Dilema moral

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Una de las sorpresas más agradables que podemos encontrar al comprometernos totalmente con algún proyecto específico es que surgen fuerzas y oportunidades que no hubiéramos imaginado hasta entonces, "los pequeños regalos de la vida están a veces en los lugares más insospechados" es hermoso ver un niño sentirse feliz en la víspera de navidad porque tiene nuevos juguetes con que jugar y la persona que dio el regalo se sentirá igualmente feliz ya que hizo a alguien alegre; pero que sucede cuando el niño que recibió el juguete no se siente feliz por el regalo y hace todo lo posible para que se den cuenta de que no le gusto, eso es porque la persona que dio el regalo piensa igual que yo le agrada, lo hace feliz ver a otro sufrir, patalear, suplicar.

Para mi es normal terminar un trabajo e irme del lugar y desaparecer, pero al encontrar a esa joven rubia en esa parroquia, para mí fue una sorpresa, Supongo que debería estar enojado. Pero no lo estoy. No. La verdad creo que es un mensaje amigable, como: 'Hey, ¿quieres jugar?' Y sí, quiero jugar.'"

No podía responder la pregunta que me hizo ella, porque en ese momento me sentía realmente aturdido, pero creo que entiendo cómo debe sentirse esa joven rubia sola, vacía, y triste, y quiere tomar la rienda de su vida haciendo un cambio ya sea en la sociedad o en su vida, porque antes de haber matado a su padre, ella se sentía oprimida y atascada, pero al haberla liberado de esa opresión sin haber querido libere un monstruo que ahora quiere acompañar a un monstruo mucho más grande "yo". Tenía que tomar una decisión, alejarme de ella totalmente para que no me perjudique a mi o matarla para desaparecerla por fin de mi vida y no lamentarme en un futuro.

Pero para saber si merecía vivir, a ella la miro fijamente a los ojos y le hago una pregunta sencilla: ¿has matado alguna vez y que has sentido al hacerlo?

Ella frota sus labios con su lengua, parpadea por unos momentos y después traga saliva, para decir: solo he matado dos veces y creo que no he sentido nada.

Mi rostro lanza una sonrisa irónica, cierro los ojos y los vuelvo abrir, mientras me voy del lugar le digo: mala respuesta, creo que no estas listas para merecerte el regalo que te iba a dar. En ese momento pienso: "una muerte perfecta".

Mientras me intento ir ella me agarra del brazo y me dice: por favor antes de irte, puedes responderme dos preguntas. Le digo que "si" sin replicar.

- ¿En qué me equivoque? Y ¿Qué sentiste?

-   Un asesino debe sentir algo al matar a alguien ya sea pesar, dolor, lamentación, deseo, tranquilidad, felicidad, en mi caso me agrada ver la sangre caer del cuerpo mientras intento ver los ojos de la víctima mientras se desvanece su última luz de vida me hace sentir de alguna manera "libre"; para ser sincero contigo me hizo sentir mucho mejor que lo que esperaba, fue agradable recibir las gracias y no gritos de temor por haber matado, es muy cálido recibir un mérito por algo que te gusta hacer.

Después de haber terminado de responder, me retire del lugar preocupado porque no sabía si lo dicho por mí para esa joven rubia había funcionado para alejarla de mi vida ya de una vez, aunque, creo que lo quería hacer ella, era enseñarme algo, realmente ¿Qué estoy haciendo para los demás? Acaso solo me estoy ayudando a mí mismo por el ansia de matar por culpa del monstro que llevo en mi interior, por lo aprendido, la mejor manera de levantarme cuando me sienta con esas ansias que me hacen sentir oprimido y la única forma de liberarme es ver la sangre en la realidad y no en mi cabeza es ayudar a otra persona; será que ayudar a las personas, desde ahora será mi necesidad y no la muerte. No lo creo. Creo que voy ayudar, pero matando.

Así que al llegar a mi apartamento lo primero que hago es buscar esa caja con víctimas y buscar un nombre al azar, claro, uno que llene mis requisitos, al introducir mi mano la primera víctima que sale es Alberto, al parecer un vecino ha visto a Alberto cavar unas tumbas a las 3:00 am en el patio de su casa, y después una horas entierra unas bolsas en formas de cuerpos dejando un rastro de sangre, esto pasa seguido, pero después, por arte de magia los cuerpo, desaparecen, y él quiere que la ley no se encargue si no yo, ya que el vecino lo ha intentado antes con la ley y no ha funcionado, ahora quiere otros métodos.

Así que preparo las herramientas necesarias para la muerte de Alberto, de noche llegue a su casa, al parecer él no se encontraba, la casa estaba totalmente oscura, así que detrás de un mueble cerca de la puerta me escondo y me arrodillo, de manera paciente, espero que Alberto llegue a su precioso hogar lleno de mentiras, perfecto esa será la palabra que colocare en la piel de Alberto, "mentiroso" la palabra será difícil pero sé que la hare.

Después de esperar unos minutos, Alberto llega a su y el cree que esta seguro, yo cansado esperar me acerco rápidamente a él, y de manera sigilosa pero vertiginosa coloco el pañuelo en su boca y el cae al suelo como la gravedad hace caer una manzana. Sin demorarme, lo amarro a una mesa, me visto para la ocasión para no dejar rastros; a los poco segundos el despierta con un grito insufrible, que creo que hizo despertar a media cuadra, tapo su boca con un trapo y comencé con la función, letra por letra fue más sencilla que otra, Alberto no se movía mucho cada vez que se despertaba se desmallaba por el dolor que mi cuchillo le ocasiona, al terminar, de manera inmediata el despierta más calmado que antes, y asustado el pregunta: ¿ por qué me estás haciendo esto?

Me rio en su cara en sentido de burla y le respondo: los hombres son ingratos, frívolos, cobardes, codiciosos y la base es la mentira, mientras uno los trate bien apoyan, pero cuando uno está en peligro se vuelven contra nosotros, por esa razón los mentirosos deben desaparecer como la religión para ser hombres libres y desarrollar nuestra esencia humana.

Antes de que el dijera otra palabra, implanto mi cuchillo de manera lenta en su corazón, mientras miro desde primera fila la función llamada "sus ojos pierden la luz".

Arrastro el cuerpo muerto de Alberto hasta su patio, para después cavar una tumba para él, al terminar de hacer su propia tumba me dispongo a enterrar ese cuerpo frio y lleno de sangre, pero sentía que alguien me observaba, miro a la derecha y ahí estaba el vecino, viéndome, mientras levanta el teléfono para mostrármelo, claro ha llamado a los policías, y pensé: << un delatador no me va a dañar mis planes, déjame decirte que estarás muerto>>. Mientras que él se desvanece en la oscuridad

A los poco segundos se escuchan sirenas de policía, no tenía ningún lugar donde ir, sentía miedo, desosiego, no quería que me atraparan, no así. Tenía dos opciones entregarme o huir, la decisión tenía que ser una, pero no sabía cuál, no estaba preparado para esto.


LA CARTA Y DIARIO  DE UN PSICOPATA ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora