Capítulo 2

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Capítulo 2

Al finalizar su charla, tocó la campana del recreo, y ambos se despidieron antes de partir a sus aulas.

-Es divertido hablar contigo, Harley-kun –comentó Hiro-. ¿Quieres que charlemos luego?

-Seguro –dijo Emmet sonriendo-. Nos vemos, Hiro-kun.

Llegó a su aula luego de subir unas cuantas escaleras, y con el paso del tiempo fueron llegando sus compañeros, entre ellos Luke.

-¿Quién es tu nuevo amigo? –le preguntó.

-¿Hm? –respondió Emmet.

-Ya sabes, ese poste de luz chino con gafas que llevaba un libro en la mano –dijo. Se pasó la mano por su cabello castaño claro. Sería casi igual al de Emmet de no ser por las cantidades de gel que llevaba, o de otra forma lo tendría lacio al igual que su gemelo. Otro de los rasgos que compartían eran sus ojos verdes.

-¿Hiro-kun? Lo acabo de conocer –repuso-. Es bastante agradable.

-Al fin hablas con personas, hermano –comentó Luke luego de apoyarse sobre su escritorio-. Ya me estabas preocupando.

-Vamos, no es como si no hablara con nadie –replicó Emmet-. Te tengo a ti.

-Pero necesitas tener otros amigos, Emmet. Hasta papá dice eso –Su padre. El menor decidió no seguir hablando del tema.

-Hiro-kun es buena persona –respondió-. Me agrada bastante.

-Esperemos que sí –repuso su hermano-. Ah, Rick y Dan me dieron esto –dijo antes de tomar el libro de su hermano de su mochila y ofrecérselo.

-Gracias, Luke –Emmet tomó el libro y lo guardó en su mochila, a la vez que la profesora ingresaba al salón.

***

Había tocado el timbre de salida y Luke se despertó de su siesta una vez más.

-¿Hm? –balbuceó al despertar-. ¿Qué hora es? ¿Dónde estoy?

-Hora de salida –repitió Emmet-. Vamos a casa.

-Hoy no, hermanito –dijo Luke tomando sus cosas-. Tengo que ir a ver a mis amigos. ¿No te molesta ir a casa solo?

-Para nada, ve –contestó. Guardó su cuaderno y sus demás útiles en su morral y se dirigió a la puerta de entrada con Luke, quien se encontró con Rick y Dan.

-¡Nos vemos! –le gritó a Emmet antes de correr hacia ellos.

-Adiós –respondió, yendo hacia el lado contrario.

Finalmente llegó a la parada de autobús cercana a la escuela, y se puso a esperar que llegara uno.

-¿Harley-kun? –preguntó una voz detrás de él.

-¿Huh? –Emmet se dio la vuelta, encontrándose de nuevo con el chico de las gafas-. Hiro-kun, ¿qué haces por aquí?

-Espero el autobús. ¿Tú también? –respondió Hiro con su sonrisa habitual.

-Ah, sí. ¿Vas hacia la derecha?

-Sí –contestó-. Parece que iremos a casa juntos.

-Ajá –dijo, algo indiferente.

Pasaron unos momentos hasta que finalmente llegó el autobús, y ambos se subieron a bordo. Por suerte había varios asientos vacíos, así que Hiro y Emmet se sentaron juntos.

-¿Con quiénes vives? –rompió el silencio Hiro.

-Mis padres, y mi hermano gemelo –contestó-. ¿Y tú?

-Igual, pero en lugar de un gemelo tengo una hermosa hermanita de cinco años –dijo, sonando orgulloso.

-Qué bien. Uh, ¿qué haces en tu casa? –preguntó Emmet.

-No mucho; leo, escucho música, a veces miro la televisión, y me encargo de cuidar a mi hermana –respondió-. ¿Qué tal tú?

-Casi lo mismo, solo que no tengo que cuidar de mi hermano. Al menos no todo el tiempo –respondió, haciendo que Hiro soltara una risa.

-Ya veo –dijo riendo, y luego miró hacia la ventana-. Debo bajarme pronto. Nos vemos mañana, Harley-kun-lo saludó, parándose de su asiento.

-Hasta luego, Hiro-kun –respondió Emmet, sonriéndole. Volvió su mirada a la ventana, y cruzó su mirada con la de Hiro, quien lo saludaba con su mano izquierda.

Unas calles más tarde llegó a su hogar, donde tuvo que entrar por sí mismo debido a que su madre se encontraba ocupada escribiendo, y su padre estaba en su estudio de animación.

-Parece que tendré la casa para mí solo –dijo para sí, subiendo las escaleras a su cuarto y acomodando sus cosas para comenzar con su tarea. Su habitación no estaba muy desordenada; la mayoría del desorden estaba en la cama de Luke, la cual estaba a apenas un paso de la suya. Dormían en la misma habitación desde que tenían memoria, pero a pesar de ser gemelos había muchísimas diferencias en cada mitad del cuarto. Por un lado, libros y cuadernos de Emmet. Por el otro, ropa sucia y comida de Luke.

Unas horas más tarde cuando Emmet estaba tomando su merienda, su madre salió de su cuarto. Era una mujer de mediana edad, de cabello ondulado claro del color de sus hijos, y lentes de contacto transparentes que dejaban ver sus ojos color hazel. En ese momento estaban enmarcados por un par de gafas de marco grueso negro.

-Perdón por no haber podido recibirte –lo saludó-. Estaba demasiado inspirada como para dejar de escribir, lo siento.

-No es nada –respondió Emmet-. ¿Cómo te fue hoy?

-Esa es mi línea –se rió Chrysta-. Aunque bien, estuve escribiendo bastante. ¿Cómo te fue en la escuela?

-Bien –contestó luego de tomar un sorbo de té-. Lo de todos los días.

-Qué bien –comentó su madre, mientras se sentaba en la mesa con él. Siguieron charlando durante un rato más, hasta que llegó Luke, y posteriormente su padre.

-Hola, Luke, Chrysta, me alegro de verlos –saludó Matt. Ambos gemelos habían heredado los ojos verdes de su padre, los cuales parecían ser el único rasgo que era agradable de ver. Nunca se había molestado en peinarse su cabello marrón, el cual ya había comenzado a mostrar algunas canas. Por no hablar de su personalidad; totalmente desagradable, según su hijo. Pero era su padre.

-Ejem... –se aclaró la garganta Chrysta, señalando a Emmet.

-Ah, hola, ehm –su padre se detuvo a mirarlo durante unos segundos, con una expresión de desconcierto-... ¿Emmanuel?

-Emmet, Matt –dijo irritada su esposa-, tu hijo se llama Emmet

-Sí, sí, como digas –respondió Matt restándole importancia-. ¿No vas a hacer la cena, mujer?

-Hmph –se quejó Chrysta, sin embargo procedió a pararse frente al horno y a comenzar a cocinar.

-Luke, hijo, ¿cómo te fue hoy? –dijo, sentándose junto a él.

-Genial –respondió-. Rick y Dan me enseñaron un lugar donde se puede ver el vestidor de las mujeres en la escuela –un bufido salió de la boca de su madre-. ¿Cómo te fue a ti?

-Genial –repitió Matt-. Los comics son algo impresionante, hijo mío. Hoy en el estudio...

A toda esta charla de padre e hijo, Emmet solo se limitaba a observar el techo, pensando qué era lo que hacía mal como para que su padre no recordara su nombre. Él no era una copia exacta de su hermano, claro estaba. ¿Sería eso?

Finalmente la cena terminó, por suerte junto con el discurso de su padre sobre mujeres en 2D y pudo ir a su cuarto a dormir tranquilo, al menos si se pudiera llamar así a dormir en el mismo cuarto que un hermano con problemas de ronquidos crónicos.



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