ELLA Y YO

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El día después de haber pasado por eso de lo cual me avergüenzo, tener que colocar los cuerpos como otro asesino se puede considerar plagio en este ámbito, pero supongo que funciono como distracción suficiente; me desperté exaltado, mis respiración era rápida, y las manos me temblaban, tuve esa clase de sueño donde te descuartizan una y otra vez, pero en ningún momento toque la muerte, tan solo sufría, y sentía cada corte en mi cuerpo acompañado con una risa algo desesperante, esa clase de risa que te hace desear que te asesine rápido, no sabía quién disfrutaba hacerme sufrir, lo único que veía era una sombra, y un cuchillo que se iluminaba con cada gota de sangre, y grito de agonía, pero hubo un momento, donde morí, y en ese instante cuando la última gota dejo de caer, cuando el frio atravesó mi pecho fue como un golpe fue como un golpe justo en los testículos, sé que están algo lejos, pero fue esa clase de golpe que me hizo despertar.

No me percate de lo que había a mi alrededor, tan solo me quede sentado en mi cama, mirando hacia el techo intentando volver hacia la realidad, mientras bajo la cabeza mantengo los ojos cerrados, paso mis manos por mi cara, y hay estaba ella la chica de cabello rubio, de espalda sentada en un borde de la cama, no me ofusque, simplemente me acerque y me senté a su lado.

--supongo que tuviste alguna pesadilla—dice ella, logrando destrozar el silencio, que existió por toda la habitación por varios minutos. Sin esperar le contesto—sí, digamos que fue una especie de karma—después de haberle contestado, ella vuelve a mantenerse en silencio, tenía su cabello algo desarreglado, pero seguía manteniendo ese color rubio dorado, ella miraba hacia el horizonte con sus ojos que con la luz se veían azueles, la locura, la desesperación, la belleza, y el arte en una sola mujer; suelo ser algo impaciente, especialmente cuando me acabo de levantar exaltado y sudado, así que adelanto lo inevitable, y agarro su barbilla delicadamente, para que despierte, y debo admitir, también fue para ver de una manera completa sus ojos profundos, y mientras retiro la mano le pregunto--¿Qué te sucede?—ella agarra el cuchillo que tenía guardado debajo de su pierna, y coloca la punta en su muslo izquierdo, no lo incrusta simplemente lo mantiene, me mira fijamente y de manera lenta dice—llegue aquí a tu habitación, para matarte, y no pude hacerlo, intente a ojos cerrados, pero aun así algo dentro de mí me detenía, y ahora siento una grave impotencia y una tentación que los dos debemos controlar para no consumirnos uno al otro, y sé que debes morir porque estas dentro aquellas personas pecadores, y sé que si te mato colocare en tu pecho, asesino, y ahora dime ¿Por qué razón no pude matarte?—miro hacia el suelo, y me mantengo tranquilo aunque ella me intento matar y todavía quiere, ella tiene un ambiente alrededor de su cuerpo que emite tranquilidad, pasión, e inexperiencia, y sin dejarla esperar le digo—creo tu subconsciente sabe, que lo que hago es sumamente correcto, y sería algo injusto matarme si tú haces lo mismo que yo hago, y ahora iré a la ducha y espero no encontrarte en mi habitación—ella se mantiene sentada mientras yo me retiro y la pierdo de vista cuando cierro la puerta.

Después de haber hecho las cosas necesarias para salir, cuando estaba a punto de agarrar el bolso con mi implementos, me detengo en el espejo, y comienzo a pensar en ese sueño, y a relacionarlo con la noche anterior no lo había pensado, que tal si matarlos fue un error, eran solo unas personas, que tal sin eran inocentes, es que debo cumplir un propósito. De otra forma, es solo un asesinato y presiento que mi conciencia no podrá con el peso de la culpa y me tortura hasta el punto de hacerme sentir dolor psíquico, algo me dice que ese sueño será el comienzo de mi sufrimiento, y pensar en ello me hizo tragar saliva, que a la vez me provoco nauseas, y supuse que es lo que me hará sentir mejor, solventar mi alma asesinando al pez gordo, para que esas muertes no importen, abrí la puerta rápidamente para salir y hay estaba ella al frente de la puerta, y dice—voy contigo, también quiero matar al asesino del parque para solventar el no matarte y al momento de hablar contigo mismo habla un poco más bajo—no quise replicar tan solo la deje seguirme, creo que ya era hora de tener una compañera.

Ella no lo demostraba, pero yo veía su dolor, en cierto modo puedo hasta entenderlo, lo que no puedo es sentirlo.

LA CARTA Y DIARIO  DE UN PSICOPATA ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora