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El verano acabó hace ya un buen tiempo. Los habitantes de Dortmund se despidieron del sol de mala gana. Lo único que dejaron en la gente los tres escasos meses de temperaturas relativamente altas fueron malas caras, ánimos por los suelos y si ya había frialdad en algunas personas, pues ahora eran unos icebergs con pies y manos.

Me incluyo entre ellos.

Mis días no han sido los mejores, a pesar de que he llevado mi trabajo con el mayor gusto del mundo durante tres meses y medio, y que muchas de las personas con quienes trabajo son muy agradables. Pero aun así, mi incomodidad crece y mi genio empeora cada vez que veo a Marco pulular por los pasillos del departamento de medicina.

A veces se pasea por el pasillo fuera de mi oficina o aparece en los mismos sitios donde por donde camino. ¿Será que me persigue, o es todo impresión mía? Sea lo que sea, su comportamiento me hace hervir la sangre de rabia. Pero por más que lo desee, no puedo olvidar lo que me ha hecho sentir el día en el restaurante. El deseo con que me besaba, la manera en que me acariciaba hacen que lo único en que piense sea en él y lo bien que sería estar de nuevo inmóvil contra su cuerpo.

-Concéntrate, Tuchel. Concéntrate. - me repito una y otra vez, mientras sostengo entre mis manos el expediente del Reus. Uno de mis deberes dentro del Signal es revisar y hacer observaciones en los expedientes de cada jugador luego de las pruebas semanales, y en cuanto llega el suyo a mis manos, deseo poder destruir su foto de expediente con el sujeta los papeles. Pero me controlo como puedo y hago mi trabajo sin hacer un desastre.

- ¿Puedo pasar? -Thorben abre la puerta de mi oficina y dá un paso adelante. Levanto mi rostro y me encojo en hombros. -Ya estás dentro, ¿no? -digo con sequedad y maldigo en mi interior por haber sido tan cortante. El hombre parpadea confundido y cierra la puerta tras de si.

-Lo siento, Thorben. No he estado muy bien estos días. Disculpa, toma asiento por favor. -Suelto los papeles y me levanto para llenar una taza de café de la máquina que compré y coloqué a un lado de la oficina.

-Está bien, querida. Me he dado cuenta de ello. - dice mientras se sienta en un cómodo sillón burgundi frente a mi escritorio.

-¿En qué puedo ayudarte?

Le doy la taza de café y él la toma agradecido, dá un sorbo y la pone sobre la mesa.

-Como sabes, el equipo tiene partidos fuera del Signal y siempre dos de nuestros fisioterapeutas van con el equipo técnico. -asiento y levanto una ceja como si dijera «Si, ¿y eso que?» -Pues bien, este sábado tenemos partido en Hannover y me gustaría que me acompañaras.

Tomo un lápiz de grafito, y sin despegar mi vista de Thorben, lo meto a mi boca. ¿Viajar? ¿Ahora? Mi mente procesa aquello y evitó hacer algún comentario antes de estar segura. No me puedo negar. Después de todo es mi trabajo, a pesar de que mi cuerpo me suplique estar en casa, comer, ver tele y dormir, dormir y dormir.

-De acuerdo.

-Sabía que no te negarías, querida. -sonríe Thorben cariñosamente y yo le hago una mueca mientras me levanto.

He ganado mucha confianza con él. A veces -cuando mi humor me lo permite- salimos a tomar una que otra copa. Es una gran persona y lo aprecio mucho pues ha sabido lidiar con mis constantes gruñidos y mi mal rollo.

-Dime, ¿acaso tengo otra opción? Eres un explotador, Thorben. -sonrío levemente mientras rodeo mi escritorio y me siento junto a él.

-No soy un explotador. Además, vas a disfrutar ir a Hannover. Es muy agradable, a pesar del frío.

-No hay problemas con el frío.

-Lo sé, muñeca. El frío es parte de tu vida sea cual sea la estación del año. -suelta una risotada y le doy un pisotón que lo hace dar un leve grito de dolor.

Invierno (Marco Reus Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora