Karma (parte 2)

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No hay nada que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive. La muerte es inevitable, pero cuando tienes la conciencia del momento en cual vas a morir, resulta que eres más osado. Solo mantuve la calma y la esperanza de que ella va llegar, me va desatar de estas cuerdas que me ahogan, y me debilitan con cada sonido de cuchillos y risas a mí alrededor.

Michael se me acerca y coloca la punta de su cuchillo en mi muslo derecho, sin hacer presión, con una mirada de lunático que no mostraría a la sociedad, ya no tenía su supuesta mascara y dice:

— ¿Sabes?, Algo dentro de mí me decía a gritos, que cogiera la navaja que tenía en el bolsillo y te la encajara en medio de los ojos, y con rapidez después te lo incrustaría en el corazón, así sin hacerte sufrir; pero no lo hice, preferí dejarte ir, pero regresaste a mis manos, estas manos que te bendecirán con el regalo de la muerte. Ahora dime, ¿porque no debería hacerte sufrir? Por los pecados que has cometido y después mandarte al infierno de donde viniste

Por un momento la risa era inevitable, ya que lo que dijo es muy parecido a lo que digo antes de matar, pero solo lo digo como broma, aunque él le dijo un grado muy alto de credibilidad. Lo que me hace hacerme esta pregunta ¿seguirán la misma ideología de mi asesino preferido?; esta es la clase de asesino que odio, sin ninguna originalidad y en vez de sembrar miedo lo que hace es ocasionar más odio, pero la impotencia es peor, y eso solo eleva el deseo de terminar mi trabajo con estos dos. Con una sonrisa en mi rostro algo dolido, les digo:

— Simple, soy un asesino con un objetivo de matar a todo aquel que no se merezca vivir en este mundo; y llegue a este lugar cutre solo para matarlos, y acabar con una presión de culpa que hay en mi pecho, lo admito me gusto su estilo, pero hacerme esto, solo hace que me den ganas de hacerles una incisión en todo su pecho, hacerles ver mientras se derrama su sangre y dejarlos morir de hemorragia, ahora les daré la oportunidad de soltarme y tendrán una muerte rápida y certera.

Frank se ríe con un sentido de burla, en el momento no lo lograba entender, pero todo fue más claro cuando dijo:

— Bueno, no estás en la posición de pedir eso, y creo que estas equivocado, somos más que dos.

De las sombras salen otros tres, intentando sorprenderme y claro que lo hicieron. Y en mi cabeza no existía el miedo de mi muerte, más bien lo veía como una invitación a una fiesta donde yo era el cumpleañero. Tan solo eran un grupo de psicópatas que en manada son más fuertes, pero divididos tan solo serán un cuerpo ambulante.

No quisieron seguir hablando, y fueron directo a ello que en su posición es más divertido, la tortura, tan solo eran cortaduras superficiales, latigazos a mi espalda mientras mantenían en mis muñecas alambres de púas, y tan solo hacían filas solo para golpearme un solo puño por persona, decía el que estaba adelante; el dolor era inevitable, pero ni un solo grito de súplica ni de ayuda salía de mí cuerpo, ya que no quería demostrar mi debilidad. Después se fastidiaron y decidieron dejarme descansar, pero yo tenía claro que iban a volver por más, solo para usarme como muñeco de boxeo una vez más.

Lo noche llego, y yo sentía como la sangre corría por cada cortada de mi cuerpo y como el sudor llegaba a ellas haciendo que ardan. Mantenía los ojos cerrados con gran esfuerzo ya que esa luz que alumbraba en mi cara era algo molesta. Y por esa razón me sentí aliviado cuando milagrosamente se apagó, y los volví a cerrar, dejando que duerma en un profundo sueño que consumió todo dolor, en vez de ver de manera gráfica delante mis ojos mi sangre correr, lo único que veo es rostro de ella, con su cabello rubio, sus ojos de lunática que me encantan, sus labios rojos como la sangre; no entendía el porqué, pero ella hacia que no me desconectara de aquello que me vuelve algo cuerdo.

El movimiento de una fuerza externa hace que mi cuerpo se mueva, de una manera forzada abro mis ojos, cuando mi vista se logró enfocar, pude verla, no era un sueño, era la realidad delante de mí, la tentación de besarla me consumía, pero solo me pude preocupar por su bienestar, y de una manera pausada le digo:

— ¿Qué haces aquí? Debería irte, me las arreglare

Con un brillo en sus ojos y con gran orgullo dice: no te preocupes, ya me encargue de unos tres. No me gustaba verla de esa manera, esta vida no es para ella no es para alguien que no tiene el alma totalmente oscura, pero ella solo seguía hablando, mientras me desataba decía: a uno lo ahogue con una cuerda mientras buscaba algo en el refrigerador, a otro mientras dormía le coloque una almohada en el rostro mientras le daba cuchillada tras cuchillada, y al otro no me acuerdo, ahora vámonos.

No me detuve a pensar en los dos cabos sueltos, tan solo quería escapar de ese lugar de una vez por todas y ahora que tengo sus rostros y sus nombres será mucho más fáciles de atraparlos, torturarlos y matarlos. Mientras bajaba las escaleras unas luces azules y rojas entraban por la grieta de la ventana, en ese momento me paralizo, trago saliva y vuelvo a reaccionar, agarro la mano de ella a pesar del dolor, acelere el paso sin soltar su mano que en comparación con la mía es tan pequeña y cálida; sin mirar atrás corrimos sin detenernos hasta su auto y huimos. Mientras ella manejaba algo agitada yo no paraba de verla; claramente la tenía que alejarla de esta vida y de mí, o tal vez huir los dos juntos, en este momento no tengo la respuesta, pero mis opciones son ilimitadas. Con ella me siento libre, sin necesidad de usar un escudo, con ella soy yo mismo, de alguna manera es tranquilizante saber que no soy el único en fingir ser normal.

LA CARTA Y DIARIO  DE UN PSICOPATA ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora