Skye Hunter ◇ Spiderman

9. Primeros síntomas

Estaba tumbada sobre Peter, abrazándolo, sin decir nada. Desde que había llegado, apenas había emitido alguna palabra y era porque no podía. No quería, porque todo este tiempo lo había usado para pensar, y no me gustaba la decisión que había tomado. Sabía que si hablaba, acabaría diciéndole a Peter mi decisión y luego me arrepentiría. Estaba segura.

—¿Estas mejor? —me preguntó Peter y yo simplemente lo abracé más fuerte.

Cerré los ojos fuertemente y aspiré. Quise recordar cómo se sentía estando en los brazos de Peter, porque posiblemente fuese la última vez que estaría ahí.

Tras obligarme a separarme de él, me senté en la cama, lo más alejada posible. Sentí un escalofrío al no tenerlo cerca y bajé la mirada. Tragué saliva y me preparé para lo que estaba a punto de decir.

—Esto debe acabarse —susurré.

No obtuve respuesta. Todo estaba en silencio y me daba miedo mirar hacia Peter, porque no quería ver su expresión. Aquel silencio se prolongó por un rato y, por fin, habló:

—¿Qué? —preguntó.

—No puedo seguir así —le dije—. No puedo con todo esto. Es demasiado para mí —negué con la cabeza.

—¿Qué quieres decir, Skye? —oí su voz temblar y bajé más la mirada, si es que eso era posible.

—Mi vida era normal hasta que te conocí. Hasta que supe tu secreto —al decir esto último, levanté la mirada y lo miré. Reuní fuerzas para poder seguir hablando—. Pensé que podría tener una vida normal sabiendo quién eras y en un momento llegué a entender por qué eras Spider-man. Pero a cada momento hay nuevos problemas y no soy capaz de enfrentarlos. No soy tan fuerte.

—Pero, Skye...

—Lo he intentado, Peter —susurré—. Lo he hecho porque te quiero, pero no puedo más. Tú lo dijiste hace mucho tiempo y debí haberte hecho caso. Tu mundo no es para mí.

—¿Pero qué ha pasado? Pensé que habíamos conseguido arreglarlo —dijo confuso.

—Sí, pero estar contigo no significa solo arreglar los problemas. Cada vez que te pones el traje de Spider-man pienso que esa puede ser la última vez que te vea. Hay amenazas constantes a las que tienes que enfrentarte y además, contigo pasan cosas inexplicables. Como lo de que tu novia haya vuelto de entre los muertos —me levanté de la cama, incapaz de seguir tan cerca de él—. No voy a hacerte elegir, porque eso sería muy egoísta. Por eso he decidido irme yo y dejarte hacer tu vida.

—No puedes hacerlo —susurró.

—Creo que ya lo he hecho —dije y bajé la mirada.

—Pero, ¡no! —gritó y yo cerré los ojos con fuerza—. No puedes dejarme. Te necesito conmigo. No puedes irte.

—Pero no puedo seguir así, Peter. No puedo soportar todo lo que conlleva estar contigo. Joder, ¡tu ex-novia me acaba de secuestrar!