Capítulo 7: 104 días

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-¿Aeraki? ¿Qué haces aquí?

Despierto, queriendo escuchar esa voz que tanto anhelaba y extrañaba con total locura. Arrojarme a esos brazos y hacerle prometer que lucharemos por lo nuestro; divisar sus ojos, esa mirada divina. Y besarle, oh, concederle el poder de que me quitara mi primer beso, de que fuese el primero y el último. Escaparnos y poder ser libres. Intentar vivir la vida que ambos deseamos.

Pero no es su voz, ni tampoco sus ojos, ni sus brazos los que me agarran y zamarrean.

Papá me mira con el ceño fruncido y comienza a gritarme. -¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡Sabes que estás muy cerca del área de los demonios, ¿cierto?! ¿Sabes que ellos pueden quitarte la energía y devorarte acá mismo? O algo peor. ¡No saldrás más de la casa! ¿En qué rayos piensas Aeraki!

Corro la mirada y, detrás de él, hay más ángeles. Puedo distinguir a cinco ángeles, cuatro son vengadores y uno que está vestido como arcángel, de ropa elegante, me mira y sonríe.

¿Era necesario traer espectadores al show?

No hablo, agacho mi cabeza y dejo que me insulte, que me pegue, que me humille.

Una vez que termina y parece satisfecho con quitarme la única libertad que tenía, que era salir, comienza a hablar seriamente con el arcángel, que no parece ser muy grande... Ellos se estrechan la mano y uno de los vengadores refunfuña, me fijo en ese otro y ¡pum! descubro que es idéntico. Sólo que uno tiene cara amable, y el otro parece... Bueno, alguien que tiene un mal día.

-Bien, gracias por la ayuda, sería genial que la vigilaras tú, aunque... ¿No eres muy joven para ser arcángel? ¿Para estar a cargo de mi hija?

-Sí soy joven, realmente nací hace relativamente poco -dice-, pero estoy capacitado para el trabajo de escoltarla por algunos días, sólo eso. Si me deja hacerlo, yo estaré aprobado para volver a cumplir uno de los roles que ha perdido mi familia por la influencia de la historia de mi padre entre los líderes, y usted podrá quedarse tranquilo de que estará vigilada. Ganamos ambos.

Vaya negociante es el niño.

-Cabrón orgulloso -gruñe el vengador mirando al que creo que es su hermano.

A mí casi me da un ataque de risa, ¡ya sé quiénes son! ¡Son los Liv! Al parecer, es cierto que se odian los hermanos. La cosa es ¿quién es quién?

Sin dedicarme una sonrisa o una palabra, mi padre prende vuelo y es seguido por el grupo de vengadores, todos salvo el hermano gruñón, que le dice algo en el oído al otro, y éste último le devuelve una sonrisa.

-Estás advertido -le dice bajo el hermano vengador al arcángel con un tono de padre autoritario-, un paso en falso y yo quedo pegado a toda tu mierda, si no fuera por mi promesa a nuestra madre yo no estaría cuidando tu... -antes de terminar su frase voltea a verme y frunce el ceño-. Sólo deja de meternos en problemas.

Y al decir eso, se va.

Quedo sola junto al arcángel, ¿ahora qué?

-Al parecer, tengo que cuidar de una señora mayor -dice regalándome una sonrisa como si no hubiese visto todo lo anterior-. Soy...

-Un Liv.

Él asiente.

-¿Y qué se supone que debo hacer a tu cargo?

-Tú, nada. Salvo que quieras ayuda para encontrarte con Hunter, en ese caso me debes decir.

Casi me ahogo. Comienzo a moverme nerviosa en el lugar y a chasquear las uñas. ¿Cómo lo sabe? ¡¿Le habrá hecho algo?! ¡Oh, cielos!

-¿Cómo lo sabes? -pregunto con mi voz temblando.

-Tengo mis contactos. Y descuida, guardaré tu secreto si prometes resguardar el mío.


Almas de cristal [#4 PRECUELA ORÍGENES CRISTAL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora