12
—Cariño, ¿Está todo bien?
Una suave voz me dice. Carajo, nada está bien. Acabo de perder mi empleo por un capricho. El mejor empleo del universo. De la galaxia! Y lo injusto es que ya había decidido que nada con Giulio, que lo iba a dejar casarse y no interrumpiría. Hubiera sido más fácil si no hubiera decidido nada de eso. Y lo peor es que él es un abusivo. Lo odio. Recuerdo la mirada que me dio en el hospital. Tan... Agradable.
Abro los ojos lentamente y veo a Johana verme con preocupación. —¿Cómo lo supo? — me pregunta.
—No tengo idea.
Siento mis ojos llenarse de lagrimas y veo a Johana convertir su rostro a uno de preocupación.
—No pasa nada. Conseguiré algo mejor. Y tú vendrás conmigo.
—¿Sí?
—Si quieres.
Me levanto y me doy cuenta que estaba en el césped, mojándome. Claro, buena forma de arruinar mi vestido. Me veo las piernas y estas están chorreando agua café por la tierra. As-que-ro-so. Levanto la mirada porque tengo la necesidad y veo a Giulio en el balcón viéndome preocupado.
—¿Está todo...?
Bajo la mirada y comienzo a caminar a la manor. Idiota. Por su culpa, me quitaron el mejor trabajo del universo. Su culpa. Suya. Lo odio.
—¡Mary Sue! No seas así con él, es tu cliente.
—Ya no más. Le hice la jugada con esta boda. Que no me moleste.
Escucho los lloriqueos de Evangeline y la veo en la silla, la están peinando.
—Evangeline, ¿Qué está mal?
—Giulio peleo... Giulio... Peleo... Conmigo. — me lloriquea.
—¿Cómo fue?
—En la mañana, cuando vino, me comenzó a acusar. Que no me quería ver y que iba a ser una desgracia si nos casábamos. — ella me ve horrorizada, luego se cubre la cara con las manos y comienza a llorar.
Qué horror. ¿Por qué le dijo eso?
—¿Por qué...?
—Lo engañe... Bueno... No lo hice. No nos amamos. Él me dijo que no importaba si estábamos con quien queríamos, que el matrimonio era forzado pero al parecer no le gusto. — ella comienza a llorar de nuevo y esta vez no para a pesar de mis preguntas.
Estúpido matrimonio forzado. Los odio. Es siempre la misma historia. Sin involucrarme a mi.
—Mira, ya no llores. Es un matrimonio forzado y lo que sea, hoy vas a lucirte y mostrarle a él por qué a una mujer nunca debe tratársele así. Eres hermosa, te mereces más que eso. Pero lastimosamente él no puede dártelo. Por ahora. Quizá después cambie. Pase lo que pase, eres una mujer hermosa y te mereces lo mejor. Arriésgate, Evie. Vive tu vida, vive ese matrimonio y cumple con lo que debes. Él no tiene por qué exigirte si al principio no quería nada serio. Van a casarse hoy. Lo que pase después no es mi problema pero vas a hacer lo que estabas dispuesta desde hace tiempo, cuando llegaste a mi oficina por primera vez.
Siento que he escupido palabras y no me importa. No soy buena para dar ánimos. Soy muy mala. Pero deben casarse. Ellos se quieren, van a lograrlo. Y deben cumplir los retos que les ponen sus padres. Aunque a mí no me gustaría, sé que es lo mejor para ellos. Son unos niños. No saben lo que es la vida. Deben estar juntos para protegerse y no arruinarse. Deben casarse. Después de todo, este es un matrimonio que dará frutos. Y si no los da, por lo menos hará que no se desvíen.
Diablos, parezco una señora. Me levanto y le doy ánimos, ella me sonríe y deja de llorar, solo respira muy asustada. Yo voy al segundo piso, acercándome al cuarto donde sé que está Giulio. Abro la puerta de golpe y lo veo viendo televisión con aburrimiento. Sus ojos se encuentran con los míos y le frunzo el ceño muy enojada.
—Mary...
—Señor, usted debería aprender modales. ¿Cómo se le ocurre decirle eso a su futura esposa? ¿Siquiera sabe el daño que causó? Debería dejar de comportarse de manera tan... Poco madura. Ahora, si me disculpa, debo continuar organizando una boda. Lo espero a las siete de la mañana en el primer piso.
Me salgo del cuarto y escucho el fuerte grito de Giulio. —Mary Sue! Ven acá ahora mismo!
Comienzo a correr lejos, temiendo que se me acerque. No puede acercarse. Me van a doblemente despedir. No puede acercarse. Va a quitarme la dignidad. Bajo las escaleras y escucho que él baja detrás de mí, me toma de la cintura y yo le doy una fuerte cachetada, dejando claro todo el odio que tengo. Odio acumulado desde que me trató mal. Desde que se acercó a mi puerta y me empezó a gustar. Él me ve con grandes ojos y me suelta, dándose cuenta que esta vez ya no podrá tenerme. No más. Estoy harta.
—Mary Sue...
No contesto, solo me voy. Salgo al parque y ayudó a organizar todo allá. Las mesas están puestas, las sillas en el área donde se van a casar, todo está perfecto.
Pienso en lo dramática que soy. Me lo merezco. Me despidieron por un capricho.
El tiempo pasa con rapidez, tan rápido que pronto estoy viendo a los invitados. Entre ellos a Lara Jean, que viene con un hombre guapo en su silla de ruedas. No, pero es muy guapo, en serio. Él me sonríe de lado con la felicidad de un perro y yo lo encuentro bastante tierno. Vaya, es un hombre tierno, incluso tiene una pequeña pancita.
—Hola, Mary Sue. Él es Evan, mi...
—Soy su esposo.
Abro los ojos con sorpresa. Lara Jean se pone roja y luego ríe ligeramente, su risa sonando loca.
—Aún no. — lo regaña. —¿cómo estás, Mary?
—Muy bien, muchas gracias, Lara Jean. Espero tus hijos estén bien.
—Lo están. Gorditos.
Sonrío con dulzura y justo en ese momento veo venir a una linda rubia detrás de ellos. Tiene un carruaje triple y ahí veo a los bebés de Lara Jean. Son gordos, sonrosados y sonrientes.
—Mis bebés...
—Mary Sue, espero te cambies de ropa antes de la boda. — dice con falsa dulzura mi jefa.
Asiento y le doy una cálida sonrisa a los chicos, luego me voy. Solo quiero desaparecer. No quiero estar en la boda, no quiero estar en ninguna parte de este lugar!
Dos eternidades después, comienzan los movimientos de la ceremonia. La gente está esperando con ansias a la novia, la cual no para de transpirar en la parte trasera. La entiendo. Estoy igual. Al final lo logra, sale con su padre y se va. Se va a casar. Yo me quedo atrás, solo viendo la ceremonia desde algunas plantas. Mis ojos mágicamente se encuentran con los asustados de Giulio y lo único que puedo hacer es sonreírle tristemente pero tratando de ser animada. Cuando se están casando, decido no ver. Hombre, no puedo. Que idiota soy. Me quedo con Johana limpiando la mesa donde estaba Evie llorando y luego de un gran rato todos comienzan a aplaudir y gritar. Salgo y me voy al salón donde será el baile. Ya está listo y pronto ellos llegan, bailan, comen ríen bailan más. Comen pastel. Toman fotos, ríen, comen, bailan y todo una y otra vez.
Me quedo en una esquina cerca del patio, viendo el camino iluminando bellamente y el enorme trabajo que he hecho. Escucho los fuertes pasos de Giulio justo detrás, sé que no puede verme, estoy medió escondida en las flores.
—Ya te vi, pequeña. — murmura.
Comienzo a recordar lo dulce que era conmigo. Como aquella vez que me cocino o la vez que me hizo despertarme para tomarme mi pastilla, acariciando mi mejilla. Se para a mi lado y yo suspiro.
—Siento haberte tratado mal.
—No lo hiciste.
—Sí, lo hice. Todo el tiempo. Desde que te conocí y querías hablar conmigo, cuando deseabas ayudarme y ese tipo de cosas. Te rechazaba. Y... Lo siento.
Él asiente con sus ojos llenos de intensidad. Se ve bastante guapo hoy. Sonrío ligeramente al ver su mejilla un poco rosada por la enorme cachetada que le di antes.
—No te preocupes por eso, Mary Sue. Yo fui el que empezó todo. Y... Johana me contó. Que estás despedida. Lo siento. Eso es por mi culpa. Sé que amabas este trabajo.
Asiento con lentitud. —Gracias. Pero no es tu culpa.
—Lo siento, Mary. Lo compensaré. Te lo prometo, esto no se acaba aquí.
Me mira con ojos suaves y me besa la mejilla con suavidad. —Gracias por la mejor boda que he tenido.
Auch. Eso duele. Mi boca se abre y la pena me inunda. Carajo, no crei que me iba a gustar tanto.
Pero lo hace. Lo veo alejarse y alejarse hasta estar en su mesa. Él se encuentra con mis ojos una vez más y es momento de irme. Él la ama. Por eso se molesto con ella por engañarlo. Él la ama y yo soy simplemente su capricho. Algo para demostrar que Evangeline no valía la pena cuando Evangeline era su vida.
Esto me mata. Decido qué es momento de irme. Dejó a cargo a Johana de lo último y desaparezco. Sé que lo hice de mi anterior vida. Es tiempo de comenzar otra.
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Soy la Organizadora de Bodas
Chick-LitOjalá la vida no fuera cruel y despiadada. Todo comenzó esa mañana, cuando entró Johana. -Clientes preferenciales. - dijo. Me molesté con ella porque estaba haciendo un álbum de fotos para Jill y David. -No me interrumpas. Una vieja mujer empuj...