Epílogo

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–¿Así que tus padres se separaron? –preguntó Hiro mientras caminaba con Emmet hasta la parada de bus.

–Ajá. Nos quedaremos en la casa de mis abuelos hasta que mamá consiga pagar un departamento –respondió–. Es algo lejos pero prefiero estar allí a quedarme en nuestra casa.

–No te cambiarás de escuela, ¿verdad? –inquirió preocupado.

–No, no, para nada. No está tan lejos–dijo él, haciendo un ademán para que el bus parara–. Igualmente solo es provisional.

–En serio tu padre es un tarado –acotó Hiro, invitando a Emmet a pasar al colectivo–. Tu madre arregló las cosas muy rápido, por suerte.

–Ajá... –Subió al bus, el cual afortunadamente estaba casi vacío, y Hiro se sentó a su lado–. Me siento más liviano ahora...

–Me alegro mucho por ti –comentó mientras rodeaba sus hombros.

–Te quiero –murmuró él. Apoyó su cabeza junto a la suya, y comenzó a mirar la ventana.

–También te quiero.

Pocos minutos después, ambos habían bajado del colectivo y caminado hasta una casa bastante grande, con un patio frontal enorme y rejas negras cubriendo la puerta de entrada. Detrás de ellas también había un auto que parecía tener sus años. Al no tener una copia de las llaves a mano, Emmet tocó el timbre y espero que su abuela lo recibiera, pero justo cuando su madre cruzó el umbral recordó que habían acordado encontrarse ahí. "En serio tengo la cabeza en las nubes...", pensó mientras Christa abría la puerta.

–Emmy, no sabía que vendrías con compañía –saludó la mujer–. Pasen, pasen, hola, Hiro.

–Hola, mamá.

–Hola, señora Harley –saludó él.

–No me pienso quedar con el apellido Harley –acotó, temblando un poco mientras cerraba el portón delantero–. A partir de ahora me llamo Christa Wright.

"Tiene sentido...", pensó Emmet. "Tal vez también me cambie el apellido".

Ambos entraron al pasillo de la enorme casa para dejar sus tapados en el perchero de la entrada, y caminaron hacia el living. La chimenea estaba prendida, frente a un sillón bastante grande de color negro. El chico de ojos verdes se sentó sobre él, y le indicó a Hiro que se sentara a su lado.

–Fue una semana larga, ¿no crees? –acotó Hiro mientras se acomodaba sobre el sofá.

–Demasiado para mí... –respondió Emmet. Su amigo ("Aunque no sé si lo pueda seguir llamando amigo...", pensó) lo volvió a abrazar, mientras ambos contemplaban el fuego–. Tu hermana, el tipo que estaba casado con mi mamá, no puedo procesar tanto...

–No pienses en eso –dijo Hiro–. Piensa que pudimos arreglarlo todo. Bueno, casi todo. Espero poder resolver el asunto de Sayumi.

–Por lo menos Luke no se tomó a mal que me gusten los chicos –acotó–. Sería demasiado tener a mi hermano en contra...

–En serio, relájate –dijo él, apretándolo más contra sus brazos–. No va a pasar nada si vacías tu mente por unos minutos. No me iré.

–Estoy feliz que estés conmigo, Hiro –susurró, antes de inclinarse y darle un beso en la mejilla.

En ese momento, lo único que quería hacer era descansar. Y quien era Hiro para negárselo. 

Una Simple Historia Más [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora