Capítulo VIII

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Me consideraba una persona poco aferrada a lo material, no me molestaba cuando a alguna de mis cosas le pasaba algo, pero ver mi auto con múltiples rayones en las puertas, el parabrisas hecho trizas, los neumáticos pinchados... fue lo peor. Una rabia invadió todo mi ser, nunca me había visto tan frustrada. Hoy había sido un pésimo día en la universidad, pero no pensaba que terminaría de esta manera. Ese imbécil de Dylan y sus amigos descerebrados eran unos hijos de puta...

- ¡Mierda!- grité enfurecida mientras le daba una patada a la llanta. Me senté en el suelo, intentaba pensar que hacer con todo este desastre. No había nadie en el estacionamiento a estas horas, todos salían temprano pero por culpa de mi puto examen, tuve que quedarme más tiempo.

Estuve cerca de 10 minutos sentada en el suelo, la rabia no me dejaba pensar. No quería llamar a Tom, si él llegaba a saber que Dylan había hecho esto... los problemas no se acabarían nunca entre ellos, y yo ya no quería más problemas. Me animé y llame a Georg, él sabría como calmarme y como manejar la situación. Pasaron 20 minutos y Georg llegó, se bajo de su auto y miró el vehículo que estaba literalmente hecho pedazos. Me miró e hizo una mueca, respiró profundo y habló.

- ____, esto es un desastre...- dijo con la vista pegada en el vehículo. Lo miré fijamente... aveces Georg podía llegar a ser un poco estúpido, solo un poco...

- No me digas Georg.- contesté sarcástica. Me miró disgustado.- De verdad... si no me lo hubieras dicho, no me habría dado cuenta.- terminé de decir, volviendo a mi expresión seria.

- ¿Qué piensas hacer?- dijo rascando su cabeza. Me levanté del suelo y alcé mis manos en señal de duda. No se me ocurría nada, mi mente estaba en blanco, lo único que tenía claro en este momento...era que Tom no podía enterarse de esto.

- No lo sé Georg...- dije dando un suspiro.- Por eso te llamé, eres el único que puede ayudarme.- Georg comenzó a caminar de un lado a otro y luego me miró.

- ¿Sabes lo que a costar arreglar esto?- me dijo serio.- ¡Un dineral ____! Deberías por lo menos decirle a Tom para que haga pagar a ese imbécil de Dylan...- lo miré molesta. Georg estaba loco, había acudido a él para que me ayudara, no para que me confundiera aún más.

- Georg...- dije poniendo las manos en mi cintura.- No me estás ayudando.- lo miré seria. Georg rodó los ojos y miro hacía un costado.- ¿No se te ocurre nada más? ¿Alguna otra idea? Porque no le diré nada a Tom...

- Bueno... creo que...- dijo pasando la mano por su cabello. Lo miré ansiosa esperando a que hablara.- Creo que puedo llevármelo.- volvió su vista al auto.- Veré si Ricky puede hacer algo con esta... basura.- dijo riendo burlón. Le di un leve empujón y luego reí. Sabia que Georg podría ayudarme, él era un gran amigo. Enganchó mi auto al de él y se lo llevó, no había otra forma de hacerlo... Estaba hecho mierda.

Eran cerca de las 9:00 pm y no encontraba las llaves de mi casa. Estábamos en pleno invierno y en Alemania estar afuera a estás horas solo era para terminar como un cubo de hielo. Toqué la puerta y nadie abría, sabia que Tom estaba adentro pero el muy maldito no quería abrirme la puerta. Llamé a su celular, pero no contestó. Sólo me quedaba una opción... saltar el muro que daba hacía el patio. Corrí hacía este, con la doble intención de calentar un poco el cuerpo, ya que estaba a punto de morir por el frío. Intenté escalarlo pero todos mis intentos fracasaban, respiré profundo y me concentré. Iba a tratar por última vez pero una voz masculina interrumpió mi intento.

- ¿Qué tratas de hacer?- preguntó curioso pero a la vez con un tono de gracia en su voz. Lo miré y reí nerviosa al ver de quien se trataba. Sacudí mis manos e intente sonar tranquila.

- Oh, estaba...- me quedé en silencio. Alzó una ceja esperando a que terminara de hablar.- Bueno, yo estaba...tratando de escalar el muro.- dije forzando una sonrisa.- Mis llaves se han perdido y no puedo entrar a casa.- hice una mueca. Me miró y rió, ¡Dios! Era hermoso...

- Si quieres puedes pasar.- me dijo, mientras apuntaba su casa.- Está helando demasiado aquí afuera y no estaría bien que te enfermaras.- sonrió coquetamente. Lo miré babosa. Miguel era mi vecino, del cual había estado enamorada toda la vida. Él era como mi amor imposible, era unos años mayor que yo, por lo tanto, siempre me había visto como una niña. Le sonreí en forma de agradecimiento.

- Esta bi...- el sonido de la puerta abrirse no me dejó terminar. Ambos miramos hacía esta. Tom se apoyó en la puerta y miró hacía nosotros, estaba serio y con los brazos cruzados. Miguel volvió su vista hacía mi e hizo una mueca.

- Tu novio ya abrió la puerta.- miró a Tom desde lejos y alzó la mano en señal de saludo, a la que este respondió alzando la cabeza.- Creo que tendrá que ser otro día...- dijo haciendo una mueca. Me giré a mirar a Tom molesta, el pareció darse cuenta pero no se movió de ahí. Me volví a mirar a Miguel.

- No es mi novio...- dije riendo tontamente.- Él es el hijo de la nueva esposa de mi padre...- me miró confundido.

- Tu hermanastro.- dijo con una sonrisa. Encogí los hombros y asentí con la cabeza.- Pues... si es así... me alegra saberlo.- me guiño un ojo coquetamente. Mis labios se curvaron en una sonrisa babosa al entender su comentario.- Buenas noches ____, descansa.- asentí aún aturdida por su encanto y este solo rió. Al momento de desaparecer detrás de la puerta, me giré y comencé a caminar hacía la puerta de mi casa. Tom aún estaba serio y cruzado de brazos. Pase sin mirarlo y me dispuse a subir a mi habitación.

- ¿Qué hacías con ese tipo afuera?- pregunto aún apoyado en la puerta. Me giré y lo miré fijamente... ¡Dios! Era tan desagradable...

- Que yo sepa...- me miró atento.- Eso no te importa.- dije con una sonrisa forzada y seguí subiendo los escalones. Bajó la vista y luego de volvió a mirarme molesto.

- Conozco a los tipos como él...- dijo caminando hacía el primer escalón. Alcé una ceja y lo miré curiosa... ¿Que intentaba decirme?.- No creo que te haya hablado con el fin de querer ser tu amigo.- lo miré extrañada.

- ¡Dios Tom! Él solo quería ser amigable conmigo.- dije tratando de hacerlo parecer lo más normal del mundo.- Trato de ayudarme, ya que tú no abrías la maldita puerta.- me miró serio.- ¡Mientras tú estabas haciendo quizás que cosa, yo me estaba helando allá afuera!- había perdido los estribos. Odiaba el hecho de dar explicaciones y más si tenía que darcelas a personas que me molestaban. De repente apareció una chica, de unos 19 años, rubia y de buen cuerpo. Bajó las escaleras y pasó delante de mi sin mirarme. Se acercó a Tom y se despidió de él con un beso en los labios.

- Estuvo genial Tom.- le acarició la mejilla. Tom le dedicó una sonrisa bastante forzada, estaba claro que ese era el momento menos indicado para ese tipo de escenas. Lo miré sorprendida- Me llamas ¿Ok?.- Tom asintió con la cabeza y la chica se fue. Me miró sin saber que decir, Tom tenía del año que le pidieran...

- Ahora entiendo por qué no abrías la puerta.- dije negando con la cabeza.- Estabas bastante ocupado cogiéndote a esta tipa... ¡Mierda Tom! Eres sorprendente.- no dije más y subí a mi habitación. Tom se quedó parado a los pies de la escalera sin decir absolutamente nada, sabía que estaba jodido. Cerré la puerta de mi habitación y deje mis cosas en el escritorio. No entendía qué era lo que me molestaba tanto, sabía como era Tom, lo idiota que podía llegar a ser la mayoría de las veces...todo eso lo sabía, pero aún así me seguía molestando. No le diría nada a Simone sobre esto, de alguna forma u otra no quería que le dieran un castigo colosal y que Simone se molestara con él, no quería sentirme malvada. Últimamente mis emociones y sentimientos estaban muy confusos, así que me cambié la ropa y me recoste en la cama, hoy había sido un día bastante agotador.

"Más Allá Del Infinito" (Tom Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora