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—Señorita,  ¿le sucede algo? – el hombre anciano del apartamento contiguo detuvo su paseo nocturno por los pasillos justo frente a mi puerta, la cual seguía abierta en pompa. Yo seguía viendo a ningún punto en especifico,  de pie en el umbral de mi vestíbulo. En el mismo lugar desde que Reus se fue.

Fräulein?”  el hombre volvió a hablar al no recibir respuesta de mi y tocó mi hombro.  Fue entonces que mi cerebro se reactivó y con frialdad le dije al hombre que estaba bien.  Lanzo la puerta con furia y me apoyo contra ella.

Mi estupidez supera los niveles naturales.  ¡Ah,  eso si!
¿Cómo es que puede haberme dejado hacer esto?. Reus me ha tomado como su juguete y yo accedí a su juego sin quejarme. Pero,  ¿por qué?

Muchos se han puesto frente a mi,  y  yo siempre escurro de ellos. Me escapo sin dar lugar a ningún sentimiento. Me protejo de ellos con una máscara de frialdad y desinterés que siempre logra alejarlos de mi y se vayan sin reclamar. Y todo acaba bien.  En cuanto a mis relaciones no tengo ningún problema. Philipp está conmigo y él resuelve eso como nadie más podría.

Pero hay algo en aquel rubio que lo hace diferente al resto. Algo que hace que mi actitud en vez de alejarlo,  lo atraiga.

Ese pensamiento me altera,  me saca de mis casillas. ¡De eso,  nada!
Esta noche no significa nada,  y la olvidaré. Fácil. Como hice con el recuerdo de otros que superaron la etapa de escuchar mis insultos,  y lograron besarme. Como Marco.
—¡Maldito! ¡Estúpido animal! —lo único que puedo hacer ahora es rugir y patalear ya que no frío capaz de decirle cuatro cositas en la cara a ese pollo desplumado. Ojalá me escuchara,  ojalá pudiera darle otro de esos bofetones bien dados y que se olvide de mi de una buena vez.

Camino a la cocina con decisión,  busco en la alacena superior una de mis botellas de Escocés,  y tomé. Tomé durante la noche entera y parte de la madrugada con la certeza de que mañana no recordaría si quiera donde estoy.

                    *     *      *

—Te robaste a mi cita, idiota. —Mats golpeó mi hombro y sonrió juguetón. Estábamos en mi casa en las afueras de Dortmund,  con los pies sobre la mesa y esperando a que Aubameyang trajera las cajas de pizza de una vez por todas.
Ellos salieron del club después que yo,  y mientras cenaba con Sofía me dijeron que irían a mi casa.

—No me robé a tu cita, idiota. —le doy una patada en el tobillo,  haciéndolo reír—  Tú la dejaste sola en la mesa. Yo solamente la acompañé.

— La sacaste del bar y tuviste sexo,  ¿no?  Hermano,  deberías cambiar tus métodos.
—se mofa.  Esta vez no me reí.  Claro que no, por que las cosas no fueron así. No tuve sexo con ella.

—Te equivocas,  Mats.

—Oh si,  lo siento. Claro que me equivoco. La verdad es que la llevaste a embriagarse a un bar menos concurrido y más elegante. Cuando ya estaba ebria subiste tu mano por su muslo y le ofreciste ir a un hotel...

—Basta,  Mats.

—Y claro,  ella estaba demasiado ebria para negarse y acabó durmiendo contigo. Lo que me extraña es por qué has vuelto tan rápido. Lo has hecho veloz,  ¿eh,  campeón?

—¡He dicho que basta! – me quejo y extrañamente,  Mats se calla y me observa con interés. Dudoso de qué me sucede.

—No pasó nada de eso, ¿si?  No me acosté con ella, y aunque lo hubiera intentado,  hubiera acabado con una bolsa de hielo entre las piernas. —suelto una risotada.  Completamente consciente de que eso en realidad hubiera sucedido. No hay duda de que Sofía es capaz eso,  o peor, de dejarme cuadrapléjico, como ella dice.

Invierno (Marco Reus Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora