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Seis en punto de la mañana.  Me encuentro frente al espejo,  liáda con las bolsitas bajo mis ojos y los espantosos tacones que llevo. Son,  junto con el resto de  mi atuendo,  un look bastante formal y aceptable para una entrevista de trabajo. ¡Ah!  Pero incómodo.
Si dependiera de mi,  me iría cómodamente con mis botas,  jeans y mi camiseta de Emigrate...  ¡Oh si!
Pero ahora me encuentro vestida con una falda gris oscura, stretch -que a penas me deja dar un paso- y  una blusa blanca bajo un blazer azabache.  Mi cabello va en un moño simple,  con un agarre de rosas negras diminutas que adornan la parte baja de mi peinado.

Mi maquillaje busca ser apropiado al resto de mi aspecto,  pero a falta de práctica,  sinceramente me es casi imposible lograr aplicar el rimmel sin exagerar. Mis labios van en rojo,  algo sobrio y elegante,  acorde al sitio donde voy... O eso espero.

Hago una mueca mientras trato de bajar un poco la falda,  que cada vez sube por mis piernas y no hay manera de evitarlo. Cuando me considero suficientemente presentable,  tomo mis llaves,  mi carpeta y salgo de mi apartamento, con un vacío en el estómago a causa de los nervios.

A esta hora,  ya las calles están atestadas de autos.  Es increíblemente estresante,  pero en estos momentos tengo otras cosas en que pensar. Es martes,  y posiblemente estén ahí...  O tal vez no. Más allá de mi entrevista,  me pregunto si estarán ahí los jugadores, si estará ahí Marco... 
Aunque intente sacar al pajarillo de mi cabeza,  es imposible no recordar aquellos ojos tan hermosos que tiene... Y aún más que eso,  lo que hizo presente mi el día del bar. ¿Que hacía ahí aquella noche?  ¿Me habrá seguido? 

No...  Apuesto a que todo es mera coincidencia.
Ahora solamente me resta rezar para no encontrarme con ningún futbolista en mi camino a la oficina o no me centraré en la entrevista.

A diez minutos para las siete de la mañana bajo de mi auto y como una espía en plena misión,  veo a ambos lados del enorme parqueo del Signal a ver si hay alguien por ahí. Para mi suerte,  el lote esta casi vacío,  con excepción de dos preciosos  automóviles deportivos aparcados a varios metros de mi posición.

Aliviada salgo caminando rápidamente hacia las puertas principales, donde un robusto vigilante aguarda de pie.
Tras darle los buenos días,  me presento y le pregunto por la oficina a la que mi padre me dijo que debía ir.  Por supuesto que no menciono a mi papá,  no quiero que me tomen por la  presumida hija del entrenador, ¡Ni hablar!.

El hombre me indica que el sitio queda en la tercera planta. Así que me interno en los enormes y desolados pasillos de la estructura en busca de un elevador,  no quiero subir una sola escalera.  Con estos tacones que llevo,  segurito dejo los dientes estampados en el primer escalón.

Al no tener uno cerca,  doblo una esquina y choco contra algo duro y dejo caer instintivamente la carpeta que llevo en las manos. Me agacho sin ver contra qué pegué semejante guantazo y recojo lo que se me ha caído.

Ach,  es tut mir leid...  – una voz masculina, conocida se disculpa desde lo alto.
—No pasa nada. – Me yergo y me encuentro con unos ojos marrón,  llenos de consternación.

—¿Te conozco? – pregunta el joven castaño y tremendamente alto frente a mi. Lo escaneo con la mirada y asiento al recordar al atractivo joven que me saludó durante la presentación de mi padre. Solo no recuerdo su nombre—. Si,  eso creo.

—¡Ah!  Tú eres Sofía,  la hija del entrenador nuevo.–  sonríe ampliamente. ¡Qué linda sonrisa!
— Así es.¿Tú eres...?
—Hummels. Mats Hummels. –  su presentación al estilo "Bond"  me causa gracia.  En realidad,  su porte de actor de cine me hace pensar que no le vendría mal interpretar a James Bond...

Invierno (Marco Reus Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora