You're Mine [Español]

Capitulo Ocho

Layna

Cuando desperté la mañana siguiente Derek seguía dormido a mi lado. Silenciosamente me deslice fuera de la cama y camine hacia el baño. Quería dejar que Derek durmiera un poco más, ya que apenas había podido dormir por la noche. Desde que mi padre fue asesinado ha estado alerta, y se despierta durante la noche por el sonido más mínimo, pensando que alguien va a intentar herirme, o al bebe.

Suspirando, salí de la ducha y me vestí rápidamente. Por suerte las dos habitaciones del hotel tenían pequeñas cocinas, pero eso significaba que la comida debía ser reabastecida y mi papá todavía no salía de la cama, así que siempre tenía que mantener su refrigerador abastecido o pasaría hambre.

Cuando salí del baño Derek se sentó, frotándose los ojos somnolientos.

-¿A dónde vas?

Me acerque y bese su mejilla con gentileza.

-Solo a conseguir unas provisiones.

-Voy contigo. –dijo bostezando.

Mirando con preocupación a su rostro podía ver los círculos oscuros debajo de sus ojos por la falta de sueño.

-Creo que deberías quedarte y dormir; necesitas descansar.

-No, está bien, -bostezo de nuevo- tomare café o algo.

-Vas a quedarte y a dormir; solo necesito una par de cosas. Además, está a solo diez minutos de aquí, regresare antes de que te des cuenta.

Deslizo los brazos alrededor de mi cintura, empujándome hasta que estaba recostada sobre mi espalda y él estaba sobre mi.

-Alguien está un poco mandona hoy.

-Sí, bueno tengo que estarlo o vas a terminar caminando como un zombie por el resto del día.

-Touché.

Sonriendo, levanta la cabeza como si fuera a besarlo y justo cuando estaba a punto de tocar sus labios me deslice fuera de debajo de él y termino con la cara en la almohada.

Rompí en risas, tomando mi bolso al final de la mesa.

-Regresare pronto, y más te vale estar durmiendo o sino.

-¿Qué vas a hacer? ¿Nalguearme?

Me mordí el labio, intentando esconder mi sonrisa.

-Tal vez.

-Entonces definitivamente estaré despierto.

Me incline y lo bese rápido.

-Créeme; no te gustare cuando estoy enojada.

-Está bien, increíble Hulk, lo tendré en mente.

-Bien. –dije y Derek me observo mientras me ponía los zapatos- Oh y James va a venir más tarde, ¿Okay?

Asintió y sonreí agradecida. Él entendía que necesitaba saber más acerca del hombre que dio su vida tratando de ayudarme, y por eso seguía invitando a James a venir. Estaba feliz de que no se molestara por ello.

-Te amo, ángel.

Sonreí por su apodo, saliendo de la habitación.

-También te amo.

∞∞∞

Empujando el carrito del supermercado por el pasillo, arroje una caja de cereal a la creciente pila de comida en él. Justo cuando estaba a punto de tomar otra caja alguien me llamo. Levantando la mirada me sorprendí al ver a Leila, la enfermera de la institución mental.

Aun tenia puesto se uniforme de hospital, pero sostenía una cesta con comida.

-Divertido verte aquí. –comento con una sonrisa, colocando un mechón de su cabello gris detrás de su oreja.

-Si solo estaba comprando algo de comida. –dije devolviéndole la sonrisa.

Ella sostuvo alto su cesta.

-Apenas salí del trabajo y decidí hacer lo mismo.

-Bueno, debería seguir pero fue un placer verte. –dije, agarrando mi carrito.

-Espera, -dijo, así que me volví a mirarla- se me olvido preguntarte la última vez, ¿Cuánto tienes? –apunto a mi barriga.

-Casi cinco meses. –dije, descansando una mano en mi estómago.

-Es asombroso. –asentí de acuerdo.

-¿Tienes hijos? –pregunte.

-Sí, dos chicos, pero ya crecieron y tienen familias propias, apenas llegan a verme. –sus ojos se entristecieron.

-Lamento escucharlo.

Durante el mes que había hablado con Timothy, Leila y yo habíamos desarrollado una amistad, y me molestaba genuinamente que sus hijos no la visitaran mas, incluso cuando era una señora tan dulce.

-¿Tienes tiempo para tomar un café? Me encantaría charlar contigo un poco. –pregunto.

Mire mi reloj, todavía tenía tiempo antes de que me tuviera que encontrar con James.

-Claro, solo déjame pagar por esto.

-No hay problema. –dijo, y si hubiera visto más de cerca, hubiera podido ver el peligroso destello en sus ojos.

Derek

Me desperté porque tocaron la puerta. Gimiendo me levante, estirando mis musculos rígidos mientras lo hacía. Layna probablemente olvido su llave de nuevo.

Cuando abrí la puerta me sorprendí al ver a James ahí.

-Uh...hola.

-Hey. –dijo, hundiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta- ¿Layna está aquí?

-No, fue a la tienda. Pensé que vendrías más tarde.

Me miro confundido.

-Es más tarde...son como las seis de la tarde.

Me frote los ojos. No podía creer que había dormido todo el día. Pero, si era tan tarde, ¿Dónde estaba Layna? Se fue a la tienda temprano en la mañana, y no debió demorarse tanto.

A menos que...no. Por favor, por favor no.

Corrí de vuelta a la habitación y con las manos temblando, tome mi celular oprimiendo el número de Layna. Ella contestaría...tenía que hacerlo.

-Vamos, contesta. –susurre mientras sonaba el teléfono.

-Hey, hombre, ¿Estas bien? –James pregunto pero lo ignore, impacientemente esperando a que Layna contestara.

El teléfono fue a correo de voz y grite en frustración. La volví a llamar mientras corría por el pasillo a la habitación de Tom. Podía escuchar a James siguiéndome, pero lo ignore y golpee la puerta de Tom. Después de lo que pareció una eternidad la puerta se abrió, revelando un Tom gruñón.

-¿Cuál es tu maldito problema? –me pregunto mientras volvía a sonar el correo de voz de Layna.

-No puedo encontrar a Layna y no responde el teléfono. ¿La has visto hoy?

-No desde ayer...no creerás que... -no continuo, sus ojos se abrieron con miedo.

-Espero por Dios que no sea lo que creo que es.

-¿Qué 'creemos' que es? –James pregunto con la cara llena de confusión- Tal vez fue a hacer mandados o algo.

-Ella siempre contesta su teléfono, siempre. Desde que paso lo del año pasado nunca lo dejaba fuera de su vista, y especialmente nunca ignora nuestras llamadas.

-Llámala otra vez. –me dijo y obedecí. Esta vez el teléfono fue directamente a correo de voz.

-¡Mierda! –grite lanzando el teléfono a la pared. Mis rodillas cedieron mientras la realidad llegaba, y me hundí en el suelo, enterrando el rostro en las manos.

No solo se habían llevado a mi Layna, también se llevaron a mi hijo no nacido.