cabeza pelirroja. Diablos, diablos, diablos. Gracias que mi auto es polarizado, reviso mi bolsa buscando mi maquillaje y me doy cuenta, con mucha pena, que sólo traje mi lápiz labial. Me intento echar pero ya tengo suficiente. Me armo de valor y salgo de la camioneta, echo llave con el pequeño aparato y me giro hacia su auto. Cara de monstruo, de seguro. Evangeline está interesada en sus uñas, limándolas y todo, Giulio está viéndome fijamente. Sí, me veo como un mono cuando no tengo maquillaje, lo siento.
—Buenos días!
Evangeline asiente con a cabeza y decido que no los esperaré. Camino con decisión a la puerta de entrada y pongo la contraseña en la pequeña máquina. Suena un timbre y entro, dándome cuenta que ellos dos me siguen. Ja! Esa soy yo, la Organizadora de Bodas y nadie me lleva la contraria. Saludo a Kitty y entramos al enorme área repleta de vestidos de todo tipo, de todos colores y de cualquier estilo en el que estés pensando.
Camino con decisión hacia el área de vestidos de novia y entramos. Evangeline se emociona rápidamente y se va a buscar un vestido, dice que quiere que tenga la espalda al descubierto. Me he decidido a acompañarla pero es difícil seguir su ritmo, por lo que me siento al lado de Giulio, en un sillón rosado claro en forma de corazón.
—Entonces...— comienzo a decir.
Él gira su enorme rostro hacia mí y sonríe. —Qué?
—Estuviste con Evangeline en su casa?
Él asiente con lentitud, luego suspira y se recuesta en el sofá. Bien. No más explicaciones para Mary Anne. No seas metiche. No seas... Él no vuelve a hablarme.
—Encontré uno! Mira, Mary Anne! — me sonríe Evangeline desde un corredor.
Asiento y me levanto para ver. Es un hermoso vestido con la espalda descubierta y adornos delicados. Agarro la etiqueta y veo el precio. Está... Bien. Tendremos que usar toda la tarjeta de Reina Vieja.
—Pruébatelo.
Ella asiente y corre a los vestidores, lejos de Giulio. Bien, él no tiene que ver eso. Le ayudo a ponerse el vestido, dándome cuenta de varios tatuajes que tiene. Tiene varios en la espalda, pequeñas flores volando por ahí, también tiene en los hombros y en los brazos. Mencioné que tiene en el abdomen? Ella me suelta una amigable sonrisa cuando termino de ponerle el vestido.
—No le digas a nadie.
—No te preocupes. — pero de seguro ya hasta tu futuro esposo lo sabe.
Salimos y miramos el vestido en el espejo. Ella sonríe ligeramente y asiente. —Me gusta este. Compremos este.
Asiento, pensando en si es buena idea. A veces, cuando se tardan tan poco, me da la impresión que se arrepentirán luego. Saco mi agenda y hago un acuerdo y hago que lo firme. Entonces vamos a pagar y nos dicen que el vestido llegará en una semana. Le doy la dirección a Kitty y salimos al parqueo.
—Bueno, eso fue rápido. — murmuro.
—Es cierto. — dice ella. —He visto programas donde las chicas tardan horas en encontrar uno que mínimo les guste. Gracias por traerme aquí.
Asiento mientras le quitó la alarma al auto. —Está bien, nos vemos mañana para ver el esmoquin, Giulio.
—Oye. — me llama Evangeline, sus ojos verdes brillando con emoción. —Podrías ir hoy? Para ayudarle? O tienes algo que hacer...?
—Um...— veo a Giulio, viendo enojado a Evangeline, quizá molesto porque quiere quitárselo de encima. Y como soy tan mala, aunque quiero que se aleje de mi, quiero que esté lejos de ella, también, por lo que asiento. —Vamos en mi auto.
Giulio me ve, ofendido. —No quiero ir.
—Oh...— murmuro con sorpresa fingida, elevando mis cejas.
—Ve con ella, Giulio. Yo te espero en la casa otro día.
Yo asiento y entro a mi auto. Veo a Giulio y Evangeline pelear un rato afuera detrás del polarizado. Entonces Giulio le da las llaves y rodea el auto para subir al lado del copiloto.
—A dónde iremos?
—Pasaré a comprar comida y luego regresaremos aquí.
Él me frunce el ceño pero no me dice nada hasta que llegamos a la cafetería:—Pudimos haber comprado el esmoquin mientras estaba Evangeline. Es rápido. Yo no miraré qué ropa me pondré, ya sabes.
—Tenía que comer.
Él me gruñe una respuesta y yo pido una malteada de fresa y un capuchino. Realmente no tengo hambre, sólo quería molestarlo.
—Y eso es tu almuerzo? — me ruge
—Oye, fue tu novia la de la idea de comprar tu esmoquin, no yo. No me molestes.
Él me gruñe algo que no logro entender y compra un filete y una malteada de proteínas. Él es tan raro. Se come todo y cuando ve que yo no me acabo ni la malteada, él se la toma y luego pregunta por el capuchino. Llegamos al estacionamiento y salimos. Saludo a Kitty otra vez y entramos al área de esmóquines, de hombres. Él apenas se fija en las cosas y yo, por el contrario, me quedo viendo cada prenda, imaginándolo a él en ellas.
—Tienes una cara de rara... Me recuerdas a... Olvídalo.
—Como sea. — murmuro.
Recojo una camisa de botones blanco y entonces se me ocurre una idea excelente.
—Paul! Camino con rapidez hacia dónde supongo que está el excelente costurero y no lo encuentro, en vez de eso, me topo con un chiquillo. —Paul está cagando.
—Oh, bien. Lo esperaremos en su oficina, puedes decirle?
Supongo que es su sobrino, tiene la misma cara.
Guío a Giulio hacia la oficina y en el camino recojo unas cuantas camisas; cuando llegamos a la oficina, le pido que se las pruebe y él lo hace frente a mí. El muy exhibicionista. Y guapo. No, Mary Anne, no pienses eso de tu cliente. Él es feo. Muy feo. Con sus bellos ojos castaños... Basta!!!
—No me queda. Es muy pequeña.
—Qué? — murmuro. —Bien, prueba esta.
Él lo hace y no le queda, al igual que la anterior. Reviso las tallas y me doy cuenta, con mucha vergüenza, que escogí la talla de Charlie. Hace cuanto no acompañaba a un hombre a comprar ropa? Giulio se da cuenta de mi cambio de humor pero no me dice nada.
—Lo siento. Cuál es tu talla?
—Mary Anne! — grita la voz de Paul.
Me giro y saludo al pequeño señor. —Felicidades, cariño, vas a casarte?
—No! No, no, no. No, no, no, no!
Giulio me para con una mirada, aunque aún tenga el impulso de decir "no", le hago caso.
—Y este hombre? No es tu novio? — Paul le frunce el ceño a Giulio y él simplemente se queda tieso.
—Necesito que le hagas un hermoso, formal y perfecto traje de bodas. Quiero que los botones sean de plata.
Giulio se acuesta en el sillón, estirando sus peludas piernas y bostezando, como un león perezoso. Paul me frunce el ceño y agarra la cinta métrica y le obliga a Giulio a levantarse.
Aunque con bastante trabajo...::::::::::
Lo siento por tardarme! Estuve muy ocupada esta semana!
Besos,
Karen
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Soy la Organizadora de Bodas
أدب نسائيOjalá la vida no fuera cruel y despiadada. Todo comenzó esa mañana, cuando entró Johana. -Clientes preferenciales. - dijo. Me molesté con ella porque estaba haciendo un álbum de fotos para Jill y David. -No me interrumpas. Una vieja mujer empuj...