Skye Hunter ◇ Spiderman

3. Visitas inesperadas

Me despedí de M.J mientras abría la puerta del portal de mi piso. Entré en él y me dirigí al ascensor. Justo cuando la puerta se estaba cerrando, un chico puso la mano y entró dentro.

—¡Uf! —exclamó—. Por poco lo pierdo. ¿No me escuchaste? —fruncí el ceño.

—No, ¿me estabas diciendo algo?

—Sí, te decía que no dejaras que se cerrase el ascensor.

—Uh, lo siento.

Él me sonrió y luego extendió su mano hacia mí.

—Me llamo Sam Claflin —levanté una ceja.

—¿El actor que hace de Finnick en Los Juegos del Hambre? Sí, claro...

—Entiendo que estés impresionada y no puedas procesar lo que acabo de decirte, pero es verdad —Miré la pantalla donde decía cuántas plantas quedaban por subir. ¿Por qué siempre tenía que encontrarme a los más locos en el ascensor? ¡Justo era ahí donde no tenía escapatoria!—. Y déjame adivinar quién eres —se quedó un rato pensando—. Scarlett Johansson —entrecerré los ojos, sin saber dónde quería llegar este chico realmente. ¿Es que me había visto cara de tonta? Preferiría haber tenido una conversación sobre el clima, en vez de esto—. Era una broma —dijo al fin y yo rodé los ojos.

—No me había dado cuenta —dije sarcástica.

Justo en ese momento, me fijé un poco más en él. Era de piel oscura, alto y fuerte. Llevaba gafas de sol puestas, lo que me pareció una estupidez porque estábamos dentro de un ascensor.

—En realidad me llamo Sam Wilson —pensé en si algún actor se llamaba así y luego lo miré desconfiada.

—¿Es parte de algún grupo de música olvidado? —negó sonriendo.

—Es mi nombre de verdad, o al menos eso decía mi madre.

—Yo soy Skye Hunter —le estreché la mano, la cual raramente se había quedado esperando mi respuesta todo el rato—. Y, eh..., bueno, ¿eres nuevo en el edificio? —negó con la cabeza.

—Solo he venido a ver a alguien muy importante para mí —asentí lentamente.

—¿Es una sorpresa?

—Sí, creo que no se lo espera.

—Entonces espero que os vaya bien —dije aliviada cuando las puertas se abrieron.

Salí de allí y casi corrí hasta la puerta de mi casa, pero paré en seco. Por el rabillo del ojo, pude ver cómo Sam Wilson me había seguido desde que salí del ascensor. Lentamente metí la mano en mi bolso para encontrar algo con lo que poder defenderme si me hacía algo, pero lo único que podía usar eran mis llaves. Cogiendo aire, me giré y le sonreí forzadamente.

—¿Vas a acompañarme a mi casa? —cuestioné.

—Si quieres...

—La verdad es que no —dije incómoda—. Sé irme sola y ya solo quedan dos pasos. Ha sido un placer conocerte.