Prólogo

976 24 5
                                    

„Wie konnte ich es einfach wagen, dich gehen zu lassen? Du bist so nett, so strahlend ... und ich ...? Wir sind sehr anders , aber ich kann einfach nicht vermeiden, dich zu lieben.”

***

Las cosas cambian cuando llega el invierno,  la alegría de los corazones desaparece y es sustituida por la amargura. O al menos eso era lo que mi familia conocía. Y es que no recuerdo invierno alguno en que hayamos salido a patinar al lago congelado,  o a jugar con la nieve...  A decir verdad,  en ninguna época del año salíamos a jugar. 

En aquella casita campestre,  de madera envejecida y de aspecto decrépito vivía yo,  con Esther, mi madre,  si así podía ser llamada, y su marido Horace. Mi madre se casó con él tras la muerte de mi padre. Mi madre era española, eso es lo que me han dicho y mi padre, un poderoso empresario alemán,  quien cegado por los encantos de la bella española siguió su juego y se enroló en un problema que lo llevaría a la muerte. Quedándose mi madre con su fortuna y con su agente bancario también,  Horace Müller.

Así mi madre,  con todo el patrimonio Zimmerman en sus manos,  se dio el lujo de gastar a lo descosido. Pero un obstáculo se cruzaba en su camino: la niña,  hija del empresario. ¿Qué harían con ella?  Con todo el desprecio que seguramente tuvo por mi,  a los seis años me dejó al cuidado de un joven matrimonio,  sin hijos y de buena posición económica.

Desde mi mudanza a la nueva casa,  mi vida cambió para bien. Me amaban y cuidaban de mi,  jugaban conmigo. Pero yo, yo quería a mi padre de vuelta y a pesar de la inocencia de mi edad,  supe que Esther no me amó nunca y no me hacía falta, pero Hermann Zimmerman,  mi padre,  él estaba siempre en mis sueños, con su profunda voz llena de amor que me susurraba «Mi luz» mientras me arrullaba.
Y esa imagen,  la única que tengo de él,  ronda mi cabeza hasta el momento.
Quizás toda mi  vida hubiera sido distinta a su lado,  pero en cambio,  el joven matrimonio puso todos sus esfuerzos en mi educación.  Mis padres de corazón,  Sissi y Thomas Tuchel.

Thomas se encontraba terminando su carrera como futbolista profesional y mientras aun seguía siendo parte de la plantilla del Mainz,  me llevaba a jugar con sus compañeros a unos partidos de fútbol que misteriosamente ganaba siempre.
Me sentaba en sus piernas y ponía en mis pies unos zapatitos de deporte,  y juntos corríamos al campo. Yo adoraba ser guardameta,  y es que el de esa época me enseñó todo lo necesario para desempeñar ese puesto.
Hasta estuve en un pequeño equipo de chicas de mi edad, pero todo cambió durante mi adolescencia. Mis intereses volaron muy lejos del fútbol,  partidos y aficiones en el estadio de Mainz.

Conocí a unos amigos que me hicieron conocer ambientes distintos, personas con mentalidad distinta,  y fue entonces que frecuenté conciertos y festivales de música rock,  todo tipo, heavy metal, punk rock y thrash metal. Amaba ese ambiente.

Mi felicidad ya no llegaba cuando iniciaba una nueva temporada de la Bundesliga, no.  Ahora yo esperaba ansiosa el Waken o el Rock am Ring, cosa que no agradó mucho a mis padres.
Según decían,  la gente que frecuentaba esos festivales no era apta para mi,  que me influenciarían, ¿pero cómo iba yo a entender eso? La adolescencia se puso en marcha y me dejé llevar.

Volvía realmente tarde a casa,  con mi abrigo negro y botas,  olor a tabaco y otro tipo de cosas que nunca me atreví a probar. Mis amigos fumaban, bebían e impregnaban el olor de sus sustancias en mi,  pero nunca me obligaron a consumirlas. Solo tomaba un poco de cerveza, ¡Dios! ¿Quién no lo hace?
Creo que esa era la única cosa  que mantenía el sosiego de mis padres,  quienes se encontraban en la dura fase de criar a Emma y a Kim,  mis dos hermanitas.

Salí del país a los diecinueve, estudié mi carrera universitaria en Londres y obtuve mi diploma.
En Londres conocí a un hombre,  poco mayor que yo. Vocalista y guitarrista de una banda de Punk alemana famosa y controversial,  Frei.Wild. 
Desde el instante que salí con el,  mis padres lo detestaron,  pero no podían hacer nada  al respecto.

Regreso a Alemania a los veinticuatro y busco de inmediato un piso donde vivir.  Busco mi independencia ahora. Pero en casa,  encontré que mi padre,  tras años de ser el entrenador de cabecera del Mainz,  decide cambiar de ambiente.¡Cosa rara!  Por que tenia entendido que ama ese equipo,  pero no le reprocho. Y hasta me siento feliz por él.
Una noche tras disfrutar de un concierto de Frei. Wild  y 'dusfrutar'  un poco con Philipp,  regreso a casa y encuentro a mis padres esperándome en el Lobby del edificio donde vivo.  Y al pasar a mi piso me dicen,  sin ningún tacto  que viajaremos a Dortmund...

¿Viajaremos?... ¿Dortmund?

Me indican que papá manejará el equipo de esa ciudad y aunque yo me niego rotundamente,  logran sacarme casi a patadas de Mainz,  diciendo que será bueno para mi... 

Yo,  sinceramente lo dudo.

Invierno (Marco Reus Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora