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—Tú puedes. — murmuro mientras camino a la sala de espera. Mis pies están descalzos ya que estaba lloviendo y decidí que mis pantuflas serían un asco si salía así. La enfermera me dejo pasar ya que organicé su boda. Buena suerte para mí. Giulio está sentado en una fría sala viendo a un chico flacucho y guapo con atención.
—No sé qué fue. Sólo me llamo Lara Jean.
—Yo tampoco... Esta... Conocida tenía mi teléfono y le contesto.
Mi pecho se retuerce con enojo. "Conocida". Agarro mi cabello con fuerza y arreglo mi pijama. Giulio baja la mirada y me paro frente a él, mis sucios pies seguro entrando en su campo de visión. Levanta la mirada lentamente y le doy el teléfono de Lara Jean.
—Y ten el tuyo. Te encargo que dejes de dejar tus mierdas en mi apartamento, no soy tu bodega.
Él espera a que le de su teléfono y "accidentalmente" se me cae.
No lo recojo. Espero a que él lo haga. Me doy la vuelta y veo al chico guapo verme atentamente. Me sonríe de lado medio coqueto.
—Hola.
—Buenas noches. — saludo.
Lara Jean se acerca con piernas temblorosas justo cuando voy a irme. Ella se ve tranquila ahora, sus mejillas tienen color y su cabello se ve brillante.
—Muchas gracias por traerme, Mary. Eres demasiado amable. — ella me sonríe y su ojo derecho se hace más pequeño de una manera cómica. Ella tiene una cara cómica.
—Es un gusto.
—¿Eres la novia de Giulio?
—No, yo organicé su boda. — digo orgullosa.
Giulio se levanta y trata de abrazar a Lara Jean pero ella no se deja, se resbala de sus brazos con una mirada de disculpa.
—Perdón. ¿Me decías? ¿Organizaste la boda de Giulio? Es el domingo, ¿no?
Asiento nerviosa y ella sonríe. —Qué... Bueno. Yo estoy comprometida pero Evan y yo no hemos planificado la boda aún.
—¿Sí? Pues... Si quieres... Estoy yo.
—Pero es más... A mí me gustaría algo más modesto, sabes?
—Sí? Pues entonces no sé. Si quieres. Si no, está bien.
Sonrío y suelto una risa loca. Hombre, esa sonrisa no salía desde hace años. Me fijo en Giulio y mi sonrisa desaparece.
—Bueno, tengo que dormir. Lara Jean, ha sido un placer.
—Me dejas tu numero? Por si me interesa.
Asiento y se lo doy. Ella apenas puede manejar su teléfono pero al final lo logra. Me despido de ella y me voy de ahí, agitando la mano hacia Giulio. Él apenas me lanza una mirada y yo me voy. Más rota de lo que me sentí alguna vez.

El domingo llega con lentitud, ni una llamada de Giulio ni nada en toda la semana, incluso vi a Jason y él no aparece. Pero he sido dura. Me he permitido pensar en él dos veces al día. Sólo dos veces. Me levanto a las tres de la mañana el domingo, me arreglo con perfección, demasiado bien, pensando en lo bien que me veré. Me arreglo el cabello, me maquillo y me pongo mi mejor vestido y al final me pongo mi nombre en mi vestido con el "Organizadora de boda" impreso ahí. Esta perfecto. Me subo a mi auto y voy camino a la manor. Ahí ya están todos los trabajadores haciendo todo. Ya casi está acabado, es un día perfecto, está nublado anunciando un gran sól. Todo es tan perfecto que me da nostalgia. Me abrocho mi suéter y salgo corriendo con mis zapatillas hacia la casa, donde ya escucho lloriqueos no más entrando ahí. Hombre, es Evangeline. Me acerco y veo a Johana haciendo un listado con mi jefa, lo cual hace que me cague en mi vestido. Hombre, ¿qué hace mi jefa aquí? Me muerdo una uña y avanzó después con decisión, ella me ve antes de que esté completamente cerca con una mirada indiferente y labios fruncidos. Okay, esto no me gusta. Y no me gusta para nada porque hace que quiera patearle el trasero a todos. Esta es mi boda, no de la jefa. Me siento como principiante, ¿Por qué ella está revisando mi boda perfecta? Porque lo es. Me paro frente a ella con una sonrisa algo plástica en mi rostro y ella ni siquiera me la devuelve.
Me agarra del codo y me aleja de Johana, llevándome hacia el patio y luego metiéndome entre la pared de la manor y unos enormes rosales.
—¿Mary Anne? ¿Qué diablos te sucede? Primero Jill y David y ahora ¿Giulio y Evangeline?
Frunzo el ceño desorientada. ¿De qué diablos habla?
—Um...
—Y no me vengas con tu cara de pingüino bebé, es la verdad. ¿Qué te pasa? ¿Has olvidado nuestro propósito? Hacer felices a los putos novios!
Abro mis ojos ampliamente, asustada. Jamás había escuchado a mi jefa decir putos y novios en una misma oración.
—Um... No, claro que no lo he olvidado. Deje a cargo a mi asistente de la felicidad de ellos complaciéndolos.
—Cariño, ¿crees que no lo sé? Tengo ojos en el culo, Mary.
Abro la boca asustada. —¿De qué hablas?
—Tú y Giulio.
Siento un fuerte golpe en el pecho que luego baja a mis pies. Ella sabe. Carajo. Pero... No ha pasado nada. Nada. O sí? Estoy arruinando una boda? Estoy arruinando una vida?
—No sé de qué hablas. Y ahora, si me disculpas, debo ir a hacer los preparativos para la novia. Tengo una gran boda que realizar.
Me doy la vuelta pero la mano de mi jefa me toma con frialdad. De hecho, incluso está fría.
—Esta es una hermosa boda. Todo ha sido perfecto, tu trabajo fue perfecto. Sólo recuerda nuestro lema. Recuérdalo aunque sea por unas horas, Mary Sue, porque está será la última boda que organizaras bajo el nombre de mi empresa. No puedo creerlo, Mary Sue. Jamás me lo imagine de ti. Eras perfecta. Pero eso se acabó. No aceptaré ese tipo de actitud en mis empleados. Nadie se merece eso.
Mi boca se abre con horror y la veo con incredulidad.
—Ni siquiera lo conocías. — me alega.
Luego toma la tabla sujetapapeles y se va de nuevo a la manor.
Mierda. Voy a desmayarme.

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Lo siento tanto!!
Ya no desaparezco lo juro!! Discúlpenme. Estaba estudiando como diez horas al día y ya no pude escribir.

Karen

Soy la Organizadora de BodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora