Me aferro a su cuerpo mientras mi visión vuelve a su normalidad, ahí me encuentro con sus ojos ámbar mirándome temerosos, pero llenos de decisión. No puedo simplemente ir a casa y buscar mis cosas, es imposible tal acto, mas no queda otra alternativa. Ver a mis padres, que sepan la verdad e irme antes de que logren hacer algo para detenernos.
Sí, el aura de la bebé ya se nota; ahora no solo yo la puedo sentir. Y, para colmo, si fuese una simple bebé entre dos ángeles, sería un problema para mí, pero no así: el aura de ella jamás fue visto. Y hay ángeles que tienen el poder de verlo, como yo.
Claro, porque jamás un ángel y un demonio tuvieron un hijo.
Quiero golpear a quien haya hecho esa diferenciación entre ellos y nosotros, tan injusta. ¡Y a todos los que la creyeron! Incluso a mí misma...
Sus labios llegan a los míos y se tocan suavemente, de esa forma tan mágica propia de él, sin importarnos que haya otra mirada ajena a nosotros dos observándonos seriamente.
El ángel carraspea.
-El tiempo se acaba... Aeraki, ¿lista?
Le miro y frunzo el ceño. Las probabilidades de que las cosas vayan bien para ambos, son casi nulas. -No.
Hunter aprieta mi mano. -Podría ir yo... entrar y...
-¡Estás loco! ¡Sería como meterte en el infierno!
El chico de ojos ámbar me mira algo serio y luego ríe por la irónica de mi frase.
-Eso no es algo con lo que no haya lidiado ya, muñeca.
Le saco la lengua y éste me está por besar, cuando vuelven a carraspear.
-Es ahora o nunca, ni mi hermano sabe qué estoy haciendo. Nadie puede saberlo... las cosas irán mal si se entera alguien y...
Ruedo mis ojos. -Vale, iré ahora... ¿Dónde debemos encontrarnos?
Liv, el ángel de esos ojos azules, me da una media sonrisa y camina hacia nosotros, poniendo una mano en mi hombro y recibiendo una miradita seria de Hunter. -¡Oye, hermano! -levanta sus manos-. No me mires así, lo que menos quiero es que un demonio se enoje conmigo... ¡pero si soy un ángel!
-Ja, ja, ja. Qué gracioso -enfatiza Hunter, pero con cierto brillo pícaro en su mirada.
-Bien, ésto es lo que van a hacer -se saca un collar que tiene forma de medalla con unas alas en él-. Ésto es como una llave, sirve para que salgan sin ser vistos. O al menos, con un tiempo más amplio como para poder esconderse una vez que lleguen a destino. Josha, mi padre, estará esperándoles. Y además, ocultar el aura de la pequeña... -silva- jamás pensé que vería algo así...
Hunter me rodea con sus brazos y besa mi frente. -¿Y si algo va mal? -pregunta él.
Al arcángel le brilla la mirada. -Eso sería la peor opción, pero si algo va mal, deben ocultar a la pequeña, e intentar ocultarse ustedes. Ellos la buscarán porque es una muestra de rebeldía hacia su sistema, porque le tendrán miedo... Y a ustedes, bueno...
-Ya lo sabemos -digo-. Si nos atrapan ya no habrá otro día.
Me presiono más contra Hunter.
-Estaremos bien -dice no muy convencido, lleva una mano hacia mi estómago-. Ella lo estará, y nosotros con ella.
El hijo de Liv de acerca a nosotros y le da un fuerte apretón a Hunter, y a mí, un abrazo muy nostálgico. Se separa de nosotros y nos sonríe. Toca mi panza y siento una cálida sensación en ella, algo que me hace tiritar. Gracias, le susurro a su mente y él asiente.
Ambos comenzamos a irnos por el bosque que da a la gran casa del ángel, sintiéndonos extraños en la situación, estando en una burbuja, que no se sabe si es de esperanza... o de qué.
Antes de desaparecer completamente me giro hacia él para hacerle una última pregunta.
-¿Cuál es tu nombre?
ESTÁS LEYENDO
Almas de cristal [#4 PRECUELA ORÍGENES CRISTAL]
FantasyCOMPLETA - PRECUELA DE LA SAGA CRISTAL Aeraki cumplía las reglas a la perfección, era la protegida de su familia, estaba comprometida a casarse con un ángel muy importante. Ya tenía toda una existencia planeada a la perfección... O eso pensaban sus...